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jueves, 25 de enero de 2024

Yud Shvat - Maise de la infancia del Frierdiker Rebe

Este Shabat es Yud Shvat, día del Hilula (Yortzait) del Rebe Anterior, Rabi Yosef Itzjak Schneersohn y a su vez día que asumiría el liderazgo el Rebe, Nesí Doreinu.
[Además esta misma fecha conmemora el Yorzait de su abuela, la Rebetzn Rivka, esposa del Rebe Maharash]. 
En honor a la fecha, esta anécdota relatada por el propio Rebe Anterior:


Incluso a la tierna edad de cinco años, el 'Rebe Anterior' de Lubavitch, Rabi Yosef Itzjak Schneersohn (el "Rayatz"), tenía una agenda diaria fija. A las ocho de la mañana se levantaba y media hora después estaba en el Shul rezando con el Minian. De 9:30 a 10:00 desayunaba. Luego, durante cuatro horas estudiaba en el Jeider. Luego, tenía un recesi para el almuerzo durante una hora y otra hora dedicada a escribir. Desde las 4:00 hasta las 8:00 tenía nuevamente estudio, luego la cena y algo de tiempo libre para pasar en su habitación, antes de irse a dormir. 

Shabat, por supuesto, era diferente. La mayor parte de la mañana se pasaba en el Davenen en el Shul. Además, tenía un regalo especial: la visita a su Bobe, la madre de su padre, la Rebetzin Rivka. Allí se encontraba con los miembros más veteranos de la comunidad, jasidim de barbas blancas que venían a presentar sus respetos a "la Éltere Rebetzn". Se quedaban un rato y contaban historias acerca de la vida de célebres jasidim o incluso del Rebe Maharash, el abuelo del Rebe anterior (el esposo de la Rebetzin Rivka). 

Cuando todos iban a casa a comer la comida de Shabat, el niño regresaba al Shul. Allí, hacía tiempo que todos los Mispalelim habían terminado su Tefilá y se habían ido a casa, todos excepto su padre, el Rebe Rashab. Estaba sentado allí cerca del Arón. Él seguía haciendo Davenen. Una vez, el niño se acercó silenciosamente a su padre para escuchar su Tefilá. Su padre rezaba muy lentamente, como si contara las palabras. A veces hacía una pausa y sólo luego continuaba lentamente. 

El hijo del Rebe se preguntaba por qué su padre tardaba tanto en leer la Tefilá, que incluso él, un niño de cinco años, conocía tan bien y podía leer con tanta fluidez. Pero su corazón latía con fuerza mientras escuchaba la conmovedora melodía que su padre tarareaba de vez en cuando, y la entonación de las palabras. 

Le preguntó a su tío, Rab Zalman Aaron, hermano de su padre. "¿Por qué Tati reza tan despacio?!" 

Su tío sonrió y respondió con un brillo en los ojos: "A tu papá le resulta difícil leer las palabras del Sidur tan rápido. Tiene que decir cada palabra por separado y no puede ir tan rápido. Por eso le lleva tanto tiempo." 

El chico se dio vuelta sin decir una palabra. Pero por dentro sentía un dolor y una vergüenza por el hecho que su padre no pueda rezar con mayor fluidez. 

El siguiente Shabat, se acercó silenciosamente a su padre y lo escuchó atentamente. Su padre estaba diciendo el Shemá. "Shema Isroel..." Dijo su padre lentamente, luego hizo una pausa. El hijo se sobresaltó al oír a su padre sollozar. Su padre dijo un par de palabras más y sollozó de nuevo, y cuando dijo "Hashem Ejod - Di-s es Uno", las palabras parecieron estallar en su corazón, con un torrente de lágrimas. 

El hijo no pudo escuchar más. Su corazón estaba lleno de lástima por su padre. Regresó a su casa y, con ojos lagrimosos le pidió a su madre: "Mame, Tati está llorando en el Shul! ¿Por qué reza tan lentamente y por qué llora? Ven y compruébalo por ti misma. No puedo verlo así." 

"No hay de qué preocuparse", consoló la madre a su pequeño hijo. "Ve de tu Bobe y cuéntaselo. Ella es una mujer muy sabia, tal vez pueda darte una explicación." 

El niño no perdió tiempo y fue con su abuela, seguro de que la anciana y sabia Rebetzin encontraría un remedio para ayudar a su padre a aprender a leer del Sidur más rápidamente, tal vez incluso tan rápido como todos los demás. 

Cuando fue a ver a su abuela, el niño le contó las dificultades de su pobre padre para decir el Davenen. "Mi mamá dijo que podrías hacer algo al respecto", concluyó esperanzado. 

La abuela lo miró seriamente y le dijo: "Tu padre es un gran josid y un hombre justo. Antes de leer cada palabra del Sidur, piensa detenidamente en esa palabra. Qué significa y a quién se la está diciendo. Y cuando piensa acerca de las santas palabras de las Tefilot, su corazón se llena de amor hacia Hashem, así como un hijo ama a su querido padre que está cerca y al mismo tiempo lejos. Así tu padre anhela estar más cerca a Él y las lágrimas simplemente brotan. No puedo explicarte más ahora, pero cuando seas mayor lo entenderás mejor y sabrás cómo se siente." 

Con la explicación de su abuela, el niño sintió como si le hayan quitado un peso tremendo de su corazón. Entonces, no es que su padre no pudiera leer el Davenen rápidamente. Es debido a que su padre era una persona tan especial, su Davenen era de manera diferente. Sí, se dio cuenta de que su padre era diferente, en su forma de hablar, de actuar, de estudiar, de rezar. Ese mismo día, relata el Rebe Rayatz, resolvió que, como hijo único de tan gran persona, él también debía actuar de manera diferente, para dar mérito a ser su hijo.

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