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martes, 27 de octubre de 2020

Un par de perros mortales




Un judío en un campo de prisioneros soviéticos en Siberia a mediados de la década de 1900 fue a ver a su  compañero de prisión, Rab Mendel Futerfas, cierto día de invierno y le pidió una bendición. "Mañana por la noche planeo escapar de aquí, y quiero una bendición tuya para éxito."

Reb Mendel se sorprendió. "Es un claro riesgo de vida intentar salir de este lugar, ¡y bien en contra de todas las probabilidades! Hay guardias y perros, alambre de púas y muros altos. ¿Cómo puedes siquiera pensar en tal cosa?"

El hombre le explicó que durante mucho tiempo había estado haciendo diligentemente pequeños pozos en una de las paredes exteriores en un gran círculo. "Es en el punto en el que ahora tengo que empujar hacia el centro y todo el túnel se abrirá". Más recientemente, había observado y descubierto que todas las noches, a una hora determinada, hay una chance, una oportunidad de 30 minutos cuando los guardias cambian sus posiciones.

La noche siguiente, Reb Mendel vio cómo este hombre esperaba aquel momento, esa media hora. Cuando llegó el momento, se acercó a la pared y se empujó hacia el círculo, y tal como había dicho, apareció un gran pozo redondo por el que se arrastró.

Tan pronto como salió del otro lado, comenzó a correr. R. Mendel observó con incredulidad cómo dos perros enormes aparecían de la nada y comenzaron a perseguirlo. Cuando casi lo alcanzan, vio que aquel yehudi metía su mano en el bolsillo y saca dos enormes trozos de carne y los arrojaba detrás de él. Los perros se detuvieron en seco y comenzaron a devorar su comida sorpresa.

R. Mendel notó que había un guardia en lo alto del muro de la torre, que había visto cómo se desarrollaba toda la escena. En ese momento bajó su rifle, apuntó a los perros disfrutando de su banquete y disparó dos veces. R 'Mendel vio con horror cómo ambos perros murieron instantáneamente.

R. Mendel no podía comprender la serie de eventos que habían presenciado sus ojos. Luego de unos días, se acercó al guardia y le preguntó: "¿Por qué mataste a esos perros? ¿Qué logró eso? Todo lo que hizo fue causar una pérdida a sus dueños."

El guardia vaciló, luego decidió responderle a R' Mendel. "Pasamos varios meses, mucho tiempo y mucho dinero y energía para encontrar a los perros adecuados para este trabajo. Son seleccionados, criados y entrenados para el servicio. Si todo lo que se necesita es un par de trozos de carne para revertir todo eso entrenamiento y todo su pedigree, entonces, ¿para qué nos sirven? No los necesitamos."

Reb Mendel solía contar esta anécdota y agregaba la siguiente lección:

"El Creador nos pone en este mundo para lidiar con una multitud de pruebas del Cielo. Si todo lo que se necesita es un poco de carne sabrosa para desviarnos y fallar la prueba, entonces, ¿de qué servimos? No somos mejores que ¡un perro que no puede mantener el rumbo cuando se le presenta una pequeña tentación!

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