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miércoles, 10 de junio de 2020

Impresionante: No van a creer quién asistió a la Halevaya en época de coronavirus

Los familiares estaban afligidos y perplejos: no tendrían Minian para el entierro. Hasta que se sumó un judío anónimo, declarando que era un "pariente del difunto". ¿Quién era? No lo vas a poder creer.

Fuente: Hidabroot.org 
Traducido por JasidiNews




El rabino Eliahu Kaler, un Talmid Jajam que vive en el barrio de Guivat Shaul de Yerushalaim, relató esta semana al periódico Yated Hashabua la siguiente historia, sorprendente.

Hace tres años, Reb Abraham Moshe Kaler hizo Aliá a Eretz Israel, luego de haber vivido en Argentina durante casi 80 años. A pesar de haber criado a todos sus hijos en su país, su sueño siempre fue poder asentarse en Eretz Hakodesh, al menos en su vejez.

Cuando llegó a Israel, se instaló en el Bet Abot (hogar para ancianos) Shomrei Hajomot en Yerushalaim. Una cosa le llamaba la atención a todos: en todo lugar donde se encontrase, siempre tenía a mano con él el libro "Kitzur Shuljan Aruj", que estudiaba todos los días. Incluso les enseñaba la halajá a otros. Todos sus conocidos sabían: Reb Abraham Moshé y el "Kitzur Kitzur Aruj" son verdaderos amigos.

Hace aproximadamente un mes y medio, en la noche del 27 de Nisan 5780, falleció Reb Abraham Moshé z"l, de 87 años de edad. Debido a la terrible epidemia del coronavirus, los funerales se llevaron a cabo rápida y reducidamente, sin muchos conocidos.

La familia quería mantener la costumbre de Yerushalaim que el entierro se lleve a cabo esa noche. Y efectivamente, la hora del funeral se fijó para la 1:00 de la mañana.
Según la costumbre, los descendientes del difunto no lo acompañan y, por lo tanto, surgió un lamentable problema: faltaba el décimo para tener un Minian en el entierro. "Yo y mi yerno, que es Kohen y tiene prohibido entrar al cementerio, nos despedimos de papá con unas breves palabras de despedida, debido a que en el mes de Nisan no se hace Hesped, y luego dije el Kadish. La Jebre Kadishe luego llevó el vehículo en su camino hacia el Har Hazeitim (Monte de los Olivos).
 
"Fue entonces que el dilema se hizo evidente: no hay Minian. La costumbre de Yerushalaim es que los descendientes del difunto no acompañan después del funeral al cementerio, por lo que yo, como hijo único, me quedé en "Shamgar". Los nietos tampoco van, y mis dos yernos tampoco pudieron acompañarlo dado que son Kohanim. El tercer yerno se tuvo que quedar en la Argentina cerrada en estos días, por lo que solo quedaban solo unos pocos familiares directos viviendo en Israel. Faltaba un décimo", cuenta su hijo.

"Los miembros de la Jebra Kadisha, contemplando la situación, dijeron que saldrían de su protocolo regular y le pedirían a uno de sus miembros que se organizara para sumarse, pero dudaban en encontrarlo disponible tan tarde en la madrugada.

"De repente, un anciano que parecía tener unos 70 años parado a un lado en aquel momento de la Halevaya dice que se uniría a ellos para ir hasta el Har Hazeitim. Los miembros de la Jebra Kadisha, por cierto, no se interesan ​​en quiénes son los acompañantes, y si ya hay 10 prosiguen su camino. Pero los familiares estaban sorprendidos respecto a este hombre mayor que estaba dispuesto a ir a la 1 de la mañana en época de coronavirus hasta el al Har Hazeitim; estaban seguros de que estaba equivocado, y gentilmente le dijeron: "Reb Id, no tiene que molestarse con este viaje."

"Estaban seguros de que era un residente o un transeúnte que quería ganarse la mitzvá de Halevaya. Por cortesía le dijeron amablemente que no tenía que molestarse, ya conseguirían una persona para el Minian...

"Pero ese judío mayor insiste. Quiere escoltar al difunto hasta después del entierro. Como nadie lo conocía, le preguntaron gentilmente quién era y si conocía al difunto, y él les respondió que era un "Karov", 'su pariente' ...

"El asombro de los familiares aumentó: casi no hay miembros de la familia aquí en el país, y no conocen a ningún familiar en el país que no sean los que están aquí. Estaban seguros de que estaba confundido, tuvieron lugar varios funerales en Shamgar uno tras otro, y le explicaron cortésmente que probablemente había un malentendido, no tenemos familia aquí en el país, excepto los que están aquí, y tal vez él buscaba a algún otro.

Cuando el familiar escucha el nombre, casi se desmaya


"Pero ese judío insistió en que quería ir con ellos al entierro, diciendo que es un קרוב... Entonces, acortando la conversación se subió al auto de uno de los yernos que conducía hasta el Har Hazeitim. El entierro se completó, en presencia de exactamente un Minian."

Después del entierro, cuando el mismo yerno vio al judío parado allí, como sintiendo una fuerte cercanía a la escena, su asombro y curiosidad crecieron aún mas, y preguntó: '¿Cómo es su nombre?'

"Gantzfrid", respondió el anónimo.

El yerno le parecía un nombre totalmente desconocido en la familia, y particularmente no entendía dónde estaba el parentesco.

El mismo visitante se unió a ellos para el viaje de regreso, y otro familiar se unió en el mismo viaje. Durante todo el viaje, los dos familiares hablaron entre sí, y el desconocido se sienta detrás, sin decir una palabra y parece absorto en sus pensamientos.

Fue solo cuando se despidió de ellos en el centro de Yerushalaim que el yerno le preguntó a su pariente (su primo), sentado a su lado: '¿Conoces parientes nuestros de apellido 'Gantzfrid?'

Cuando el familiar escucha el nombre, casi se desmaya. "¡¿Ese es el nombre que te dijo?!", preguntó con sorpresa, dándose la vuelta para mirarlo de nuevo y buscarlo donde lo habían dejado hace un momento. Pero el hombre ya no estaba, y todos sus intentos de localizarlo fueron en vano...

El primo, que recordaba que el autor del Kitzur Shujan Aruj es 'Rab Shlomo Gantzfrid', sentía un escalofrío corriendo por todo su cuerpo: Sabía muy bien el profundo Kesher que tenía el fallecido a lo largo de toda su vida con el libro del rabino Gantzfrid, 'Kitzur Shujan Aruj'.

"Estaba muy emocionado y fue directamente a mi casa a contar lo maravilloso, diciendo que no tiene dudas de que había llegado un mensajero del Shamaim para acompañarlo y completar el Minian en vista de la dedicación del difunto durante toda su vida a su obra", cuenta con suma emoción el rabino Eliahu Kaler, hijo del difunto.


"Cuando mi padre era un pequeño niño, sus padres emigraron de Polonia a Argentina. En ese momento, antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, no había instituciones de Torá en la ciudad, pero había un maravilloso judío llamado Rabino Zeev Grinberg, (el "Ribí") un mensajero del cielo para infundir la atmósfera de la Torá entre las grandes olas de inmigración que llegaron a Argentina, Y así traer a cientos y miles al seno del judaísmo.

"Cuando mi padre llegó a la edad de Bar Mitzvá, hace 74 años, fue el rabino Grinberg quien lo acercó y fortaleció, y le dijo: 'Tienes el privilegio de ser un Bar Mitzvá, de recibir las mitzvot, te daré un libro sagrado llamado Kitzur Shujan Aruj, cuyo autor es el Rab Shlomo Gantzfried, y esta obra te acompañará todo el tiempo. Estudia este libro, tendrás el mérito de ser un buen Yehudi, y podrás observar sus leyes, que son fáciles y claras para una conducta de vida judía en todos los temas halájicos, y Di-s estará feliz contigo."

Papá tomó el libro y lo tomó como la misión de su vida. Se aseguró de estudiar todos los días este libro de Halajá. Y soy testigo," señala el hijo, "que desde el día de su Bar Mitzvá hasta su último día del 26 de Nisan, papá Z"L solía estudiar todos los días de este Sefer, sin perder un día; e incluso cuando viajó a Israel, llevaba el libro con él en su bolso de mano, y cuando llegó al hogar de ancianos, el libro estaba tendido siempre sobre su cama.

 

"No puedo decir mucho, solo sé decir Tehilim y estudiar Kitzur Shujan Aruj"


"Puedo testificar de mis recuerdos", continúa diciendo el hijo, "hace 25 años me casé en Argentina, y antes de la boda, papá estudió como de costumbre las halajot de kidushin y otras prácticas halájicas sobre el matrimonio del Kitzur Shuljan Aruj, y cuando vi cómo papá estudiaba con entusiasmo, le pregunté: '¿Cuántas veces has estudiado ya el libro? y me respondió con una sonrisa y humildad "quizás unas treinta veces" ... y eso fue hace 25 años."

"Hace unos años, le celebramos su cumpleaños n° 80 , y le pedimos que dijera algunas palabras en honor al evento", el hijo continúa contando: "Mi papá se levantó y dijo: 'No puedo decir mucho, solo sé algunos Tehilim y estudio Kitzur Shuljan Aruj, así que mencionaré algunas halajot que conozco," y entonces papá comenzó a decir de memoria palabra por palabras las Halajot de aquel libro que tanto aprecio le tenía. Incluso les enseñó a muchos a apreciar este libro tan especial."

"Hace tres años, cuando mis padres decidieron hacer Aliá, nos sorprendimos mucho; a esa edad dejar su país y su familia. Pero papá insistió en que sus últimos años quería pasarlos en Eretz Hakodesh. Cuando estaban por emprender el viaje, papá fue al banco a sacar todos sus ahorros para llevarlos con él". Entonces llegaron ladrones que, en pleno día le robaron todo el dinero que había acabado de sacar y había estado ahorrando toda su vida, además de las joyas en su hogar.

"Mi madre estaba asustada y le preguntó qué haríamos ahora, y él le responde en voz calma: 'Está escrito en el Kitzur Shuljan Aruj que todo lo que hace Hashem es para bien, al parecer Di-s nos está dando un regalo, que seguramente de esta forma lleguemos sanos e íntegros a Eretz Hakodesh, tal como Yaakob Avinu que toda su propiedad se le quedo allí, y no llegó a la Tierra de Israel con ella. Este es un momento propicio de Voluntad y debemos rezar para que lleguemos a Eretz Hakodesh, y así mi padre se puso a hacer Tefilá luego de que le acaben de robar, para una Yeshuá y salvación.

"La madre testificó que durante sus 65 años de matrimonio, no escuchó nunca una palabra despectiva o calumniosa de su esposo, y cuando hablaban algo negativo, él hacía como que no escuchaba, siempre diciendo 'El Kitzur Shuljan Aruj no lo permite'.

"Todos los que conocían a papá", concluye el hijo, "vieron un Irat Shamaim descomunal. Una vez en una charla sincera conmigo, me reveló el secreto del Irat Shamaim que lo envolvía durante toda su vida: "El primer párrafo, al comienzo del Kitzur Shuljan Aruj, comienza con "Shiviti Hashem Lenegdi Tamid, esta es una gran regla en la Torá y de las virtudes de los Tzadikim," y papá vivió con esta oración toda su vida. Cada vez que abría el libro para seguir estudiando de dónde se detuvo, primero leía esta primera oración con la cual comenzaba toda la obra. Así que, para nosotros, si vivió todos los días así, no es de extrañarse el maravilloso evento que haya tenido lugar en su Halevaya."


El hijo señala que consultó a autoridades y maestros si debía publicar la historia. Su respuesta fue que era una Mitzvá publicarla, para enseñarnos cuán grandioso es el estudio de los libros de nuestros Sabios y Tzadikim.

Rab Shlomo Gantzfrid (1804-1886) זצ"ל
Rab Shlomo Gantzfried (זצ"ל (1804-1886

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