Jasidishe Maises, Yortzaits de Tzadikim y Jsidim. Sijot, notas y artículos jasídicos y Kisvei Yad. Videos y Nigunim. Yemei Jabad. Todo en español.
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miércoles, 22 de marzo de 2023
Conversaciones Sublimes - 2 de Nisan
Por qué las alumnas de Beis Rivka borraron sus cuentas en redes sociales
martes, 21 de marzo de 2023
UN FAVOR PERSONAL
domingo, 19 de marzo de 2023
El Leikaj que no comía
lunes, 13 de marzo de 2023
Sólo Tres Monedas - Rabi Elimelej de Lizhensk (21 de Adar)
domingo, 12 de marzo de 2023
El verdadero Director
En Memoria del Rab Hajasid Rab Yerajmiel Alperovitch A"H. MiZiknei Anash Yerushalaim. Falleció Shabat 18 de Adar 5783.
No todo comprendemos - Pero todo está manejado de Arriba y tiene un motivo
🕯️Esta historia está dedicada a la memoria del soldado de Tzivot Hashem Sholem Doiver HaKohen (ben Rab Shneor Zalmen) Mizraji A"H
Escuché esta impresionante historia del conocido Mejanej Reb Avraham Mordejai Segal, quien la escuchó de Reb Jaim Tovi z'l (falleció el 26 de Nisan 5780). Esto contó Reb Jaim:
En Francia, a una hora en auto de París, hay un pequeño pueblo donde viven Yehudim generosos. Una vez tuve la oportunidad de pasar Shabat en aquel pueblo. Shabat por la mañana me estaba hospedando en lo del rabino de la localidad, y noto algo extraño en su casa. Detrás de la cortina hay un cuadrado cerrado y sellado con ladrillos incrustados en la pared. "¿Qué son estos ladrillos?" Le pregunté a mi anfitrión. El Rab se alteró y emocionó por la pregunta.
Al principio no podía hablar, y solo después de hacer una breve pausa comenzó a contarme. "Viví en Israel durante varios años", dijo, "y vine aquí con el objetivo de acercar iehudim a Abinu Shebashamaim. Este hermoso y floreciente pueblo estaba desolado en ese entonces, no había nada aquí, ni Beit Kneset, ni educación. instituciones, un verdadero desierto espiritual. Poco a poco, con la ayuda de Hashem fundamos un Bet Kneset, se abrieron instituciones educativas y comenzó a verse un judaísmo floreciente.
Junto a todo ese desarrollo, algo que se notaba era la falta de una Mikve. Esto dificultaba mucho la vida de los residentes, quienes cada vez que necesitaban una Mikve tenían que viajar un tramo de una hora de ida y una hora de vuelta, hasta París. Cuando vi esta situación, decidí construir una Mikve. ¿Dónde? En el patio de nuestra casa, ¿y quién la pagaría? Nosotros. Los ladrillos que ves aquí bloquean la ventana que da al patio, donde está construida una Mikve. la cual me dediqué en su construcción tres años y medio. Quería que todo fuera perfecto y contara con los más altos estándares de Kashrut. En todas las etapas de la construcción, traje Rabanim para que verificaran que todo se hiciera correctamente, y finalmente pudimos ver el trabajo terminado. La Mikve comenzó a funcionar, y la gente del asentamiento comenzó a cuidar mucho más el asunto de Kedusha y Tahará.
Dado que la Mikve está ubicada en el patio de nuestra casa, nos asegurábamos siempre que la puerta permanezca cerrada y que los niños no puedan entrar, por el peligro que entrañaba. La seguridad era óptima y Baruj Hashem nadie salió lastimado, salvo una única excepción... y sobre eso es lo que te quiero contar.
Hasta la construcción de la Mikve fuimos bendecidos con nueve hijos B"H. Esperábamos con muchas ansias tener una hija, y Hashem nos envió un décimo hijo, a quien llamamos Shlomo. Desde que nació, sentí un gran cariño hacia él, más allá del amor habitual de un padre, mi esposa y yo estábamos muy apegados a él.
Un Shabat por la tarde, la mamá está buscando a su Shloimele, y no lo encuentra. Ella lo llama y él no contesta. Ella revisa por todas partes en la casa y luego sale al patio y descubre aterrorizada la puerta de la Mikve abierta. Shloimele se había bajado para meterse en la Mikve y así devolvió su alma al Cielo...
“¿Entiendes lo que nos pasó? El nene más preciado que tuvimos, a quien nos unía un lazo indescriptible, y el dolor de la pérdida era intolerable. No dejaba de llorar por él, por un hijo querido que iluminó mi vida con una luz especial. Pero al dolor se le sumaba además un enorme desconcierto que me atormentaba y me dolía hasta lo más profundo de mi alma. ¿Por qué así? ¿Por qué Shloimele tuvo que irse del mundo de esta manera?
Es conocido el incidente que narra la Guemará (Yevamot 121b) sobre Nejunia que solía cavar pozos de agua para beneficiar a la multitud que viajaban en los Jaguim a Yerushalaim, y su propia hija cayó dentro de uno de estos pozos. Fueron y le informaron a Rabi Janina ben Dosa, y él dijo que estaba seguro de que ella viviría, diciendo: "Algo (tan noble) a lo que el Tzadik se dedicó, su propia descendencia termine afectada por ello?" Y he aquí, yo construí una Mikve en beneficio de la Kehilá, con devoción y entrega, invertí mi cuerpo y mi alma en la causa, di todo, renuncié a la comodidad y al dinero con un único propósito: aumentar la Kedushá y la Tahará de Am Israel, concederle Najes al Creador del mundo. ¿Cómo es posible que esto termine así? ¿Que mi hijo se ahogara en esta Mikve?! '¿Esta es la Torá y esta su recompensa?' Después de la tragedia, me encontré con muchos Rabanim y Jajamim, en Francia y en Israel. Todos se solidarizaban con mi dolor, y me colmaron de palabras de consuelo, pero no quedaba consolado.
Una noche, mientras dormía, un hombre con un rostro resplandeciente y una barba blanca se me apareció en sueños, y me dice - '¡Papá, cálmate! Le pregunté: '¿Quién sos?' Después de todo, por tu apariencia, podrías ser mi abuelo'; el anciano me dice: 'Soy yo, tu Shloime, y te diré quién soy realmente.'
Soy uno de los Baalei Hatosafot, y fui asesinado en Francia por Kidush Hashem. Subí al Shamaim y entraba donde sea que deseara, ya que los que mueren entregando su vida por Kidush Hashem llegan a todas partes, además de las virtudes que pude adquirir en el Olam Haze. Así 'paseé' por los Mundos Superiores y gozaba del resplandor de la Shejiná. Hasta que llegué a cierto lugar, donde no me querían dejar entrar. Me dijeron que a pesar que devolví mi alma muriendo por Kidush Hashem, a este Heijal (Cámara) ingresan sólo aquellos que hayan pasado por la Mikve Tahará antes del entierro. Yo, porque me mataron por Kidush Hashem, me enterraron con mis ropas, aún envueltas en sangre, sin haber sido sumergido en una Mikve. Me dijeron que la única solución (para poder entrar allí) sería regresar al mundo y sumergirse en una Mikve Tahará.
Fue entonces que deliberaron a qué Mikvé iría a bajar. ¿Quién tendrá el Zejut de que uno de Baalei Hatosafot viva en su casa? Fueron y buscaron, y así surgió tu nombre: Querido padre, tú, que diste tu vida para construir la Mikve. Contigo naceré y viviré mi corta vida. Ahora, después de ya haberme sumergido en la Mikve, puedo andar por todos los mundos sin ningún impedimento.'
"Sabelo, querido padre", agregó Shlomo: "Me fue sumamente difícil lograr bajar ahora para consolarte, pero bajé por tres cosas. Primero - en agradecimiento (הַכָּרַת הַטּוֹב) por haberme criado, y en el Shamaim Hakarat Hatob es muy importante; segundo - para que entiendan cuán grande es el de ameritar a una comunidad, a un público (זִכּוּי הָרַבִּים). Tercero, la gente anda por el mundo con tantas preguntas y cuestionamientos, yo quise venir a fortalecer a Klal Israel (חִזּוּק), que sepan que todo tiene un por qué, un Jeshbón, y que todo lo que Hashem hace es para bien. A veces, la mayor angustia es el mayor privilegio, lo mejor que puede pasar.
Es posible que cuando te despiertes te digas "Un sueño, los sueños hablan vanidades", así que te doy dos señales de que este sueño es real: primero, te recuerdo que cuando tenía ocho meses llegué a una situación de riesgo de vida debido a un colapso que sufrí. Los médicos no podían manejar la situación, y de repente un día me desperté sano y salvo sin los esfuerzos de ningún médico. La segunda señal: Sean cuidadosos con la Mitzvá de Jalá y pronto serán bendecidos con una hija.
"Me desperté del sueño y la veo a mi esposa, toda completamente conmovida, ella acababa de soñar con Shlomo, y le había dicho que si cuida la Mitzvá de Jalá, tendría una hija."
El Rab contó su historia y termina con sus ojos humedecidos. Luego señala con su dedo a su hija de cuatro años y dice: "Mira, esta es la hija que nos nació B"H después de los nueve hijos."
lunes, 27 de febrero de 2023
La persistencia y testarudez de un novio
"¡Dale diez mil, veinte mil dólares!", hizo la oferta el hombre de Nueva York. "Estoy dispuesto a darle la cantidad que quiera, con tal de que te deje cantar en mi boda"
martes, 21 de febrero de 2023
El sobre con dinero en efectivo
jueves, 16 de febrero de 2023
La sonrisa de oreja a oreja
La Dra. Jan Jacobson Sokolovsky es una abogada que actualmente vive en Jerusalem. Fue entrevistada para My Encounter de JEM en su casa en octubre del 2018.
En 1966, di a luz a Danny, el menor de mis tres hijos. A medida que crecía, a diferencia de sus hermanos, no se largaba a hablar. Cuando le pregunté al pediatra: "¿Por qué Danny no habla todavía?" Me dijeron que podría tener un problema de audición. Luego de algunas pruebas, el pediatra confirmó que, efectivamente, Danny tenía un problema auditivo severo.
A los dieciocho meses de edad, le colocaron un audífono. En aquellos días, eso significaba usar un arnés que transportaba un equipo que funcionaba con baterías y que estaba conectado por cables a los botones en sus oídos. No era un artefacto muy agradable, por así decirlo. Danny era un niño muy activo y era una batalla constante evitar que se sacara este armatoste y lo tirara al suelo. Eventualmente, sin embargo, entendió que este voluminoso aparato lo ayudaba a comunicarse con sus amigos.
Para que quede claro, de ninguna manera éramos ajenos a los problemas que enfrentan los niños con discapacidad auditiva. Nuestro hijo mayor, Barry, había comenzado a perder la audición cuando tenía cuatro años y continuó deteriorándose hasta los siete. Pero Barry ya había aprendido a hablar bastante bien antes de perder la audición. Danny tendría que aprender a hablar después de haber perdido la audición, un desafío abrumador para un pequeño niño.
En el verano de 1967, nos mudamos a Skokie, Illinois, para que Barry, nuestro hijo mayor, pudiera comenzar el primer grado en el Jewish School (una escuela judía) allí, y Danny pudiera inscribirse en un programa de educación especial en la Northwestern University que tenía una gran centro para niños pequeños con problemas auditivos.
En aquel entonces, había una enorme discrepancia entre los educadores acerca de si los niños con discapacidad auditiva debían aprender a comunicarse con el lenguaje de señas o si se les debía enseñar a hablar. La Northwestern University estaba del lado de tratar de enseñarles a hablar, por lo que este es el tipo de terapia que recibió Danny hasta los tres años, cuando se inscribió en un programa de guardería de educación especial en nuestro distrito escolar local.
Poco después de mudarnos a Skokie, conocimos al rabino Shlomo Zalman Hejt , el Sheliaj del Rebe en Chicago. Aunque no era el rabino de nuestra sinagoga, mi esposo, el Dr. Myron Jacobson y yo eventualmente desarrollamos una relación muy cercana con él.
Cuando era casi el momento que Danny ingresara a primer grado, le contamos al rabino Hejt que planeábamos mantenerlo en el sistema de la escuela pública, que tenía un excelente programa para personas con discapacidad auditiva. Creíamos que Danny no podría tener éxito en un Jewish School (escuela judía) donde también tendría que aprender hebreo; temíamos que un programa bilingüe sería demasiado para él.
El rabino Hejt no estaba seguro de que estuviéramos tomando la decisión correcta. “Este es un problema demasiado serio para que lo decidan por vuestra cuenta”, nos dijo. “Tienen que preguntarle al Rebe.”
Nunca habíamos conocido al Rebe, pero el rabino Hejt organizó una audiencia, que tuvo lugar a fines de la primavera de 1972.
Le explicamos nuestros planes e intenciones respecto a Danny: queríamos mantenerlo en un programa de educación especial en la escuela pública y contratar a un tutor privado para que pudiera aprender hebreo a su propio ritmo, y le preguntamos al Rebe qué pensaba del plan.
“No creo que la escuela pública sea buena para Danny”, respondió. “No puedes saber lo que le pasará allí. Un niño judío debe ser educado en un ambiente judío.”
“¿Qué sugiere el Rebe?” Yo le pregunté.
Y aquí es donde el Rebe nos sorprendió al hacer una sugerencia completamente original.
"Dime", me dijo. “¿Quién es la maestra de Danny en la escuela pública? ¿Es judía?
Confirmamos que su maestra era una mujer judía, que era una maestra maravillosa.
"¿Qué tal", propuso el Rebe, "si en lugar de enviarlo a la escuela pública con un tutor en hebreo, lo envías a la escuela judía donde van sus hermanos, y le pides a esta maestra que le enseñe en inglés?"
Nos pintó un cuadro vívido: “Consideren cómo se sentirá Danny el primer día de clases cuando vea a sus hermanos subirse al autobús escolar de camino a la escuela judía, mientras él se dirige a un lugar completamente diferente. ¿Cómo lo hará sentir eso?"
Entendimos el punto y estuvimos de acuerdo. Pensamos que era brillante; de hecho, estábamos literalmente abrumados por la ingenuidad de su consejo.
El Rebe entendió que si Danny iba a la escuela pública, podría recibir una buena educación, pero constantemente recordaría lo diferente que era de sus hermanos. Y además, nos explicó el Rebe, no estaría en la atmósfera de una escuela judía.
El Rebe entendió a Danny mejor que nadie, por lo que sugirió invertir nuestro plan: en lugar de una escuela pública con un tutor de hebreo, hagamos una escuela hebrea con un tutor de inglés.
Habíamos subestimado las capacidades de Danny, pero el Rebe no tenía dudas sobre su potencial. Era como si el Rebe se pusiera en la cabeza de Danny y supiera que un programa bilingüe no sería abrumador para un niño tan inteligente.
La idea nos encantó y estábamos ansiosos por probarla. Cuando nos estábamos yendo, el Rebe agregó: “Si, en el futuro, surge la posibilidad de una operación, Danny debería someterse a ella”, y nos bendijo para que tuviera éxito.
Aparentemente, el Rebe sabía que había una operación disponible para la condición de Danny, pero en ese momento y durante varios años después, era muy riesgoso. Esta cirugía involucraba un implante coclear, lo que significaba perforar un agujero en la cabeza y luego en la oreja. No siempre funcionaba y, cuando no funcionaba, empeoraba aún más las cosas, por lo que no era algo para tomarse a la ligera. Pero cuando era exitosa, le daba a la persona con discapacidad auditiva severa la oportunidad de escuchar de verdad. Así que mantuvimos esta posibilidad en nuestras mentes, a la distancia, sabiendo que, cuando fuera el momento adecuado, tendríamos la bendición del Rebe para seguir adelante.
Cuando regresamos a casa, fuimos a hablar con la maestra, quien accedió inmediatamente al plan del Rebe, a pesar de que nunca antes había dado clases particulares (ni lo ha hecho desde entonces). Y lo enviamos a la escuela judía como sugirió el Rebe.
Tengo una foto de Danny subiendo al autobús junto con sus hermanos el primer día de clases. Tiene su lonchera y me mira con una sonrisa de oreja a oreja. Creo que es la mejor foto de Danny que he tomado.
Nunca se nos hubiera ocurrido esta idea por nuestra cuenta. Y por supuesto la maestra nunca hubiera pensado algo así. Nadie lo hubiera hecho. Pero allí estaba, frente a nuestros ojos.
La maestra resultó ser un regalo del cielo. Venía a nuestra casa varias veces a la semana después de la escuela y le enseñaba inglés y las diversas materias a Danny .
Danny tuvo éxito en sus estudios y efectivamente se benefició de la atmósfera judía de la escuela, tal como lo había predicho el Rebe. Luego se graduó de la Yeshiva University y luego viajó a Israel.
Finalmente, se nos informó que la operación, que inicialmente era altamente experimental, se había vuelto estándar y conllevaba mucho menos riesgo.
Entonces, en el 2005, Danny recibió un implante coclear, que fue un gran éxito. Mientras conducíamos a casa desde el Hospital Hadassah después de la operación, Danny comentó que podía escuchar la música de la radio del automóvil y me preguntó si el tictac que escuchaba era un tambor. Era sólo la señal de giro. Ni siquiera sabía que existiera tal sonido.
A menudo me ponía a llorar al ver a Danny descubrir un mundo de sonido totalmente nuevo. Más adelante me dijo que la primera semana después de la operación fue una de las más felices de su vida. Escuchó la puerta abriéndose cuando alguien entró; ya no tenía por qué sorprenderse de ver a la gente aparecerse de repente frente a él. Oyó caer monedas. Los pájaros cantaban por primera vez y los perros ladraban.
“Nunca podría haber escuchado nada de esto sin la operación”, me dijo. “Pero siempre supe que algún día podría escuchar. Tenía la Brajá del Rebe esperando en mi bolsillo.”
martes, 14 de febrero de 2023
La carta del Rebe llegó 54 años más tarde...en el momento justo!
Por Anash.org
Justo a tiempo, después de 54 años.
Tres semanas después del fallecimiento de Rab Shimon Elituv, mientras su familia aún estando en el período de los Shloishim, les llegó una carta que el Rebe le había enviado, con un mensaje más relevante que nunca.
La carta del Rebe, escrita en Hei Av, 5728 (1968), estaba dirigida a Rab Elituv, entonces un joven Mejanej y Shojet. El Rebe primero notifica recibo de su carta y Pan, escribiendo que el Pan sería leído en el Tzion del Frierdiker Rebe. Luego, la carta continúa con un texto “estándar”, el mijtav klali-prati para ese mes, que se envió a muchas personas con ligeras variaciones.
Basándose en el nombre del mes, Menajem Av, el Rebe escribe su ferviente esperanza de que Hashem, nuestro padre misericordioso, אב הרחמן ואב הרחמים, consuele al pueblo judío con un doble consuelo.
Si bien la carta había sido enviada en ese momento a la dirección del Rabino Elituv en Yerushalaim, nunca llegó. En aquel entonces, Rab Elituv ya había emigrado a Rumania, donde pasaría los próximos dos años desempeñándose como Shojet. La carta tenía el sello "devolver al remitente" y fue llevada de regreso a 770 en Nueva York.
Pasaron más de cinco décadas, y este último 3 de Shvat 5783, Rab Elituv falleció, luego de haber servido durante décadas como Rab y educador en Argentina y Eretz Israel, y luego miembro del Consejo del Gran Rabinato de Israel.
Tres semanas después, el martes 23 de Shevat, su hijo, el rabino Yosi Elituv, editor de la revista ‘Mishpajá’, recibe una llamada telefónica.
“Hace poco tiempo, una persona cercana al Rebe me llamó con algunas noticias: se había topado con una carta del Rebe dirigida a mi padre, que nunca había llegado”, escribe el joven Elituv.
La carta era la misma carta de 5728, que habla del consuelo que proviene de Hashem, un mensaje que no podría ser más oportuno, cuando la familia necesitaba ese consuelo tan imperiosamente.
"Parece que finalmente ha llegado el momento que esa carta llegue a su destino", le dijo la voz del otro lado de la línea. “Te envío la carta con mis manos temblando. O, más exactamente, el Rebe le está enviando a tu familia en este preciso momento una carta de consuelo.”