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sábado, 22 de julio de 2023

Una parada del Rebe en Rosh Piná - 5 de Av - Arizal y el Rebe Anterior



En el verano del 5629 (1929) el sexto Lubavitcher Rebe, Rabi Yosef-Itzjak Shneersohn, realizó un viaje desde Riga, Letonia, a Eretz Israel. El propósito expreso de su viaje era rezar en las tumbas de los Tzadikim allí. Visitó las cuatro "ciudades santas": Jebrón, Ierushalaim, Tiberia, Tzfat, como así también otros lugares.

Su itinerario era llegar a Tzfat durante el día de Hei Av (el 5 de Av), el Yortzait del "Ari Hakadosh", Rabi Itzjak Luria, líder de los cabalistas de Tzfat en los últimos años de su vida, 1570-1572. Este es un día muy auspicioso para rezar en el lugar de reposo del Arí.

Sin embargo, problemas con el automóvil alteraron temporalmente los planes y se vieron obligados a detenerse en Rosh Piná, una ciudad en la Galilea a diez minutos en automóvil de Tzfat. El Rebe salió del auto, acompañado por dos de sus jasidim que estaban en el auto con él, y tocaron a la puerta de una casa allí cercana que daba a la ruta.

Aquí es donde aparece el sr. Aviv Keller, la fuente principal de los eventos que siguieron, que no quedaron registrados en el diario del Rebe, ni de ninguno de los jasidim allí presentes.

El abuelo de Aviv, Aharon-Irmiyahu Keller, fue el primer judío en construir una casa en aquella área que hoy es la ciudad de Rosh Piná. Eso fue en 1878. El mismo Aviv nació allí el 27 de diciembre de 1918. Eso hace que tenga 96 años al momento de escribir este artículo [redactado en su original en inglés en julio de 2015] y todavía se mantiene fuerte. Su mente es aguda, su habla es clara y relata eventos de su larga vida, incluyendo su infancia, como si hubiesen ocurrido ayer. Aunque solo tenía diez años en ese momento, insiste en que recuerda cada detalle del notable evento, 86 años después.

La puerta a la que tocó el Rebe era la de la casa del tío de Aviv, Shimon Keller, a unos cincuenta metros de la casa de Aviv. La costumbre de la familia Keller en aquel entonces era reunirse todas las tardes en la casa de Shimon entre las 4 y las 5 de la tarde y tomar un té juntos.

"Una vez, mientras todos se relajaban y conversaban", recuerda Keller, "un automóvil grande e imponente se detuvo al costado de la ruta cerca de la casa. Ninguno de nosotros había visto antes un auto así. Era enorme. Además del conductor, tenía lugar para nueve pasajeros, incluyendo un asiento acolchado especialmente elevado en la parte delantera para el pasajero más importante.

Había un problema con una de las ruedas; se tambaleaba porque la llanta se había aflojado y el volante se había vuelto inestable. El conductor insistió en que debían detenerse. Él y algunos de los pasajeros se bajaron para analizar el problema. Al mismo tiempo, un distinguido caballero con aspecto rabínico descendió del auto, seguido de varios otros que se dirigían a él respetuosamente. Mis tíos no tenían idea de quién era.

Sin embargo, mi abuelo, que había estudiado en la Ieshivá en su juventud, lo reconoció de inmediato. '¡Es el Lubavitcher Rebe!' exclamó emocionado. Aunque nunca lo había visto, había leído acerca de su visita a Israel en uno de los periódicos. Todos notamos que el abrigo largo que llevaba puesto estaba hecho de algún tipo de material especial.

Cuando mi tío abrió la puerta, el Rebe se presentó y preguntó si éramos una familia judía. Mi abuelo saltó y corrió hacia la puerta. Señaló la Mezuzá y dijo: '¡Mire! Por supuesto que somos judíos.' Invitó al Rebe a entrar y también envió a alguien de inmediato a llamar al mecánico del pueblo para que ayudara a arreglar el neumático.

El Rebe se veía bastante alto. Mi abuelo solo le llegaba al hombro. Solicitó un lugar tranquilo para rezar Minjá. Mi tío lo acompañó a un lugar privado, y los hombres de nuestra familia que estaban presentes se sumaron a él en la Tefilá. Cuando terminaron, mi tío le ofreció al Rebe una taza de té, que él aceptó. El tío Shimon agregó hojas de limón recién cortadas de uno de nuestros árboles, lo que le brindaba un aroma tentador.

Era solo un niño. Decidí acercarme y tocar al visitante de aspecto interesante. Cuando lo hice, me miró y sonrió.

El conductor, un no judío contratado, un alemán, entró para anunciar que el automóvil, que resulta que era un Mercedes-Benz, estaba reparado y que podían continuar. Antes de que el Rebe saliera de la casa, miró a cada miembro de la familia y los bendijo a todos con una larga vida.

"Recuerdo sus palabras exactas: "Langlebn un guezunten yohren" - '[que] vivan larga vida y años saludables.'" Aviv sonrió y continuó. "La bendición se materializó ¡y cómo! Y sigue materializándose. Mi tío, el anfitrión, vivió hasta los 96. Mi abuelo vivió hasta los 89 y mi abuela hasta los 92. Ella, Sarah-Lipshe, dicho sea de paso, se sabía de memoria todo el davenen de Rosh Hashaná y Yom Kipur, y desde la Sección de Mujeres corrigía al Jazn si alguna vez cometía un error.

En cuanto a mí, ya tengo 96 años y medio. Cumpliré 97 el 24 de Tevet, si Di-s quiere, y espero tener el mérito de una vida aún más larga si el Todopoderoso así lo permite."

Y así, la visita no planificada a la familia Keller en Rosh Pina llegó a su fin, y el Rebe y su séquito reanudaron su viaje por la empinada colina hacia Tzfat. "Los escoltamos hasta la primera curva. De hecho, corrimos delante del automóvil, ya que se movía muy lentamente."

Aviv Keller sirvió veinte años como jefe del Consejo Religioso de la ciudad y otros quince como administrador de la famosa sinagoga antigua en el barrio de Rothschild, la sinagoga más antigua y más grande de Rosh Pina, y como su Jazan en las Altas Fiestas.

Aviv falleció el 14 de Kislev de este año (5783), teniendo 103 años. Tuvo 3 hijos, 7 nietos, más de 20 bisnietos y numerosos sobrinos y sobrinas nietas y sobrinos nietos. Su hijo mayor, un "jovencito" de 78 años,  vive todavía en Rosh Pina; y proporciona ayuda práctica y comidas diarias en su hogar. Disfruta de los visitantes que caen en su casa (¡avisando con un día de anticipación!), a quienes encanta con recuerdos detallados de la historia de Rosh Pina, de la cual es un legado viviente. Que continúe así, con buena salud y mente lúcida hasta los 120.

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