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jueves, 25 de enero de 2024

24 de Tevet - Yom Hilula (Yortzait) del Alter Rebe


¿Por qué Reb Nojum viene aquí tan frecuentemente?", se escuchaban los susurros cada vez que Reb Najum se aparece en el Tzion del Alter Rebe en la ciudad de Haditch.

El rabino Menajem-Najum Shneerson era hijo del Miteler Rebe y nieto del Alter Rebe, Rab Shneur-Zalman de Ladi, Baal HaTania. 
Reb Nojum fue el hijo mayor de su padre y tuvo el privilegio de vivir durante unos quince años en presencia de su abuelo, con quien mantuvo una especial cercanía. Después del fallecimiento de su abuelo, el 24 de Tevet de 5573, comenzó a frecuentar el Tzion de su abuelo, donde se quedaba a veces durante semanas y meses.

El shamesh encargado del Tzion y del pequeño Beit Midrash establecido allí cerca, le asignaba una habitación en su casa, y Reb Najum solía quedarse allí varios meses al año. Al final de su vida se trasladó y se asentó por completo en Haditch.

Durante el día se sentaba en el pequeño Beit Midrash y se dedicaba a Torá y Tefilá. Los jasidim de la zona acudían a él para deleitarse de su conocimiento y de su Jasidut. Él les decía a todos: "Soy un invitado del Zeide."

Al principio, todos creyeron que su fuerte devoción por el Tzion de su abuelo tenía que ver con un incidente que le sucedió durante la fuga durante la Guerra Napoleónica, mientras el Rebe viajaba al frente de una caravana de decenas de carretas, con su familia y jasidim, en lo profundo de Rusia y Ucrania.

El desafortunado incidente ocurrió un viernes 6 de Elul de 1812, la víspera del segundo Shabat del viaje. La presión aumentó por apresurarse y llegar a la siguiente parada a tiempo para Shabat. Rab Najum estaba sentado en el primer vagón, y cada vez que la caravana llegaba a un cruce de caminos, reb Najum detenía la caravana,  se acercaba a su abuelo, que estaba sentado en la tercera carreta, y le preguntaba adónde dirigirse.

A veces el Alter Rebe lo guiaba sin levantarse de su asiento, a veces se bajaba del carruaje, caminaba hasta la intersección, se apoyaba en su bastón y meditaba, después de unos momentos le ordenaba girar a la derecha o a la izquierda.

Ese viernes el tiempo era muy escaso. Cuando el carruaje llegó a un cruce de caminos, Reb Najum se acercó al carruaje de su abuelo para preguntarle adónde ir. El Rebe ordenó lo que ordenó, pero debido a la presión, Reb Najum se confundió e interpretó la directiva de manera opuesta.

Después de viajar unos pocos kilómetros, el Rebe expresó su sorpresa de que aún no hubiesen llegado a cierta aldea donde pretendía parar. Sólo entonces quedó claro el error de Reb Najum y se presentó ante su abuelo, pálido y lloroso.

La respuesta del Rebe fue tajante: "Qué bueno es cuando el nieto sigue los pasos de su abuelo, y qué triste cuando el abuelo es guiado tras su nieto", dijo el Alter Rebe. Inmediatamente después ordenó continuar el viaje.

El error en el trayecto tuvo su precio, generó un gran retraso y varias complicaciones a lo largo de todo el recorrido del viaje. El Shabat lo pasaron en un lugar diferente al previsto, al igual que Rosh Hashaná. Algunos dicen que el fallecimiento del Rebe, unos meses más tarde, en la remota aldea de Piena, que condujo a su entierro en Haditch, también fue un resultado indirecto de aquel error en la ruta de viaje.

Los jasidim estaban convencidos de que la visita regular del nieto al Tzion de su abuelo tenía como objetivo "corregir" el pecado de ese error fatal.

Un día, algunos jasidim se atrevieron a hacerle la pregunta directamente a Reb Najum sobre el asunto. Su sorprendente respuesta les dejó claro que no tenía nada que ver con ese desafortunado error.

La víspera de su boda, contó Reb Najum, fue a ver a su abuelo, el Alter Rebe, para recibir una Broje suya. Como cualquier novio de una familia respetable, le cosieron una nueva prenda para la boda, incluyendo un tapado de seda. El Rebe entonces le preguntó si accedería en añadirle un parche a aquel bello y elegante tapado...

Parece que el Rebe quería elevarlo a un nivel espiritual superior, donde la apariencia externa no tiene importancia. Pero el joven novio, que entonces tenía trece años, rechazó la idea. "¡No usaré una prenda remendada en mi boda!", dijo.

"¡Fijaré un tiempo fijo contigo para estudiar juntos!", intentó convencer el abuelo al nieto. Eso tampoco lo convenció.

"Si accedes a mi petición, después de ciento veinte  años estarás אתי במחיצתי- conmigo [adónde yo esté en el Mundo Venidero]", le prometió el Rebe.

Esta vez Reb Najum no pudo negarse, pero por dentro, no estaba satisfecho con la idea. "De acuerdo", finalmente accedió. "¿Pero me basta con coser el parche por Kabalat Ol o tengo que desearlo de verdad para poder ameritar la promesa?"

El Rebe respondió: "¡Debes desearlo con todo tu corazón y con toda tu verdad!". Ante la respuesta, el nieto quedó en silencio y el 'trato' no llegó a concertarse.

Años pasaron. Reb Najum, que entretanto había crecido y madurado, miraba para atrás, lleno de profunda tristeza. En primer lugar, por el hecho de haberse rehusado a cumplir la voluntad de su abuelo. Y segundo, por dejar pasar y perder una promesa tan grande y descomunal, la de poder estar con su abuelo en el otro mundo.

Debido a esto, Reb Najum decidió que al menos aquí, en este mundo, aprovecharía cada momento para estar al lado de su abuelo.



Fuente: Sijat Hashabua 1939, Vayeji 5784.

©JasidiNews

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