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lunes, 14 de octubre de 2024

Mivtza Lulav y Etrog con los Soldados

Durante la Guerra de Yom Kipur en 1973, Israel enfrentó un ataque sorpresa desde múltiples frentes. Uno de los puntos críticos de la batalla fue cerca del Canal de Suez. En los días siguientes a Yom Kipur y durante la festividad de Sucot, el rabino Shamai Parnes y su equipo emprendieron una misión y Mitzvá por todo el desierto del Sinaí. Con gran cuidado y respeto, recuperaban los cuerpos de los soldados caídos en combate, asegurándose de que recibieran un entierro digno y respetuoso.

Durante el Jag de Sucot, el rabino Shamai viajó por el desierto en su jeep, llevando consigo su Sidur, Tehilim, Talit, Lulav y Etrog. En cada campamento militar que visitaba, los soldados se acercaban a él, ansiosos por tomar parte en la Mitzvá del Lulav. Los soldados de infantería, incluso los no religiosos, pedían permiso para usar su Sidur. "Rab Shamai, permítanos decir el Shemá", le pedían. El rabino ayudaba a todos, compartiendo su fe y consuelo. A veces, se quedaba más de una hora con los jóvenes soldados. En Hoshaná Rabá, el rabino Shamai y sus asistentes llegaron cerca del canal de Suez. Al llegar a una nueva base militar, pensó en dejar allí su Lulav y Etrog para que los soldados pudieran usarlos. Pronto, una larga fila de soldados se formó, ansiosos por recitar la Brajá. Entre ellos estaba Arik Shuali, un joven soldado no-religioso que conducía un camión de municiones. Al ver (desde lejos, mediante sus binoculares) la multitud reunida, se acercó curioso. Lo que ocurrió a continuación cambiaría su vida para siempre.

Al acercarse, Arik preguntó: "¿Qué pasa aquí?" Le respondieron que el rabino Shammai había llegado y que la gente quería usar su Lulav y Etrog. Arik no estaba interesado, pero al enterarse de que ese era el último día para cumplir con esta Mitzvá, decidió esperar. Finalmente, llegó su turno. Justo cuando recibía el Lulav y el Etrog, una bomba impactó en su camión, estacionado a unos metros de distancia. La explosión fue devastadora, provocando múltiples detonaciones de la munición a bordo. El cráter que se formó fue testimonio del poder de la explosión. Milagrosamente, Arik estaba vivo, gracias a la Mitzvá que estaba cumpliendo en ese preciso instante. Tres meses después, el rabino Shamai leyó un anuncio en el periódico del ejército israelí: "Nacimiento de una niña, hija de Arik Shuali".El anuncio incluía una declaración del emocionado padre: "Estoy plenamente convencido de que estoy vivo hoy y pude ver a mi hija gracias a la Mitzvá que hice en ese momento en el que el camión fue bombardeado."

martes, 8 de octubre de 2024

La reina madre - Rebetzn Jana - 60 años




De una entrevista con Reb Najum Kaplan

Era apenas un bebé cuando mi familia escapó de la URSS al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Después de un agotador y angustiante viaje a través de Polonia, llegamos a Alemania junto con otras familias de refugiados, instalándonos en el Campo de Desplazados de Poking, cerca de Múnich. Allí, muchos jasidim de Jabad también encontraron refugio, formando una pequeña pero vibrante comunidad. Los refugiados, que habían sido privados de la posibilidad de educar a sus hijos en la Unión Soviética, rápidamente establecieron escuelas judías para niños y niñas, además de una Yeshivá para los jóvenes.

El Campo de Desplazados estaba ubicado en lo que había sido una base de la fuerza aérea, donde los grandes barracones se dividieron en pequeños cubículos, uno para cada familia. Nuestro cubículo estaba justo al lado del de la Rebetzin Jana Schneerson, la madre del Rebe, y así fue como llegamos a conocerla.

Ella emigró a Nueva York en 1947, pero nuestra familia se estableció primero en Francia, luego en Inglaterra, y no llegamos a Estados Unidos sino hasta más tarde, cuando yo ya tenía once años. Una vez en Estados Unidos, mi familia retomó nuestra relación con ella. La visitamos varias veces en su hogar, aunque no la llamábamos Rebetzin Jana, sino “Der Rebe's Mame”.

Recuerdo particularmente un Purim de 1958, cuando mi hermano menor Leibel y yo fuimos enviados a llevarle Mishloaj Manot. Reb Berel Yunik abrió la puerta y nos anunció como "los Kaplan kinderlaj." Ella se acordaba de mí de nuestros días en Poking y conversamos un rato, mientras nos recompensaba con algunos dulces. Volvimos a visitarla en otras ocasiones, y cada vez nos recibía con una calidez inquebrantable.

Hubo un encuentro en particular con la Rebetzin que recuerdo con especial claridad. Fue el día después de mi Bar Mitzvá, un viernes de primavera en 1959. Estaba caminando por Kingston Avenue en dirección a 770 cuando me crucé con la Rebetzin Jana. La saludé cortésmente: "¡Gut Shabes!" y ella respondió: "Gut Shabes." No pude resistir la tentación de contarle que mi Bar Mitzvá había sido el día anterior.

Por supuesto, me llenó de bendiciones, y luego me dijo: "¿Recuerdas cómo en Poking siempre me aseguraba de que tu cabeza estuviera cubierta cuando salías?"

Yo era demasiado pequeño en Poking como para recordarlo, pero ella continuó: "Mi difunto esposo me decía que un niño, por joven que sea, nunca debe salir con la cabeza descubierta, ya que eso puede afectar su Irat Shamaim, su temor y reverencia al Cielo, más adelante en la vida. Y si se la quita, uno debe volvérsela a poner, pero nunca debe andar con la cabeza descubierta. A ti no te gustaba usar tu pequeña gorrita y te la quitabas, así que yo siempre tenía que ponértela de nuevo."

Unos meses antes, tuve otro encuentro interesante con la Rebbetzin. Fue en Simjat Torá de 1958, cuando mi padre me permitió asistir al farbrenguen del Rebe y, por primera vez, quedarme despierto durante toda la celebración. A altas horas de la madrugada, el Rebe solía enseñar un nuevo nigún, una melodía jasídica, y yo estaba emocionado por vivir ese momento tan especial. De alguna manera, logré mantener los ojos abiertos.

Cientos de jasidim se habían apiñado en la enorme Sucá, y también logré encontrar un lugar en un banco desde donde podía ver todo. Esa noche, el Rebe comenzó contando la historia de Shamil, un gran líder de tribus que vivían en las montañas del Cáucaso hace más de un siglo. Capturado y exiliado por los rusos, Shamil lamentaba la pérdida de su libertad y anhelaba regresar a su hogar. Sin embargo, encontraba consuelo en la esperanza de que, algún día, sería liberado y retornaría a su tierra y gloria antiguas.

El Rebe relató esta historia con profunda emoción, destacando que Shamil es una metáfora del alma cuando desciende a este mundo y se inviste en el cuerpo humano. El cuerpo es la “prisión” del alma, que ansía regresar a su hogar celestial. El alma se esfuerza por liberarse de su exilio corporal al inspirar al cuerpo a darle un sentido espiritual a la vida mediante la Torá y sus mitzvot.

Mientras el Rebe hablaba del anhelo del alma por su origen celestial, su voz se quebró, y comenzó a llorar intensamente, tanto que todo su cuerpo temblaba con sus sollozos. Fue un momento profundamente conmovedor. Una vez que se recompuso, el Rebe comenzó a enseñar a todos los presentes el nigún de Shamil.

Fue una experiencia extraordinaria, y no me fui a dormir hasta después de las 5 de la mañana. No es de extrañar que me quedara dormido y me levantara tarde. Iba corriendo por la calle temprano en la tarde cuando me encontré con la Rebbetzin Jana. Al verme a esa hora, inmediatamente supo lo que había pasado. "¿Te quedaste despierto para el nigún anoche?", me preguntó.

Cuando le admití que sí, ella quiso saber qué nigún había presentado el Rebe.

“No recuerdo el nigún,” respondí con honestidad. “Pero el Rebe contó una historia sobre un hombre al que comparó con el alma de un judío, y lloró mucho.”

Ella no dijo nada ante eso, solo me sonrió, y seguimos caminando juntos hacia 770. Al llegar, en lugar de dirigirse al edificio y al Ezrat Nashim, caminó por la pendiente hacia la sucá, donde el Rebe estaba dirigiendo el baile con la Torá. Cuando llegamos a las puertas batientes, ella se detuvo. “¿Quiere usted entrar?”, le pregunté. Ella asintió, así que le abrí la puerta.

Me di cuenta de que quería ver al Rebe, así que comencé a tocarles el hombro a los muchachos, pidiéndoles que despejaran el camino que llevaba directamente hacia donde él estaba. En poco tiempo, la multitud se abrió para ella como si fuese un mar, pero ella permaneció donde estaba, simplemente observando al Rebe. Cuando él la vio, le dijo "Gut Yom Tov". Ella sonrió y respondió con un suave "Gut Yom Tov", y luego se marchó.

Naturalmente, la gente empezó a preguntar de qué se trataba todo esto y cuál había sido mi participación. Al final, tuve que admitir que le había contado a la Rebbetzin sobre el nigún y sobre el llanto del Rebe.

Debió haberse conmovido profundamente al enterarse de cuánto había llorado su hijo esa noche, y, como madre, simplemente quería verlo después de una noche tan intensa y emotiva.

***

El rabino Najum Kaplan es el director de la oficina de educación de Merkos L’Inyonei Chinuch, la organización central de difusión de Jabad, que brinda orientación a las escuelas administradas por Jabad en todo el país. Fue entrevistado tres veces en septiembre y diciembre de 2020.

lunes, 7 de octubre de 2024

Asumiendo el Reinado de Hashem en Rosh Hashaná vs. todo el año

Por R. Sholom Avtzon


Cuando el Miteler Rebe asumió el Nesius, su yerno Rab Menajem Mendel accedió a seguir respondiendo las consultas halájicas que se le enviaban al Miteler Rebe y también aceptó guiar a los jóvenes. Sin embargo, no estaba dispuesto a involucrarse en asuntos comunitarios. La excepción fue cuando arrestaron a su suegro, el Rebe.

Durante un Farbrenguen, les preguntó a los jóvenes cuál había sido el logro de su abuelo, el Alter Rebe. Cada uno expuso sus ideas. Si bien todos mencionaron un logro, Rav Menajem Mendel respondió que el Zeide había logrado mucho más que eso.

Una persona dijo: en el Shulján Aruj se observa en varias halajot que hay diferentes opiniones. Si bien la ley queda como la opinión indulgente, una persona de estatura debería seguir la opinión más estricta. [En otras ocasiones, dice que si uno se comporta de esa manera, aparentaría esto que está siendo presumido.]

Por lo tanto, originalmente, cuando estábamos en un nivel inferior, no estábamos obligados a seguir la opinión más estricta, ya que no éramos baal nefesh . Sin embargo, el Rebe nos elevó a un nivel superior y, por lo tanto, ahora estamos obligados a seguir la opinión más estricta.

El Tzemaj Tzedek disfrutó de esta idea y comenzó a cantar con tanto entusiasmo que se puso a bailar con los jóvenes. Sin embargo, después de un minuto o dos, de repente se detuvo y dijo: “Eso no es del todo correcto. Mi Zeide, el Rebe nunca obligó a nadie y, consecuentemente, forzar a una persona a hacer algo; más bien, le dio la capacidad y el mérito para poder hacerlo.”

Y esa es quizás la diferencia entre Rosh Hashaná y todo el año. Durante todo el año, cumplimos la voluntad y las Mitzvot de Hashem, porque somos judíos y seguimos el Shulján Aruj. En otras palabras, porque Hashem es nuestro Rey, nos comportamos como Él quiere.

Pero en Rosh Hashaná declaramos algo más, declaramos que queremos que Él sea nuestro rey y no lo aceptaremos de otra manera.

En otras palabras, normalmente seguimos las leyes de un país porque vivimos en ese país, pero en Rosh Hashaná sería como que nos trasladamos a otro lado del mundo porque queremos vivir en el país de ese Rey.


Para aclarar esto mejor voy a explicarlo con otra historia.

Había un joven que era uno de los mejores estudiantes de su Yeshivá. Cuando alcanzó la edad para casarse, el Shadjan mencionó su nombre a algunas familias que buscaban a alguien para su hija.

Una familia le preguntó al Rebe si debían tenerlo en cuenta, ya que habían oído cosas maravillosas sobre su conducta y carácter. La respuesta del Rebe no fue la que recibieron casi todos los demás, a ellos les respondió que debían consultarlo con un Rov.

Dado que el joven era cercano a Reb Isroel Jacobson, hablaron del asunto con él. Rab Jacobson dijo: “El Rebe no te está aconsejando que me preguntes sobre su personalidad, conducta, etc., sino otra cosa. Por lo tanto, dame unos días y me pondré en contacto con ustedes.”

Llamó a los padres y les dijo que, como miembro de la dirección de la Yeshiva, le gustaría hablar con ellos sobre la próxima etapa de la educación de sus hijos. Los padres acudieron a su oficina y, en el transcurso de la conversación, le informaron que el joven no era su hijo biológico, sino que lo habían adoptado y, como ellos mismos no son observantes, nunca le habían realizado un proceso de conversión.

El joven, que se había vuelto ortodoxo y luego comenzó a sobresalir en su aprendizaje, conducta y piedad por sí solo, quedó estupefacto cuando escuchó que en realidad no era judío. Enfadado, declaró: “Si ese es el caso, no tengo necesidad de vivir este estilo de vida” e inmediatamente se quitó la kipá y salió furioso de la oficina del maestro.

Así que durante los años que él ejemplificó la conducta de una persona judía, fue porque creía que era miembro y parte del pueblo judío, y así es como un judío debe comportarse. Sin embargo, cuando se le informó que era su elección, él declaró: “No soy súbdito de Hashem, y Él no es mi Rey, así que no tengo nada que ver con Él.”

Pero en Rosh Hashaná declaramos que una vida sin estar conectados con Hashem no es vida. Deseamos que Él sea nuestro rey, y aunque quizás en ciertos aspectos yo no me comportaba como debía, siendo que estoy pidiendo y suplicando que Él me acepte como Su súbdito, declaro que estoy dispuesto a comportarme como Él me lo pide. Además, nuestros sabios nos informan que ningún judío desea estar separado de Hashem, y cuando peca es porque el Yetzer Hará lo coaccionó a hacerlo, mientras que él mismo siempre fue fiel a Hashem.


Una vez, en Hoshaná Rabá, un josid de Satmer decidió que iría a ver al Rebe para recibir Lekaj y una brajá para un buen y dulce año.

Cuando llegó a la fila, la última persona era un judío con el pelo largo (un hippie). Un momento después, la fila se extendió y otros judíos se colocaron detrás suyo. Mientras la fila avanzaba, se preguntaba qué tendrá en común este judío que estaba frente a mí con el Rebe de Lubavitch, y tal vez esto fuera una especie de señal de que yo tampoco debería ir a verlo al Rebe de Lubavitch, ya que soy un josid de un Rebe diferente. 

Pero luego pensó: “Ya viajé hasta aquí, así que debo permanecer en la fila”. Mientras este debate interno se desarrollaba en su mente, la fila se movía y de repente se dio cuenta de que en un minuto o dos estaría parado frente al Rebe y decidió: “Ya estoy aquí y será bueno recibir el lekaj y la broje del Rebe de Lubavitch.”

Cuando el Rebe le dio el lekaj al judío que tenía frente a él, además de decirle Shana Tova Umetuka, el Rebe agregó y le dijo: Espero verte en las Hakafot. Una vez más, la persona que estaba detrás de él comenzó a cuestionar esta relación que existe entre el Rebe de Lubavitch y los judíos que no son religiosos.

Cuando el Rebe le entregó un trozo de lekaj y también le dio la brajá para un año bueno y dulce, le preguntó: ¿Estás familiarizado con las enseñanzas del Ismaj Lev [el primer Rebe de Satmer]?

La persona respondió afirmativamente y el Rebe continuó: "En su introducción a su Sefer sobre Tehilim, el Ismaj Moshe escribe que la razón por la que el tzadik Reb Yejiel Mijl tuvo el mérito que sus cinco hijos fueran Tzadikim excepcionales, era porque era amigable con todos los judíos."

Obviamente el josid Satmer quedó asombrado por el Ruaj HaKodesh evidente, por cómo el Rebe leía o escuchaba sus pensamientos. 

Pero en realidad, esta es la esencia del toque del Shofar, como explicó el Baal Shem Tov. La razón por la que tocamos el Shofar es que se lo compara con un príncipe que abandonó el palacio para “disfrutar” del mundo exterior. Después de vagar por muchos años, hizo un balance de su situación y se dio cuenta de lo tonto que se había comportado. Había abandonado la vida de príncipe para fregar ollas y sartenes y vivir en una choza destartalada que se congela en invierno y gotea cuando llueve.

Decidió emprender el largo viaje de regreso a casa de sus padres. Al no tener ahorros, tuvo que caminar a pie y le llevó meses. Finalmente llegó a la capital y con esperanza en su corazón comenzó a caminar hacia el palacio. Sin embargo, cuando se encontró con los guardias, se dio cuenta de que había olvidado su idioma natal. 

Los guardias no entendían sus palabras y le negaron la entrada. El príncipe se sentó en la cima de la colina y miró hacia el jardín del palacio. Unas horas después, vio a su padre paseando por el jardín. Embargado por la emoción, un grito emanó de su boca.

El rey se sobresaltó y se quedó quieto por un segundo al reconocer ese grito. Inmediatamente ordenó a los guardias que le trajeran a su querido hijo. Cuando entró en el palacio, el rey corrió hacia él y lo abrazó.

El sonido del Shofar es ese grito que emana de lo más profundo del corazón de la persona.

El rey -Hashem- nos abraza, aunque recuerda la angustia que le causamos a lo largo de los años.

Que todos sean abrazados por Hashem con una Ketiva Vejatima Tova, LeShana Tova Umetuka.

Cartas del Rebe para todo Am Israel traducidas para Rosh Hashana 5785

Carta Rebe Rosh Hashana 5785 

martes, 27 de agosto de 2024

El poder de un llanto al encender las velas de Shabat

Por Rab Yejiel Spero

Rab Yehuda Davis, un Melamed de Yerushalaim, compartió una historia conmovedora que demuestra cuán poderosas pueden ser nuestras lágrimas. Como Melamed de quinto grado, Rab Davis se esfuerza por inculcar en sus alumnos los principios fundamentales de la Guemará, con el objetivo de construir una base sólida para su futuro aprendizaje.

Sin embargo, había un niño llamado Yosi que, a pesar de todos sus esfuerzos, simplemente no lograba entender las lecciones. Cada día llegaba a la escuela con una actitud positiva, pero siempre se iba llorando, sintiéndose un fracasado. Las dificultades de Yosi no solo afectaban su aprendizaje, sino también su vida social. Durante el recreo, los otros niños se burlaban de él y lo excluían, llamándolo "el tonto de la clase". Estas constantes burlas fueron desgastando a Yosi. Perdió la confianza en sí mismo, y la chispa en sus ojos comenzó a apagarse. Hasta ese año escolar, Yosi había sido un niño alegre y lleno de vida, pero ahora, era solo una sombra de lo que solía ser.

Los padres de Yosi estaban muy preocupados. Lo llevaron a varios expertos para tratar de descubrir por qué tenía tantas dificultades. Contrataron tutores adicionales, le compraron útiles escolares especiales y le ofrecieron premios por sus esfuerzos. Sin embargo, nada parecía ayudar. La madre de Yosi estaba desconsolada; no podía soportar ver a su hijo tan infeliz y desanimado.

Entonces, un día, ocurrió algo increíble. Yosi llegó a la escuela con la cabeza en alto, y su ceño fruncido había desaparecido, reemplazado por una sonrisa que se extendía de oreja a oreja. Participaba activamente en clase, hacía preguntas y daba respuestas correctas. Durante el recreo, jugaba con los otros niños, riendo y disfrutando.

Rab Davis, su melamed, estaba asombrado. No había cambiado su método de enseñanza, pero de repente Yosi estaba prosperando. Intrigado por la causa de este cambio, Rab Davis llamó a la madre de Yosi para contarle sobre la notable mejora de su hijo. Luego le preguntó: "¿Podría decirme qué sucedió en casa que provocó tal cambio?"

La madre de Yosi le explicó: “Estaba tan preocupada por Yosi que lloré durante meses. No podía dormir. Me lo imaginaba teniendo dificultades en clase y siendo excluido durante el recreo. Lo peor de todo era que lo escuchaba llorar por las noches, mientras empapaba su almohada con lágrimas. Como madre, sentía profundamente su dolor.

Entonces, se me ocurrió una idea. Le dije a Yosi que hay un momento especial cada semana en el que rezo muy fuerte por él y por todos mis hijos: cuando enciendo las velas de Shabat. Durante ese momento, recito una Tefilá especial por el bienestar y el éxito de mis hijos. Es un momento especial, un Et Ratzón, cuando puedo abrir mi corazón a Hashem.

‘¿Por qué no te paras al lado mío cuando encienda las velas’, le sugerí a Yosi, ‘y haces una Tefilá conmigo? Juntos, podemos abrir nuestros corazones a Hashem. Quizás eso te ayude’.

Yosi estaba tan triste que estaba dispuesto a intentar cualquier cosa”, continuó su madre. “Así que, ese viernes por la tarde, mientras yo encendía las velas, Yosi se paró a mi lado. Ambos nos cubrimos el rostro y lloramos y susurramos nuestras Tefilot a Hashem. Después de unos momentos, terminamos. Nuestros ojos estaban rojos y húmedos, pero sentimos una sensación de alivio y esperanza.

“A partir de ese momento,” continuó la madre de Yosi, “todo comenzó a cambiar. Yosi recuperó la confianza y comenzó a tener éxito en la escuela. Estoy segura de que fueron nuestras Tefilot sinceras y nuestras lágrimas las que marcaron la diferencia.”


Fuente: "The ArtScroll Shabbos Table" Parashat Pinjas 5784.

©JasidiNews 
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lunes, 19 de agosto de 2024

Y siguen siendo caballos...

Cierta vez un Yehudi fue a ver a Rabi Bunem de Pshisja, y se quejó ante él: "Está escrito en los Sefarim que quien ayuna durante un cierto período de tiempo amerita la revelación de Eliahu Hanavi. ¡Yo he ayunado todos esos días y no recibí ninguna revelación!”

El Tzadik lo miró y le respondió: "Te contaré una historia":

Una vez, el Baal Shem Tov emprendió un viaje a cierto destino. Como siempre, el viaje transcurrió de modo  milagroso, con ‘saltos’ y acortamientos milagrosos durante el viaje. Los caballos estaban acostumbrados a detenerse en cada parada a alimentarse, allí recibían comida y bebida. Para su sorpresa, esta vez no se les permitió descansar en alguna parada. Se movían rápidamente de pueblo en pueblo, sintiendo como si estuvieran volando por los aires. Los paisajes a su alrededor pasaban y cambiaban a una velocidad extraordinaria.

Los caballos pensaron en sus corazones: '¿Quizás no somos caballos? ¿Quizás somos humanos? Si somos seres humanos, no comeremos en los paradores y establos, sino que recibiremos comida en las posadas, junto a nuestros pasajeros...'.

Para su sorpresa, incluso cuando la carreta pasó por una posada al costado de la ruta, no recibieron su comida. 'Si es así, no somos humanos sino ángeles, y no necesitamos comida ni bebida en absoluto...', los caballos reflexionaban con entusiasmo y emoción.

Finalmente, el Baal Shem Tov y sus discípulos llegaron a su destino. Los caballos fueron llevados al establo y ubicados frente a un montón de hierbas y heno. Sin dudarlo, los animales se abalanzaron sobre la comida, como verdaderos caballos…

El Yehudi miró al Tzadik desconcertado, preguntándose cómo se relacionaba la extraña historia con su pregunta sobre la revelación de Eliahu Hanavi.

Luego de una breve pausa, el Tzadik le terminó diciendo: "Quien se dedica a llevar a cabo ayunos está seguro de que ya ha alcanzado el rango de un Malaj (ángel) y es digno de que se le revele Eliahu Hanavi. Sin embargo, el ayuno no es lo principal. La medida de refinamiento se comprueba precisamente durante la comida después del ayuno. Si una persona ha completado el número requerido de ayunos y se abalanza sobre la comida que se le sirve con brusquedad animalesca, es una señal de que sigue siendo un caballo, y nada ha cambiado…”


Fuente: Sipurei Jasidim, pág. 227.

Salvando a un Yehudi antes de tomar una grave decisión de la manera más original

Un hombre llamado Jaim vivía en Montreal, Canadá. Debido a grandes dificultades económicas, Jaim decidió mudarse a una parte desconocida de Canadá, pensando que le iría mejor allí, tomando en consideración su Parnasá y la de su familia. Cuando el Tosher Rebe, Rab Meshulam Feish Segal-Lowy זצ"ל, se enteró de las intenciones de Jaim, procuró entender las razones que lo llevaron a tomar semejante decisión.

El Rebe, que era conocido por su gran compasión y צדקות, le hizo algunas preguntas como ser si tendría un Minian estable, una Mikve y un Jeider en esta nueva ciudad. Lamentablemente, Jaim admitió que no iba a contar con estos aspectos esenciales de la vida judía en su nueva ciudad.

El Rebe se sintió mal al oír esto y buscó una razón más profunda la cual haya llevado a Jaim a tomar semejante decisión, que cambiaría su vida. Con honestidad y franqueza, Jaim le contó al Rebe un incidente lamentable que había quebrado su Bitajón y afectado significativamente sus circunstancias en la vida.

Durante un viaje de negocios a Amberes, viajaba con una cantidad sustancial de dinero y, trágicamente, el dinero desapareció en el aeropuerto. De alguna manera se lo robaron y se quedó sin un centavo. Buscó por todas partes pero no pudo encontrarlo. Abrumado por la desesperación, regresó a Montreal agobiado por el peso de sus problemas financieros.

El Tosher Rebe quedó conmovido ante la historia de Jaim y trató por todos los medios posibles evitar que Jaim se vaya de la ciudad, ofreciéndose a ayudarlo con sus problemas financieros, pero Jaim estaba decidido a mudarse y comenzar de nuevo, sin importar lo que el Rebe dijera u ofreciera. A regañadientes, el Rebe observó cómo Jaim se preparaba para partir.

Al día siguiente de su conversación, un extraño se acercó a Jaim en la calle. Por alguna razón, este extraño le pareció familiar y Jaim le dijo: “¿Te conozco de algún lugar? Me pareces familiar.”
El corazón de Jaim dio un vuelco cuando el extraño respondió. “He cargado con una carga de culpa desde aquel día en el aeropuerto”, confesó el extraño. Jaim se sorprendió. El hombre dijo: “No podría vivir sabiendo que había tomado tu dinero. Me ha agobiado todos los días desde entonces. Toma, por favor acéptalo de vuelta”. Y con eso, el extraño le entregó a Jaim la suma exacta de dinero que le habían robado años atrás. 

Jaim escuchaba maravillado lo inimaginable que estaba sucediendo y por otro lado lleno de gratitud, lo que dejó esto un profundo impacto en él. Abandonó su plan de mudarse y una vez más Montreal se convirtió en su hogar, donde él y su familia continuaron creciendo y prosperando.

Veinte años después, se difundió la triste noticia de que el Tosher Rebe había fallecido. Mientras la gente se congregaba alrededor del Kever del Rebe, Jaim se encontró con aquel extraño una vez más. Jaim comentó: “Supongo que esta es la tercera vez que nos vemos”.
Sin embargo, el extraño lo corrigió humildemente y dijo: “No, esta no es la tercera vez. Es solo nuestro segundo encuentro. La verdad es que, aunque te dije que te robé el dinero, en realidad nunca lo tomé. El Tosher Rebe se sintió terrible por el hecho que estabas dispuesto a abandonar el estilo de vida judío y, en su צידקות, me dio ese monto de dinero y me pidió que me acercara a ti, como si yo fuera el que lo había robado.”

¡Las lágrimas brotaban de los ojos de Jaim cuando se dio cuenta de la profundidad de la sabiduría del Tosher Rebe y de su extraordinario acto de amor y bondad hacia él!


Fuente: "The Tosher Rebbe",  Artscroll Series.

"¿Qué está pasando con la joven judía que me escribió aquella carta?"

Una joven de 16 años de Balaclava, un suburbio de Melbourne, Australia, sentía un profundo deseo de convertirse al judaísmo. Reb Jaim Gutnick, conmovido por su sinceridad, la llevó ante un Beit Din, pero fue rechazada debido a su edad (demasiada joven para tomar esta decisión).

La joven se angustió y enfermó, perdiendo el apetito y el sueño. Aconsejada por Reb Jaim, le escribió una carta apasionada al Rebe explicándole su anhelo por ser judía.

Pero no recibió respuesta. En cambio, el Rebe hizo referencia a su caso en una carta a Reb Jaim. En la posdata el Rebe le escribió:
“¿Qué está pasando con la joven judía de Balaclava que me escribió esa larga carta?”

Entendiendo el mensaje, Reb Jaim se dispuso inmediatamente a reunirse con los padres de la joven y, tras una intensa conversación, la madre reveló que había estado ocultando su identidad judía durante toda su vida debido al Holocausto.

Poco tiempo después, Reb Jaim tuvo un Yejidus con el Rebe. "Entre Jsidim se asume que el Rebe sepa estas cosas”, dijo. “No quiero sonar jutzpedik, pero quiero preguntar si hay alguna una explicación racional…” [al conocimiento del Rebe sobre las raíces judías de la chica].

El Rebe sonrió y dijo: "Sólo una ídishe meidele podría haber escrito una carta así".


Fuente: The Weekly Farbengen, Matot-Masei 5784

"Que venga el Mashiaj y se lleve a los Cosacos a Ierushalaim..."

En el pasado, la mayoría de la gente tenía un gran desconocimiento sobre el significado del Galut y la magnitud del bienestar que habrá en los días de la Gueulá. Esta falta de comprensión (e ignorancia) se ilustra en la siguiente historia.

Rabi Najum de Chernobyl solía viajar frecuentemente entre ciudades para Tzorjei Mitzvá (con motivos nobles y necesidades comunitarias). En uno de sus viajes, se hospedó en una posada de una familia judía rural y muy sencilla, ubicada en un pueblo aislado y lejos de las grandes ciudades donde vivían la mayoría de los judíos.

Como era su costumbre, el Tzadik se despertó a medianoche para realizar el Tikún Jatzot en su habitación, derramando su corazón en súplicas y lágrimas por los sufrimientos del Galut y la opresión.
 
Los sollozos del Rebe despertaron al posadero, quien, en su inocencia y sencillez, pensó que algo terrible le había sucedido y corrió a la habitación del Rebe.

El Tzadik Rabí Najum sabía que el posadero tenía una mentalidad muy simple, por lo que trató de explicarle en palabras sencillas que estaba llorando y lamentándose por la destrucción del Beit Hamikdash y por los padecimientos que acosan al pueblo de Israel desde entonces. También le explicó que al mismo tiempo pedía y rezaba para que llegara pronto la Gueulá y que entonces todo iría bien para todo Am Israel.

Sin embargo, las explicaciones no parecieron tener efecto en el aldeano, quien seguía mirando asombrado a Rab Najum sentado en el suelo, con una vela a sus pies, un saco de arpillera sobre su cuerpo y un montón de tierra sobre su cabeza, con lágrimas brotando de sus mejillas.

"'¿Y acaso no deseas que Mashiaj aparezca y se revele, y que todos juntos vayamos con él a Ierushalaim, Ir Hakodesh?!" Intentó explicárselo Rabi Najum con una pregunta.

“No lo sé", respondió inocentemente el aldeano, "Debería consultarlo con mi esposa…”

Al poco tiempo regresó y dijo:

"No, mi esposa no está de acuerdo. Pregunta cómo podemos mudarnos a Ierushalaim y dejar atrás todas las gallinas y los patos que criamos y con los que nos ganamos la vida."

Rabí Najum volvió a preguntarle:
"¿Y qué harás si vienen los cosacos a tu finca y te roban tus bienes, y que incluso pueden amenazar con tu vida?!"

El aldeano, avergonzado, regresó nuevamente a consultarlo con su esposa y le pidió que reconsiderara la sugerencia. 

Su respuesta no se hizo esperar:

"Bueno, entonces dile al Rebe que rece para que venga el Mashiaj, y se lleve a los cosacos con él a Ierushalaim..."



Fuente: "Lejak Tob"

[El mensaje que transmite esta historia se puede hacer todo un Farbrenguen...]

domingo, 11 de agosto de 2024

5 de Av - Arizal - La firma real auténtica

5 de Menajem Av - Yortzait del Ari z"l - Rab Itzjak Luria


Una comunidad judía lejana de Tzfat se encontró cierta vez en grave peligro. Siempre había sufrido bajo las manos de su gobernante despótico y antisemita, pero ahora había emitido un decreto en todo su reino exigiendo que los judíos pagaran una enorme suma de dinero en un plazo de tres meses o sufrirían el destierro.

Los judíos estaban devastados. ¿Qué iban a hacer? ¿Cómo podrían recaudar aquella suma astronómica? "¡Incluso si vendiéramos todas nuestras posesiones, no podríamos reunir esa suma!" se dijeron unos a otros con desesperación. El gobernante era insensible y no estaba dispuesto a ceder ni un centavo. ¿De dónde saldrá la ayuda?

Siguiendo la tradición milenaria, todos se convocaron en los Shuls -hombres, mujeres y niños- para hacer Tefilá. Tocaron el Shofar, dijeron Selijot y lloraron con la esperanza de que Hashem el Todopoderoso viera su difícil situación y tuviera misericordia de ellos. Enviaron una pequeña delegación de mensajeros dignos a comunidades judías de diversas partes, de cerca y de lejos, para instarlas a que recen también. Los mensajeros viajaron día y noche sin descanso, sabiendo muy bien el peligro que enfrentaban ellos y su pueblo.

Un viernes por la tarde llegaron a Tzfat, cansados y desgastados por el viaje. Antes de hacer los preparativos para el Shabat entrante, corrieron a la casa del 'Ari Hakadosh ' y le contaron la calamidad inminente que amenazaba a su comunidad. Rab Itzjak Luria era famoso como un hombre santo y hacedor de milagros, por lo que sabían que él era la persona a quien acudir.

Cuando llegaron a su casa, lo encontraron vestido de Shabat con una amplia túnica blanca. Parecía un ángel celestial. Sus discípulos ya se reunieron a su alrededor, preparados para salir al campo, como de costumbre, al encuentro de Shabat Hamalká. Pero una mirada a los polvorientos y agitados viajeros demostró que estaban allí por asuntos urgentes. El Ari se sentó con ellos y les prestó toda su atención.

Llorando y sin aliento, contaron su penosa historia. El Arí los tranquilizó diciendo: "No teman. La salvación de Di-s llega en un abrir y cerrar de ojos. Serán mis invitados este Shabat. Vayan ahora y prepárense; olviden vuestras preocupaciones y prepárense para recibir a Shabat Hamalká, porque ya es tarde. No estén tristes. El Shabat no es tiempo para eso. Relájense y confíen en Él, porque verán que cuando termine el Shabat, la salvación ya estará dispuesta."

Los mensajeros rápidamente se prepararon para el santo día. Pasaron el Shabat con el Ari y se dieron cuenta de que todo lo que habían oído acerca de este hombre santo era verdad. Nunca en sus vidas habían experimentado un día santo de descanso tan exaltado y maravilloso.

Después de Havdalá, el Ari se volvió hacia sus invitados y los invitó a ir con él. También les dijo a varios de sus discípulos que tomaran algunas cuerdas y sogas fuertes y vinieran también.

El Ari fue primero. El camino estaba débilmente iluminado por las estrellas parpadeantes. Nadie sabía adónde iban pero siguieron con confianza al maestro. El grupo procedió así durante mucho tiempo, sin pronunciar una sílaba, hasta que el Arí se detuvo. El Ari señaló un lugar frente suyo. Entrecerrando los ojos, los hombres pudieron distinguir un pozo profundo.

"Desenrollen las cuerdas y bájenlas al pozo", ordenó el Arí. Los talmidim hicieron lo que se les dijo. Cuando sólo quedaron las puntas en sus manos, el Arí les ordenó tirar. Comenzaron a tirar de las cuerdas hacia arriba, pero sintieron, de inmediato, que las cuerdas se habían enganchado en algo. Tiraron y tiraron mientras el Ari estaba de pie junto a ellos, instándolos a seguir adelante. Tiraron con todas sus fuerzas.

Finalmente el objeto apareció a la vista. Habían extraído una magnífica cama de caoba con dosel y cuatro postes. Y en él yacía una figura, todavía profundamente dormida. Su vestimenta y su apariencia indicaban que era un hombre poderoso.

El Ari se acercó a la cama y comenzó a sacudir violentamente a aquella persona dormida, despertándolo. El hombre miró a su alrededor, perturbado.

El Ari se dirigió a él enojado: "¿Sigues obstinadamente decidido a desterrar a los judíos de tu país?"

El hombre lo miró con arrogancia y dijo: "¡Sí!". Los mensajeros enseguida lo reconocieron como su gobernante.

"Muy bien", dijo el Arí, "entonces debes sacar toda el agua de este pozo con esto antes de la mañana". Y le entregó un balde al que le faltaba fondo.

El rey miró el balde incrédulo. "¿Cómo puedo hacer eso?" preguntó. "¡Aunque viviera mil años, no podría sacar ni una sola gota de agua con eso!"

El Ari lo ignoró. "Ponte a trabajar, o si no..." El monarca quedó antes estas palabras como aterrorizado y suplicó clemencia.

"¿Cómo esperas que te tenga compasión cuando tú mismo eres un desalmado? El decreto que promulgaste contra los judíos de tu tierra es tan imposible como esta tarea. ¡No tienen los medios para recaudar una suma de dinero tan absurda! Si no accedes a abolir tu decreto, este mismo pozo será tu tumba!" — le gritó el Arí.

El rey tembló incontrolablemente. Sus dientes castañeteaban de miedo; balbuceó una promesa de anular el decreto contra los judíos de su tierra. Entonces el Ari sacó un documento, ya escrito, y lo leyó en voz alta: "Por la presente afirmo que he recibido la suma impuesta a los judíos de mi región y que dicha suma ha sido depositada en el tesoro real. Por lo tanto, el decreto queda nulo y sin efecto."

El rey asintió y con mano temblorosa firmó su nombre al pie del documento y se lo devolvió al Ari. El Ari lo enrolló y se lo dio a los mensajeros que estaban allí, sin poder creer lo que veían. El Arí se volvió hacia sus discípulos y les dijo que bajaran la cama al pozo.

A la mañana siguiente, cuando el rey se despertó, se encontró en su propia cama, en su propia alcoba del palacio. Le dolía la cabeza y sentía todo su cuerpo pesado. "Qué sueño más extraño tuve anoche", murmuró. "Qué personajes tan extraños imaginé. Debí haberme agitado mucho porque siento como si hubiese recorrido una enorme distancia. ¡Y cómo me da vueltas la cabeza!"

El ultimátum de tres meses llegó a su fin, pero el rey ya se había olvidado de su extraño sueño. Alegremente, comenzó a hacer planes respecto a cómo iría a gastar el dinero o, como parecía probable, deshacerse de los odiados judíos.

Él sonrió. De todos modos, ganaría mucha riqueza ya sea que pagaran la multa o no. Porque al desterrarlos confiscaría todas sus propiedades.

Se felicitaba a sí mismo por su brillante plan.

El día señalado, se sentó en su palacio, esperando con impaciencia la llegada de los representantes judíos. Esperó, pero en vano; no aparecieron. Molesto, envió a sus soldados al jefe de la comunidad judía, exigiéndoles que se presentaran antes de la puesta del sol, o los desterraría a todos de sus fronteras.

Los mensajeros que habían sido enviados a Tzfat fueron ante el gobernador, se inclinaron ante él y dijeron: "Su Majestad, que su reino florezca, ya hemos pagado la suma. Aquí está el documento que usted mismo firmó. No debemos nada. No hay razón para hablar de destierro."

Desplegaron el pergamino que llevaba la firma del rey y se lo mostraron. Cuando el rey miró el documento, de repente se desveló como una capa que cubría su memoria.

Revivió los acontecimientos de aquella noche llena de terror. ¡Entonces no había sido sólo una pesadilla! Quién sabe qué más pretendía hacerle aquel poderoso rabino. Si aquel judío fue lo suficientemente poderoso como para transportarlo, en su cama, en medio de la noche, ¡estaba completamente a su merced! Con labios temblorosos, el rey reconoció que, efectivamente, había recibido la suma completa y que el edicto ya no estaba en vigor.

A partir de ese momento, tuvo mucho cuidado con los judíos de sus tierras. Incluso emitió un nuevo decreto proclamando que el pueblo judío era su súbdito protegido y quienquiera que los dañara de cualquier manera sería severamente castigado.

Se dice que después de que el monarca supo la identidad del santo rabino que se lo había llevado en medio de la noche, siempre rogó a los judíos de su tierra que lo mencionaran ante el Arí y le pidieran una bendición. Y al pronunciar su nombre, sacudía la cabeza con incredulidad y murmuraba: "No puede ser un ser mortal. ¡Seguramente es un ángel viviente!"


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Fuente: "The Arizal - The Life and Times of Rabbi Yitzchak Luria" by Nechamiah Piontac (Mesorah)

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lunes, 22 de julio de 2024

Una poderosa historia del Frierdiker Rebe

Cuando el Frierdiker Rebe llegó a las costas de Estados Unidos en 1940, una de las tantas actividades que inició fue un grupo semanal de estudio de Torá en Manhattan, al que asistían procesionales y académicos. El Rebe le pidió a su secretario, el rabino Nissan Mindel, que asistiera a (y dirija) estas clases semanales y que luego lo mantenga informado acerca de su progreso. Esta tarea el rabino Mindel la hizo fielmente. En un momento, el Rebe sugirió que le contara al grupo una historia, ya que es a través de una historia que uno puede impactar más fácilmente sobre otra persona a fin de asumir cierto compromiso con la Torá y las Mitzvot, y el Rebe procedió a escribirle la historia de su interrogatorio.  El rabino Mindel tradujo esta historia y la compartió con el grupo de estudio de Manhattan.

Fue en el verano de 1921, en el mes de Tamuz (julio), cuando el Rebe fue invitado a presentarse ante la GPU (en ese entonces denominada 'Checa', comité equivalente a la Gestapo nazi y no menos temido, en absoluto).

El Rebe estaba entonces en Rostov/Don, y la “invitación” procedió de la manera habitual: mientras el Rebe estaba haciendo Davenen (rezando, todavía en el año de dueño por su padre), tres chequistas entraron en la habitación, armados hasta los dientes, con rifles, pistolas, cuchillos caucásicos y un cinturón de municiones. Sin intentar disimular su odio, se acercaron al Rebe y le dijeron que estaba siendo solicitado a que los acompañara inmediatamente a la Checa (Comisión Extraordinaria, lo que sería luego la GPU o KGB).

Dos de ellos eran de la Yevsektzia (sección judía del Partido Comunista) y el tercero era un gentil. Cuando el Rebe les dijo que deseaba concluir sus plegarias, los dos judíos casi se tiran sobre él tratando de arrancarle su Talis y Tefilín, y si no fuera por su compañero gentil lo hubiesen forzado a acompañarlos antes de concluir los rezos. El oficial gentil, sin embargo, los convenció para que dejaran que el rabino concluyera sus plegarias.

(Por cierto, el Rebe reconoció a uno de estos judíos como nativo de Shavel, habiendo acudido una vez a él en busca de ayuda, y el Rebe le había conseguido un puesto en una empresa tabacalera, e incluso le prestó algo de dinero para iniciar su propio negocio, que fue todo esto, por supuesto, antes de la revolución).

Cuando el Rebe concluyó de recitar el último Kadish, se quitó el Talis y los Tefilín y los acompañó hasta la temida Checa. Tenía un guardia armado a cada lado y uno caminando detrás, como si fuera un criminal muy peligroso. En aquella época uno nunca sabía si podría volver con vida de una visita a la Checa.

Lo condujeron a una gran sala donde unos quince hombres estaban sentados en una mesa larga, a cada lado, con dos hombres a la cabecera. El Rebe fue ubicado al final de la mesa, todavía rodeado por la guardia armada.

Uno de los dos hombres sentados en la cabecera de la mesa se dirigó al rabino diciéndole: Somos miembros del comité que investiga la actividad religiosa bajo los auspicios del Partido. Estamos comprometidos actualmente en la investigación de la fe judía. Teníamos algunas preguntas, aclaradas por el rabino Berman y Goldberg, a quienes hemos invitado aquí. Ahora usted ha sido invitado a que nos aclare ciertas dudas, respecto a la Kabala y el Jasidismo.

Él habló en ruso.

El Rebe le respondió en idish: "Ya fui 'invitado' dos veces antes a la Tcheka, y ya he declarado que no me desviaría de mis principios, y aún no se ha creado el hombre o el demonio que pueda hacerme ceder o alterar un ápice de los mismos! 

Antes de que el Rebe alcance a concluir sus pocas palabras, uno de los chekistas presentes, sentados cerca de la cabecera, desenfundó su arma apuntando directamente hacia su frente (además de estar armado con una pistola, cada uno tenía una pistola apoyada sobre la mesa, sin duda a fin de intimidarlos durante el interrogatorio), diciéndole: "Este juguete ha movido muchos principios y ha abierto la boca hasta de un mudo."

"Estás totalmente equivocado", le dijo el Rebe, "este juguete impresiona solo a aquellos que no creen, esos cobardes que solo tienen un mundo y muchos dioses, a quienes cada pasión le es un dios y tienen miedo de perder este único mundo. Pero en cuanto a los judíos que solo tienen un Di-s, pero dos mundos, ¡este juguete no asusta, e incluso no causa ninguna impresión! ”

"No te hemos llamado con el propósito de fastidiarte," dijo el presidente: "Escuchemos tus principios; tal vez podamos armonizar con ellos.”

"Mi principio es que no deseo escuchar ni hablar ningún otro idioma que no sea judío, incluso entre los gentiles, y particularmente entre personas que pertenecen al pueblo judío".

"¿Cómo sabes que somos judíos?" uno de ellos le preguntó.

“Tal vez me equivoque, y no todos los presentes aquí sean judíos. Mi abuelo podía reconocer a un judío de un vistazo incluso en la calle. Una vez, cuando estaba en Kiev caminando por la calle Krestchatik, detuvo a un joven vestido con ropas modernas, con claros deseos de disimular su origen judío, y le preguntó (en Idish) dónde vivía un famoso profesor. El joven se enfureció y le dijo: "¿Cómo sabes que soy judío?" Mi abuelo le respondió: El Bris dejó su vestigio sobre tu nariz..." Ahora bien, no puedo reconocerlo por aquel mismo criterio, pero pienso que no estoy muy equivocado."

La primera pregunta fue: “Observas tu fe en cada detalle; Mantienes la cabeza cubierta, usas Tzitzit, y así sucesivamente. Ahora, todas estas cosas que haces, ¿lo haces por convicción o por tu fe y hábito?

"Por absoluta convicción", dijo el Rebe.

"Si es así, convéncenos también y llévanos al mismo nivel espiritual que el tuyo", le dijeron.

“Estoy dispuesto a complacerte y seguramente me darás la oportunidad de cumplir tu petición; Admitirás, sin embargo, que si a un estudiante de astronomía lo detiene alguien en la calle para pedirle que le explique el sistema solar, de las estrellas y los planetas, seguramente el estudiante de astronomía le dirá: No puedo explicártelo ahora mismo, aquí en la calle, pero si realmente quieres aprender, acércate al planetario y verás con tus propios ojos a través del telescopio los movimientos de las estrellas y los planetas. De manera similar te digo, si realmente quieres aprender y estar convencido de nuestra fe en Di-s y su Torá, ven conmigo a la casa de Di-s, ponte los Tefilín, come Kasher, observa el Shabat, entonces tu mente se aclarará, como así también tu corazón, y podrás ser capaz de comprender y captar un pensamiento ético, y seguramente te llevaré poco a poco a esa convicción en la verdad de nuestra fe y de la Torá.

“Pero primero explíquemelo intelectualmente y luego él nos encargaremos de observar la fe y los valores del judaísmo, pero hasta entonces no podemos aceptar las cuestiones religiosas como una verdad.”

“Seguramente sabes con certeza que la comida no sólo satisface el estómago y otorga fuerzas, sino que incluso engorda, porque se convierte en parte de uno, sangre y carne. En la medicina, el proceso de la digestión se explica claramente, pero supongamos que alguien dijera: Me negaré a comer hasta que me expliquen cómo la comida se convierte en sangre y carne. Es necesario creer, comer y beber primero, luego ir y estudiar medicina si lo deseas. Lo mismo ocurre con la religión.”

Estas palabras dejaron una profunda impresión.

domingo, 21 de julio de 2024

Un amor y afecto aún mayor


Reb Isroel Gordon contó la siguiente anécdota:

Un jasid Jabad y su familia vivían en Rusia, en un pequeño pueblo donde no había departamento de bomberos, agua corriente ni un médico. Cuando su esposa, que estaba embarazada, enfermó gravemente, [poniendo en riesgo su embarazo] el jasid, preocupado por la falta de servicios médicos, la llevó a la ciudad de Vilna, donde el médico le ordenó de inmediato que vaya al hospital y abortara. 
Por supuesto, el josid no quiso hacer nada sin consultarlo antes con el Rebe, así que le escribió pidiendo consejo. El Rebe Rayatz le respondió: "Que la mujer se quede en casa, que no aborte. El bebé estará bien."
Y eso fue exactamente lo que sucedió: su pequeño hijo nació sano. Y este no es solo "uno de esos cuentos"; ¡yo soy ese hijo!

Dado que no había teléfono ni telégrafo en ese pueblo, mi padre no tenía manera de informarle al Rebe acerca de mi nacimiento. Así que, en su lugar, tomó cierta suma de dinero como Pidión y la colocó dentro de un Tania (la obra fundamental de Jasidut Jabad) junto a una solicitud escrita [un Pa'N]: "Que este bebé sano que mi esposa acaba de dar a luz tenga el mérito de volverse un Josid genuino y auténtico."

De esta historia apreciamos el hecho que los Jasidim siempre fueron conscientes del tremendo amor que el Rebe tenía por ellos, y ellos recíprocamente le respondían ese inmenso amor hacia él. 
En sus discursos, el Rebe Rayatz enfatizó que el amor del Rebe por un Josid es en cierto modo más profundo que el amor que los padres tienen por sus hijos.

12 de Tamuz - Liberación y Gueulá del Rebe Anterior

Reb Meir Plotkin relata:

Fui criado en Montreal y educado allí hasta mi Bar Mitzva. Poco después, en 1956, llegué a Nueva York para estudiar en la Yeshiva Torah Vodaas. En aquel entonces, era una de las Yeshivot más grandes del mundo, y ciertamente la Yeshiva más grande en América, con más de dos mil estudiantes, desde el primer grado hasta el nivel más alto del Beit Midrash. Estaba situada en Williamsburg, Brooklyn, lo que déjame decirte implicó un gran cambio, viniendo de Montreal. Me quedé en Torah Vodaas durante dos años y luego me mudé a la Yeshivá de Lubavitch. Pero estando aún en Torah Vodaas escuché la siguiente historia sobre el Frierdiker Rebe [el sexto Rebe de Lubavitch, Rabi Yosef Itzjak Schneersohn]. La ocasión era el aniversario del fallecimiento de un Rosh Yeshiva precedente, Rab Shlomo Hyman, que siempre se observaba con un importante discurso frente a todo el cuerpo estudiantil. El orador ese año en particular fue un rabino del Bronx, Rab Shmuel Koselewitz, quien llevaba a cabo los exámenes para la ordenación rabínica en Torah Vodaas. El lugar estaba repleto; todos los estudiantes estaban presentes. Esto es lo que dijo: 

“El Talmud dice: 'La Torá es preservada solo por aquel quien entrega su vida por ella.' Eso significa que la Torá no puede continuar existiendo a menos que estés listo a morir por ella.” Continuó explicando que la persona tiene que estar dispuesta a dar todo lo que tiene por la Torá, a entregar todo, todo, y no retener nada. 
Luego dijo: “Les voy a contar una historia sobre lo que eso significa, sobre alguien que hizo exactamente eso. La historia que voy a contar sucedió aquí mismo, en este edificio donde nos estamos reuniendo hoy.” 

“Sucedió en los años de la guerra, ‘42, ‘43, o tal vez ‘44. En aquel momento, Torah Vodaas estaba en crisis. Le debía mucho dinero al banco, y el banco solicitó el préstamo. La Yeshiva no podía pagarlo. El banco acudió a los tribunales y obtuvo un veredicto de que, si el préstamo no se pagaba en su totalidad, podían ejecutar la hipoteca y quitarle todos los edificios a Torah Vodaas. 
El oficial financiero de la Yeshiva, responsable de recaudar el dinero, cayó en una depresión. Se lo tomó muy mal. Sintió que debido a él, Torah Vodaas iba a cerrarse. Intentó todo lo posible para remediar la situación. Hizo llamamientos en los periódicos, pero muy poco dinero entró y la fecha límite se acercaba. 
Y luego, un día, recibió una llamada telefónica de la oficina del Rebe de Lubavitch de entonces, Rabi Yosef Itzjak Schneersohn, preguntándole cuánto dinero había logrado recaudar.
Ahora bien, él sabía que Lubavitch tenía sus propias dificultades, por lo que no esperaba ninguna ayuda del Rebe. Pensó: ‘El Rebe no puede manejar la suya, ¿cómo me va a ayudar?’ Pero unos días después, un jasid de Jabad entra por la puerta con un sobre en la mano y dice: ‘Esto es del Rebe’. 

El hombre se queda atónito. Sin palabras. Y el jasid le dice: ‘El Rebe me pidió que antes de entregarle este sobre, le mencionara algunos hechos: cuando estuvo en Rusia, tuvo que luchar contra el país más fuerte del mundo para que la Torá no se extinguiera. El tirano más grande del mundo fue Joseph Stalin, y el Rebe ni le prestó atención. Quiensea que necesitara ayuda para fortalecer la Torá, los ayudó. No preguntó si era de Jabad o no. Lo que sea que necesitaran, una Mikve, un Shojet, un maestro, trató de proporcionarlo. Hizo lo que sea para que la luz de la Torá no se extinguiera. Sus emisarios fueron arrestados, fusilados y asesinados, y él luego tenía que mantener a sus huérfanos y viudas. Y aún así, enviaba a otra persona para reemplazar a la que pereció. Todo el tiempo, su objetivo era que la luz de la Torá no se extinguiera.

Ahora, la Providencia Divina lo ha traído a los Estados Unidos, donde hay libertad de culto, y le duele saber que una gran Yeshivá con miles de estudiantes se cerraría. No porque un Stalin en Rusia quiera deshacerse del judaísmo, sino porque a los judíos en Estados Unidos no les importa. Esto el Rebe no puede soportarlo. Está dispuesto a poner en riesgo su propio movimiento, ya que también tiene deudas que pagar, pero le está dando un cheque por la suma total que necesita, para que la Torá no se extinga. Por favor, devuélvalo lo antes posible, porque todo lo que el Rebe ha ahorrado y juntado hasta ahora está en riesgo y déficit.”

Mientras Rab Koselewitz contaba la historia, todos estaban sentados allí con la boca abierta, toda la sala. Y luego exclamó: 
“¡La Torá es preservada solo por quien da la vida por ella! ¡Y eso fue lo que hizo el Lubavitcher Rebe! 
Cuando el Rebe llegó a Estados Unidos, y yo estaba allí cuando se bajó del barco, estaba semi-paralizado por las torturas que sufrió en la Rusia Estalinista. Luego perdió su Yeshivá en Polonia ante los nazis. Y desde que llegó aquí ha tenido que lidiar con muchas dificultades y oposiciones.

“¡Encuéntrenme a alguien así! Encuéntrenme a alguien que esté dispuesto a poner todo lo que tiene sin una ganancia personal. El cheque que envió a Torah Vodaas puso a todo su propio movimiento en grave deuda y riesgo.”

“Gracias a Di-s, Torá Vodaas pudo lograr de que se le pagara rápidamente. El Rebe recuperó su dinero. Pero cuando lo dio, no podía estar seguro de que eso sucedería. Eso es un verdadero sacrificio personal.” 

Esta fue la historia que relató Rab Shmuel Koselewitz, y se convirtió en una de las razones por las que finalmente fui a la Yeshiva de Lubavitch. Vi ese mismo espíritu genuino de auto-sacrificio en los seguidores del Rebe, y me inspiraron. Quería ser parte de un movimiento que tenga semejante nivel de dedicación por la Torá y por sus compañeros judíos. 


Extraído de "Jasidishe Maises" Vol. 1.
©JasidiNews 

Qué relevancia tiene el intento de asesinato al Presidente de los EEUU para nosotros


En los últimos días se ha hablado mucho acerca del intento de asesinato del expresidente Trump, y lo que dijo el Rebe en su momento acerca del intento de asesinato del presidente Reagan. La idea de este artículo es resumir los puntos principales que hizo el Rebe y la relevancia que se extiende a todas las áreas de la educación.

El 30 de marzo de 1981, el presidente Ronald Reagan salía del Hotel Hilton en Washington cuando fue baleado (y lo dejó con un pulmón perforado). El tirador, John Hinckley de 26 años, provenía de una familia pudiente y durante sus años escolares jugó fútbol, basket, y había sido elegido presidente de la clase dos veces. 

Dos semanas después, el 15 de abril, el presidente le envió un telegrama al Rebe deseándole un feliz cumpleaños y reconociendo el Día Nacional de la Educación. El Rebe respondió deseándole una pronta recuperación y hablando con él acerca de su comprensión [mutua] de la importancia de la educación en [lo que respecta a] la formación de ciudadanos íntegros.

En el farbrenguen de Yud Alef Nisan, que fue transmitido por televisión nacional para que todos lo escucharan, el Rebe abordó el asunto. Después de desearle una recuperación al presidente, el Rebe habló sobre la necesidad urgente de enseñarles a los estudiantes valores y moral a lo largo de su educación, y recordarles a los alumnos que hay un Dios que observa todas nuestras acciones.

El Rebe condenó fuertemente la tendencia educativa actual en la que los educadores sienten que no es su trabajo brindarle a sus estudiantes códigos de ética y moral; más bien, [argumentan que] solo necesitan compartirles  conocimiento y permitirles la libertad de elegir su propio camino. 

El Rebe también condenó la creencia popular en ese momento de que el crimen se originaba en vecindarios pobres donde escasean las oportunidades para sus habitantes, quienes luego, sin otras opciones, recurren a comportamientos destructivos y peligrosos.

Citando el ejemplo del reciente intento de asesinato por parte de un joven heredero de una familia empresarial americana sumamente rica y respetada, el Rebe refutó la noción anterior y la culpó de la falta de enseñanza de ética en nuestras escuelas. 

El Rebe continuó explicando que los niños necesitan ser guiados e instruidos en qué es lo que está mal y qué es lo que está bien. Necesitan saber que robar y matar son actos reprobables, y necesitan saber que hay un Ser Supremo que lo ve todo y sabe todo lo que sucede aquí abajo. Cuando los niños aprendan acerca de la presencia de Dios y que Él puede ver cualquier acción malvada que hagan, ganan la fuerza moral interior para elegir lo correcto y no causar daño.

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Hoy también hay una retórica popular de que el delito, la delincuencia y el mal comportamiento en general son simplemente el resultado de la pobreza, la miseria y la falta de oportunidades. Mientras que todavía no conocemos los detalles exactos de Thomas Matthew Crooks, podemos estar seguros de que algunos culparán a sus circunstancias por su proceder. Pero en las palabras del Rebe, no son las circunstancias de la vida las que prescriben el destino de una persona. Con valores firmes y la creencia en Dios, podemos tomar las decisiones correctas.

La fortuna que perdió en un instante y la actitud que tomó - El pobre hombre que encontró una joya y el capitán del barco

Una persona pobre se ganaba su Parnasá (sustento) cavando y vendiendo arcilla. Una vez, mientras cavaba en la tierra, se encontró una piedra preciosa que valía una fortuna. Fue a un joyero para que la tasara. El joyero le dijo: "No hay nadie en este país que pueda pagar su valor. Deberías viajar a Londres, a la capital..."
Pero era pobre y no tenía dinero para semejante viaje. Vendió todo lo que tenía y fue de casa en casa recogiendo limosnas, hasta que consiguió suficiente dinero para viajar al puerto.

Quiso subirse a un barco que se dirigiera a Londres, pero no tenía dinero, así que fue donde el capitán y le mostró su diamante.
El capitán inmediatamente le dio la bienvenida al barco con gran honor. "Es usted
seguramente una persona muy pudiente." Le dio una cabina privada en primera clase con todas las comodidades, como se les da a los más ricos.
Su camarote tenía una escotilla con vista panorámica al mar y todo el tiempo pensaba y se complacía con su diamante. Lo apreciaba especialmente mientras comía, ya que comer con alegría hace mejor la digestión.

Una vez, estaba comiendo con el diamante apoyado sobre la mesa y se quedó dormido.
Entró el grumete, agarró el mantel con las migas y las arrojó al mar. No se dio cuenta de que el diamante estaba sobre la mesa... Cuando este hombre se despertó, comprendió lo que había sucedido y se sintió terriblemente angustiado. Casi enloquece por la agonía. Pero no podía darse el lujo de estar triste, ya que el capitán del barco era una persona implacable e iracunda, y seguramente lo mataría si no pagaba su boleto. Así que siguió mostrándose feliz y de ánimo, fingiendo que no había pasado nada.

El capitán solía venir a charlar con él un rato todos los días, y ese día vino como de costumbre. El hombre fingió estar feliz. No se notó en su comportamiento que algo haya cambiado.

El capitán le dijo: "Sé que eres sabio y honesto. Te comento: quiero comprar una gran cantidad de trigo para vender en Londres. Puedo ganar mucho dinero con esta transacción, pero me temo que la gente dirá que estoy robando dinero del tesoro Real. Por eso quiero que esta compra específica esté a tu nombre. Te pagaré bien por esto." Al hombre le gustó la idea y accedió.

Tan pronto como llegaron a Londres y compraron el trigo, el capitán murió.
El trigo se lo quedó esta persona y obtuvo ganancias varias veces superiores al valor del diamante perdido.

Rabí Najman de Breslov concluyó de este Mashal: "El diamante en realidad nunca fue
suyo. La prueba de ello es que lo perdió. El trigo era suyo, y la prueba es que sus beneficios y ganancias quedaron para él. Y la razón por la que obtuvo lo que sí le correspondía es sólo porque se mantuvo con ánimo y feliz."

domingo, 7 de julio de 2024

Un saludo desde el Gueinom

Guershon Jacobson comenzó a publicar en Nueva York un semanario en Idish llamado "Alguemeiner Journal", que se hizo bastante famoso y se vendía muy bien. La mayoría de sus escritores y columnistas eran temerosos de Di-s, pero también publicó artículos de Natan Yelin-Mur, quien en su juventud editó el periódico Haa'Tzel, luchó en 'Leji' y fue miembro de la Kneset.

Yelin-Mur escribía artículos de calidad, pero expresaba fuertemente su enfoque ateo. [Jacobson les dijo a los tantos lectores que se quejaron ante él que "cuando tenía 5 años, los comunistas vinieron en medio del Kidush en Shabat y se llevaron a mi padre, quien nunca regresó. Y desde entonces creo que a cada persona se le debe dar voz, incluso cuando él no piensa como yo."]

El segundo día de Rosh Hashaná, Yelin-Mur apareció repentinamente en la casa de Jacobson. El anfitrión le sugirió:
"En mi barrio se encuentra el Lubavitcher Rebe. Está a punto de llevar a cabo un Farbrenguen con sus Jasidim. Al final distribuirá Kos Shel Brajá. Estás invitado a venir conmigo."

Yelin-Mur respondió: "Si el Rebe no me conoce, ¿qué sentido tiene que vaya? Y si me conoce, peor entonces... Desde luego que me expulsará y los jasidim se lanzarán encima mío..."

Jacobson le explicó que el Rebe es una persona amable que no hace daño a nadie y lo convenció de sumarse. Vinieron al Farbrenguen. Al final, hicieron la fila para recibir un Kos Shel Braja, y Jacobson presentó a Yelin-Mur frente al Rebe, quien sonrió y le dijo:

"¡Es un honor para mí encontrarme con usted! Usted sabe que cuando Di-s le otorga a un judío un talento determinado, debe aprovecharlo y hacer uso del mismo lo mejor que pueda."
 Yelin-Mur estaba asombrado:

"¿Usted lee mis artículos?"

"Así es", respondió el Rebe.

"¡Así que usted está de acuerdo con mis palabras!"

"Yo no dije eso."

"¡¿Como se explica entonces?!"

"Si sólo leería las cosas con las que estoy de acuerdo", dijo el Rebe, "leería muy poco..."

"Si no está de acuerdo con mis palabras", continuó Yelin-Mur, "¿por qué me bendice?!"

"Un día llegarás a la verdad", concluyó el Rebe, "pero mientras tanto, seguí escribiendo."

Jacobson lamentó en ese instante que el Rebe no hablara con Yelin-Mur sobre Torá y Mitzvot. Cuando se iban, de repente llamaron de regreso a Yelin-Mur. El Rebe le preguntó:

"¿Cómo estás en lo que respecta a asuntos de Torá y Mitzvot?"

Yelin-Mor respondió con su ingenio:

"Lo estamos evaluando..."

"No eres un joven que le competa la indecisión. Debes hacer algo al respecto."

Yelin-Mur respondió:

"Soy como el judío de la historia del Rab Levi Itzjak de Berditchov..."

Quiso explicarle al Rebe a qué se refería, pero el Rebe lo interrumpió:
"¡No es lo mismo! Ahí se trata respecto de otra persona, pero aquí te refieres a ti mismo..."

La conversación terminó con estas palabras. 
Cuando se fueron, Jacobson le preguntó:

"¿A qué historia del Rab Levi Itzjak te referías? ¿Y qué te respondió el Rebe?"

Yelin-Mur le explicó que se refería a la historia en la que el Rab Levi Itzjak llegó al Beit Hakneset en Yom Kipur, y se encontró con un judío fumando en la puerta y le dijo:

"¡Debes haber olvidado que hoy es Yom Kipur!"

"¡No lo olvidé!", respondió el hombre, riéndose.

"Entonces debes haber olvidado que está prohibido fumar en Yom Kipur..."

"¡Lo sé!"

Rabí Levi Itzjak alzó sus manos al cielo y dijo: "Ribono Shel Olam, observa qué hijos tienes. Incluso cuando fuman en Yom Kipur, ¡dicen la verdad!".

Yelin-Mur continuó explicando:

"Iba a decirle al Rebe que al menos no miento. El Rebe de alguna manera supo que me refería a esa historia y quiso decirme: Cuando una persona ve a alguien cometiendo una transgresión, debe juzgarlo favorablemente. Pero una persona no debe juzgarse de antemano así mismo favorablemente cuando se dispone a cometer una transgresión..."

Jacobson quedó admirado por el Ruaj Hakodesh del Rebe, pero no percibió que se hubiera aprovechado la oportunidad de 'romper la cáscara'.

Pasó el tiempo. Cierto día Jacobson recibe un llamado telefónico de Yelin-Mur, que le dijo:

"Estoy en un hospital en grave estado, mis días están contados, por favor venga a visitarme."

Cuando Jacobson llegó y lo visitó Yelin-Mor le entregó un sobre cerrado y le dijo:

"Sólo ábrelo cuando me muera."

Después de un corto período, Yelin-Mur falleció.

Jacobson abrió el sobre y vio un artículo (una columna periodística) con el siguiente título:
Saludos desde el Infierno.

Y allí decía:
"Están leyendo esto después de mi muerte. Como saben, no creí en 'la otra vida', pero si existe tal cosa, estoy en camino hacia allí. Quiero describirte por lo que estoy pasando ahora."

Luego comenzó a describir en su rico y elocuente lenguaje siete secciones del infierno y cómo se encuentra en la sección más baja... Describió la terrible oscuridad que reina allí, y agrega: "De repente veo una luz muy intensa, y me pregunto: ¿Qué relación tiene conmigo? Aquella luz fue acercándose y penetró más hasta entrar en mi corazón, me alzaba y me sacaba de las profundidades. Mis amigos en el infierno me preguntan: '¿De dónde viene esta luz?', y yo les respondo: 'Esta luz pertenece al Rebe de Lubavitch', y les conté acerca de nuestro encuentro."

"Tal vez el Rebe no cree que haya logrado cambiarme, pero algo cambió en mí. No me veía como un judío comprometido absolutamente a nada, pero el Rebe me trató de una manera diferente y me preguntó cómo estaba en términos de Torá y Mitzvot, como si visitara regularmente el Beit Hakneset. Él me vio como parte de Am Israel y nunca dejó de creer que había una parte en mí que todavía está conectada con Dios."


[Este hombre entendió y percibió que el Rebe cree en él, a pesar de sus ideologías y su estilo de vida. El Rebe tenía una certeza dentro suyo, genuina y realista, que él guarda pertenencia con Yahadut. El Rebe logró revelar el Kesher intrínseco de cada Yehudi, sea quien sea, con Hashem, con Su Torá y con las Mitzvot.]


©JasidiNews 

martes, 2 de julio de 2024

Qué será de Lubavitch - 30 años de Guimel Tamuz



Es normal y natural que cuando el calendario nos marca que nos estamos acercando a [cumplirse] los 30 años desde Guimel Tamuz 5754, uno comience a hacerse la pregunta obvia: “¿Qué será?” 

Por el rabino Gershon Avtzon – Cincinnati, Ohio

Es normal y natural que cuando el calendario nos dice que se acercan los 30 años de Guimel Tamuz 5754 – no importa cómo uno vea y sienta esta fecha – que el corazón comience a formularse la pregunta obvia: “¿Qué será?”

Me gustaría compartir dos historias (de muchas), donde el Rebe abordó esta cuestión y que nos mostrarán el enfoque correcto respecto a cómo abordar esta pregunta en nuestras propias vidas.

La primera historia:

En 5710-1950, Jasidut Jabad enfrentaba un dilema existencial. El Frierdiker Rebe había sido nistalek en Yud Shvat y el Rebe se negaba a asumir el mando. Los jasidim suplicaron, rogaron y le escribieron sinceras cartas al Rebe en las que le suplicaban que tuviera misericordia de ellos y aceptara el Nesius, pero en vano.

Un jasid en particular, Reb Avraham Pariz, que tenía una cercanía excepcional y única al Rebe, le escribió una carta muy apasionada en la que expresa dos puntos: 1) Varias razones y pruebas por las cuales el Rebe debería aceptar el Nesius; y 2) Que si el Rebe continúa negándose al pedido de los jasidim, entonces “¿qué pasará con Lubavitch”?

Respecto al primer punto, el Rebe respondió (Igrot Kodesh Volumen 3 página 308 #615): “Y [en cuanto a] lo que escribes acerca de mí: ¿De qué sirve tu escritura? No poseo [tales cualidades y condiciones]. Por mi parte, no necesito alusiones ni explicaciones. Me basta con contemplar brevemente mi nivel y situación para conocer mi estado. Entonces, ¿qué puede cambiar otra persona con pruebas y [explicaciones, argumentos] intelectuales?”

Respecto al segundo punto, el Rebe continuó: “¿Qué sucederá? ¿Qué sé yo? Lo que el Rebe está pensando es su responsabilidad; seguramente él se encargará de ello. ¿Cómo? No lo sé. Hay otras cosas que tampoco sé.”

La segunda historia

Era el año 1974. Israel apenas comenzaba a recuperarse de la devastadora guerra de Yom Kipur en la que cerca de 3.000 israelíes murieron y más de 9.000 resultaron heridos. El entonces Gran Rabino del norte de Tel Aviv, el rabino Israel Meir Lau, había viajado a Nueva York para visitar al Rebe y pedirle consejo.

Durante el curso de su conversación, el Rebe le preguntó al rabino Lau cuál era el estado de ánimo “en las calles de Israel”, después de haber enfrentado una guerra tan desafiante. El rabino Lau le dijo al Rebe que los judíos se preguntan unos a otros: "¿Vos vet zain?" ¿Qué será? [qué va a pasar]"

El Rebe inmediatamente agarró el brazo del rabino Lau y le dijo enfáticamente: “Idn fregn nit ¿voz vet zain? Zei freguen, ¿Voz gueit men ton? "Los judíos no preguntan: '¿Qué será?', preguntan: '¿Qué vamos a hacer?'

Estas dos historias nos muestran las respuestas duales que el Rebe espera que tengamos – e interioricemos – a la gran pregunta de “¿qué será?”. Por un lado, debemos estar seguros de que el Rebe – como Moshé Rabeinu de la generación y fiel pastor de la generación – ciertamente no abandonó a su leal rebaño. El Rebe tiene una visión y una misión y ciertamente tendrá éxito en la misión.

Es obvio que ha sido decidido y acordado por el Rebe – como todo lo que le sucede a un Rebe es con su acuerdo – que en aras del éxito de la misión especial de nuestra generación (¡la misión de traer la Gueulá!) necesitaríamos pasar por este período de ocultamiento y confusión. No debería sorprendernos que no entendamos los caminos del Rebe y deberíamos poder decirnos honestamente a nosotros mismos: “Lo que el Rebe está pensando es su responsabilidad; seguramente él se encargará de ello. ¿Cómo? No sé. Hay otras cosas que tampoco sé”.

Al mismo tiempo, no debemos contentarnos con la situación actual – y sentarnos y decir que el Rebe se hará cargo de la situación – debemos desafiarnos a nosotros mismos a hacer algo respecto del terrible ocultamiento y la oscuridad.

La comprensión de que la misión y la visión del Rebe se harán realidad, incluso si no entendemos el proceso, debería inspirarnos a querer ser socios en la misión. Esto se logra exigiéndonos a nosotros mismos hacer más en nuestro compromiso con el Idishkait y nuestro compromiso de compartir la luz de la Torá y el Jasidut con todos aquellos que nos rodean. Debemos salir al mundo con el mensaje y la profecía del Rebe sobre la inminente venida del Mashíaj.

Cuando, inevitablemente, nos encontramos con judíos que parecen deprimidos (bajoneados) y abatidos por los acontecimientos actuales del mundo, debemos compartir con ellos el mensaje del Rebe: “Los judíos no preguntan: '¿Qué será?', preguntamos: '¿Qué vamos a hacer al respecto?"

¡Vamos!¡En marcha!

¡Que tengamos el privilegio de ver y encontrarnos con el Rebe aquí en este mundo, en un cuerpo físico, en este plano terrenal, y él nos redimirá!”

domingo, 30 de junio de 2024

¿AÑORAR EL PASADO O CELEBRAR EL PRESENTE? - Reflexión para Guimel Tamuz 5784



Al acercarse [los 30 años de] Guimel Tamuz, surge el debate: añorar el pasado o celebrar el presente; a menudo una división que se da entre la generación mayor y la más joven. ¿Quién tiene razón? 

Por el rabino Itzjok Naparstek – Fort Lauderdale, FL. Anash.org 


El hecho que nos aproximamos a Guimel Tamuz, el Yom Hilula del Rebe, nuestro Nasí, nos inspira y conmueve, especialmente al cumplirse 30 años.  

Cada año, este día significativo y auspicioso ofrece oportunidades únicas. Algunos años, el Yom Hilula puede haber evocado una sensación de anhelo, lo que llevó a uno a dedicar más tiempo a estudiar uno de los Maamarim del Rebe, mientras que en otra ocasión, el énfasis puede haber estado en la acción, como participar en los mivtzoim u organizar un evento para Guimel Tamuz. A veces, ponemos atención especial en llevar a cabo las costumbres establecidas por el Rebe para este día. De manera similar, mientras esperamos en la fila para visitar el Tzion, en algunos años afloran diversos recuerdos y reflexiones, mientras que en otros, la reproducción de los videos capta nuestra atención, haciendo de cada visita una experiencia distinta. Una constante de cada año es prestar atención a las palabras del Rebe en relación con el Yom Hilula del Rebe Rayatz, en paralelo al año presente.  

Reflexionando sobre las palabras del Rebe durante el 30° Hilula del Rebe Rayatz, en cuyo momento (Yud Shvat y Shabat Parashat Itró 5740) el Rebe enfatizó la importancia de treinta años, una frase en particular llamó mi atención, sugiriendo un mensaje no solo para mí individualmente sino también para nosotros colectivamente cuando llegamos a los 30 años de Guimel Tamuz.  

El Rebe explicó que en cada Yortzait, el Rebe asciende a un nivel espiritual superior (“Aliyat HaNeshamá”), y “todo el laborioso esfuerzo en el cual su alma ha trabajado y dedicado durante su vida” se revela en lo alto e irradia hacia abajo de manera manifiesta “efectuando salvaciones en medio de la tierra”. La palabra hebrea para “año”, “Shaná”, שָׁנָה, significa cambio y repetición, ya que anualmente tiene lugar un ciclo completo de cambios. Así, cada año se repite el ciclo anterior pero en etapas elevadas. A los treinta años, comienza un período nuevo y maravillosamente superior, que eleva aún más, y de forma desproporcional, a la Neshamá y su impacto en este mundo.  

El Rebe hizo referencia al Pasuk en Yejezkel (1:1): "וַיְהִי בִּשְׁלֹשִׁים שָׁנָה" - “Y aconteció a los treinta años (del hallazgo del Sefer Torá en el reinado de Yoshiahu)” y la explicación del Tzemaj Tzedek al respecto (refiriéndose a las visiones divinas de la Carroza de Yejezkel):

     "Treinta engloba “diez Luces internalizadas, diez Recipientes y diez Luces circundantes”, lo que ilustra profundos logros espirituales y que irradian hacia este mundo, afectando a su vez nuestros pensamientos, palabras y acciones."  

A continuación, el Rebe desarrolló esta idea con palabras que nos son pertinentes, especialmente hoy en día (más que nunca). 

El Talmud dice: “Así como entonces (durante la vida de Moshé Rabeinu) él estaba de pie y sirviendo, así también ahora (incluso miles de años después de su fallecimiento) está firme y sirviendo”. A pesar de que han pasado treinta años, y basándose en la enseñanza de nuestros Sabios de que “a los treinta uno alcanza la fuerza”, podría llevarnos a suponer que ahora podemos valernos por nosotros mismos. Sin embargo, no es éste el caso; dado que “un pastor de Israel nunca abandona a su rebaño”.
Nuestra conexión con el Rebe es tan fuerte como lo fue en el primer momento, el primer día después del Histalkus. Simplemente debemos aferrarnos a su “picaporte”, y especialmente a su puerta abierta: ir al Tziun, escribir Pidionot, pedirle que invoque misericordia en nuestro nombre y procurar Brajot (incluyendo una bendición que nos conceda los receptáculos adecuados con los cuales recibir las bendiciones).  

El Rebe concluyó con un llamado a la acción: 

En consecuencia, las alturas espirituales experimentadas por el Nasí en su Yortzait número 30° se reflejan en el servicio continuo de “su descendencia, que están vivos”, sus seguidores y discípulos. Los discípulos del Rebe, y los discípulos de estos (a su vez), incluyendo los futuros discípulos, deben intensificar con mayor vigor su dedicación a “todo el laborioso esfuerzo en el cual su alma ha trabajado y dedicado durante su vida”.

¿Cómo podría esta aplicación que traduce el Rebe de la referencia del Tzemaj Tzedek a las diez luces internalizadas, diez recipientes y diez luces circundantes” manifestarse en nuestros próximos logros de difundir el Idishkait y los manantiales de Jasidut? ¿Cómo puede esta información mejorar y enriquecer nuestra conexión con el Rebe, dado que “él vive” y está más presente “incluso en este mundo”? 

Nuestro compromiso con las actividades del Rebe es doble. En primer lugar, debemos estudiar y difundir la Torá y las directivas del Rebe, preservando sus obras y su servicio divino a lo largo de su vida, compartiendo recuerdos, historias y llevando a cabo Farbrenguens, etc. Esto incluye defender el marco del Rebe para con los jasidim y salvaguardar sus instituciones. Esto puede corresponder a las “diez luces internalizadas” (de arriba hacia abajo). En segundo lugar, debemos traducir y comunicar las enseñanzas del Rebe a audiencias más amplias, innovando e implementando sus directivas. Esto implica lanzar nuevos proyectos y expandir instituciones de acuerdo con el espíritu, las enseñanzas y la guía del Rebe. Esto puede corresponder a los “diez recipientes” (de abajo hacia arriba). 

Estos componentes se alinean con la explicación del Rebe (Likutei Sijot vol. 15, p. 433-434) de las dos formas de servicio divino representadas por Menashe y Efraim, los dos hijos de Yosef nacidos en Mitzraim antes de la llegada de Yaakov. Yosef llamó a su primogénito Menashe "porque Di-s me ha hecho olvidar -'Nashani'- todas mis dificultades y el hogar de mi padre". Esto enfatiza su determinación de recordar y mantener una conexión con “la casa de mi padre” y no verse afectado por la atmósfera extranjera del exilio egipcio. Su segundo hijo, Efraim, recibió su nombre "porque Di-s me ha hecho fructífero -'Pri' (fruto)- en la tierra de mi sufrimiento". Esto expresa gratitud por el crecimiento espiritual, volviéndose “fructífero” en las difíciles circunstancias del exilio, iluminando la oscuridad presente con la luz de la Kedushá. 

Ambos tipos de servicio son indispensables. El estilo Menashe prioriza la lealtad al trabajo del Rebe (“luces internalizadas”), sin embargo, puede correr el riesgo de pasar por alto un alcance efectivo a audiencias más jóvenes o más amplias. Por el contrario, el estilo Efraim enfatiza la innovación y la comunicación (“recipientes”), pero debe mantener una conexión firme con “la casa de mi padre”, asegurando precisión, interpretación correcta y preservación de la identidad Lubavitch. En última instancia, el papel de Efraim (ser fructífero) tiene un significado y relevancia mayor (“él será mayor”), y encarna el propósito final de hacer de este mundo una morada para Di-s. Esto resalta Yaakov al colocar su mano derecha sobre la cabeza de Efraim para la bendición. No obstante, Menashe nació primero, porque reconocer e internalizar “el hogar de mi padre” son requisitos previos esenciales a fin de lograr un impacto significativo en la sociedad y volverse “fructífero”. 

Cada uno de nosotros está destinado a tomar parte en ambos estilos de servicio. Sin embargo, en una escala más general, se puede decir que la generación más veterana, que recuerdan al Rebe, etc., encarnan el estilo Menashe, mientras que la generación más joven, los que nacieron después de Guimel Tamuz 5754 (1994), reflejan más el estilo de Efraim. Garantizar que Anash “sus descendientes, estén vivos” requiere que la generación más veterana, y aquellos que resaltan el estilo Menashe, apoyen y orienten genuinamente a la generación más joven, animándolas a sobresalir como jasidim y shlujim, y capacitándolas para asumir roles de liderazgo. Al mismo tiempo, la generación más joven y aquellos más adeptos al estilo de Efraim deben desarrollar respeto y procurar guía de la generación mayor para continuar el trabajo del Rebe de manera efectiva. Esta sincronización podría corresponder con las “diez luces circundantes”, ya que estas energías envolventes trascienden tanto las diez luces (estilo Menashe) como los diez recipientes (estilo Efraim), uniéndolos en plena armonía. 

Al concluir un ciclo de treinta años, durante el cual todos participamos en el cumplimiento de los llamados a la acción e instrucciones del Rebe, experimentando desafíos y lecciones, embarquémonos en esta nueva era. Inspirándonos en el Hilula número 30 de nuestro Rebe y Nasí, este es un momento oportuno para que nuestra comunidad (Jasidim, Tmimim, Shlujim y líderes de instituciones) maximice ambos estilos y, lo más importante, de manera unificada. Entonces “andaremos por el camino recto que él nos ha mostrado; andaremos en sus sendas para siempre”. 

Que este compromiso [ya el hecho de asumirlo en sí] sea suficiente y produzca la Aliá definitiva: la llegada del Mashíaj, incluso antes de Guimel Tamuz, cuando “aquellos que yacen en la tierra se levantarán y cantarán”, y el Rebe nos sacará del exilio con la verdadera y completa Geulá.