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miércoles, 30 de septiembre de 2020

13 de Tishrei - Yom Hilula Rebe Maharash - Maise: De tal palo, tal astilla






En el año 1912, Rabi Yosef-Itzjak Shneersohn (quien se convertiría en el sexto Rebe de Lubavitch luego del fallecimiento de su padre, el Rebe Rashab, en 1920) estaba en un tren de París a Petersburgo. Durante el viaje, un hombre de negocios bien vestido se le acercó y le preguntó: "Rabino, ¿es usted (por casualidad) hijo o nieto de Rabi Shmuel de Lubavitch [el cuarto Rebe de Lubavitch]?"

"Sí", dijo el Rebe. "Efectivamente, soy su nieto".

Los ojos del empresario se llenaron de lágrimas. Temblaba levemente como en estado de shock, se dio la vuelta abruptamente y regresó a su camarote. Esta escena se repitió más tarde esa noche cuando el empresario se topó con el Rebe una vez más.

A la mañana siguiente, el Rebe acababa de terminar su Tefilá en su compartimento cuando el mismo hombre apareció en su puerta. Entró y dijo: "Por favor, disculpe mis arrebatos emocionales, pero..." y de repente comenzó a llorar de nuevo. Luego de varios minutos, le preguntó al Rebe si podía pedir prestado sus Tefilín. El hombre tomó los Tefilín, los besó tiernamente, se los puso y comenzó a rezar. El Rebe lo dejó solo para que vuelque su alma ante su Creador. Cuando terminó, agradeció al Rebe y pidió prestado un Libro de Tehilim.

Varias horas después, el hombre volvió a hablar con el Rebe. Su rostro estaba pálido y parecía como si estuviera experimentando cambios dramáticos. El Rebe lo invitó a pasar. "Mi nombre es  Y...", comenzó. "Nací en una casa jasídica, de Jabad. Mi infancia fue muy feliz; nuestra casa siempre estaba llena de invitados, Torá y alegría. Cuando tenía 15 años de alguna manera me junté con 'malas' compañías.

"Mi padre vio lo que estaba pasando y me llevó al Rebe para los Jaguim. Ver al Rebe dejó un efecto profundo en mí. Mi padre incluso me llevó a una audiencia privada. El Rebe habló con mi padre y luego se volvió hacia mí y me dijo: "El mundo puede ser muy peligroso. Nunca olvides que eres judío."

"La experiencia me cambió, pero sólo temporalmente. Con el tiempo dejé de rezar, dejé de cumplir Mitzvot y después de un año me fuí de la casa de mis padres. Varias veces mi padre trató de comunicarse conmigo, pero eso solo despertó mi ira. Me casé con una chica asimilada y corté completamente con mi pasado.

"Me uní a un partido político clandestino. Había habido varios pogromos, y la mayoría de nuestros esfuerzos estaban dirigidos a ayudar a los judíos. Después de varios años de este trabajo, nos enteramos de que el Lubavitcher Rebe iba a visitar Petersburgo a fin de detener los pogromos a nivel gubernamental. Decidimos hacerle saber de varios pogrom's inminentes de los que habíamos oído hablar.

"Llegamos al hotel donde se hospedaba el Rebe y nos encontramos con un gran grupo de jasidim, algunos de los cuales se acordaban de mí y me saludaron cálidamente. De repente, el Rebe abrió su puerta para salir a rezar Tefilat Minjá. Me miró y supe que me había reconocido.

"Más tarde tuvimos una audiencia privada con el Rebe. Su conocimiento de la situación en Rusia fue nada menos que maravilloso, y los meses siguientes nos dedicamos a ayudarlo en todos los sentidos. Vimos mucho fruto de nuestro trabajo y vimos cómo el Rebe, literalmente, previno decenas de pogromos.

"Entonces, un día, cuando salíamos de su habitación y yo era el último en salir, el Rebe me llamó y me dijo: 'Dime, ¿cuándo fue la última vez que te pusiste Tefilín?'

"Estaba tan atónito que ni siquiera pude abrir la boca. Esas pocas palabras me impresionaron tanto que ese día busqué un par de tefilín y me los puse por primera vez en años, e incluso dejé de comer comida no-kasher.

"Regresé a casa, le dije a mi esposa que quería volver a un estilo de vida judío y ella estuvo de acuerdo. Finalmente renové los lazos con mi padre.

"A fines de aquel año nos enteramos que iba a haber una serie de pogromos masivos en el sur de Rusia. Fui elegido para viajar a Lubavitch para contárselo al Rebe, y cuando entré a su oficina puedo decir que estaba feliz de verme. Me dijo que nos reuniríamos nuevamente para discutir el problema en unos días.

"Cuando nos volvimos a encontrar, dijo que había visitado la tumba de su padre. Su padre le dijo que no había ningún peligro concreto, pero que, sin embargo, debíamos tomar medidas. El Rebe me dio algunas cartas y me dijo qué hacer con ellas. Luego dijo: "Debido a que Moshé ayudó a Am Israel, Di-s le dio las astillas y restos de zafiro de las Tablas que talló. Tú estás ayudando a judíos, así que también mereces una recompensa."

"El Rebe continuó, 'Cuando te dije que mi padre me habló, noté que sonreías. La razón de eso es que estás tan inmerso en lo físico que no tienes apreciación en absoluto de lo espiritual'. Luego, el Rebe se sentó conmigo durante más de una hora y me explicó lo que significa 'espiritual'. Concluyó: '¿Cuánto tiempo puede una persona vivir una vida de materialismo? ¿Cincuenta años, 55 años? Recuerda quién eres y de dónde vienes. Que Hashem te proteja y te dé la verdadera felicidad.'

"No entendí realmente a qué se refería, porque ya había regresado al judaísmo durante casi un año. Pero le agradecí calurosamente, tomé los papeles que me dio y partí en tren hacia Petersburgo para entregárselos a los funcionarios allí.

"La policía detuvo el tren y comenzó a registrar a todos. Consideré tirar las cartas del Rebe, pero las palabras del Rebe me hicieron pensar de manera diferente. ¡Y milagrosamente, fui el único al que no revisaron! En Petersburgo pude entregar los papeles a los oficiales indicados y el Rebe tenía razón, la situación no era tan grave como pensábamos.

"Me convertí en un hombre de negocios muy exitoso y nuevamente abandoné el camino judío. En los últimos 30 años ni una sola vez pensé en Di-s. Ahora regreso de una fiesta en Montecarlo que mis amigos hicieron por mi cumpleaños. 55 años. Cuando te vi, recordé las palabras de tu santo abuelo y me tocaron el alma."

El empresario se transformó en otra persona. Trasladó a toda su familia y su negocio a otro país y se convirtió en un pilar de la comunidad judía allí.



Fuente: Yerajmiel Tilles.

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