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domingo, 6 de octubre de 2019

Maise: Porque es tu hijo




El Rebe de Munkatch, Rabi Jaim Elazar Shapira, conocido por su obra monumental, Minjat Elazar, tenía un nieto, Tzvi Nosson Dovid, que su hija lo tuvo luego de varios años de casada con el Rab Boruj Rabinovitch. Por lo tanto, si bien cada hijo y nieto es precioso, uno por el que rezaste persistentemente durante tantos años, es aún más precioso; y de hecho había un vínculo único y muy especial entre abuelo y nieto.

El pequeño niño disfrutaba del sonido del Shofar y todo el mes de Elul después de que se tocaba el shofar, el joven Tzvi le pedía a su abuelo: "Zeide, por favor, hazlo sonar una vez más."

El Minjas Elozor accedía a la súplica de su nieto, tomaba el shofar y le daba un soplo adicional. Llegó Erev Rosh Hashaná y el pequeño estaba en el shul esperando con anticipación escuchar el sonido del shofar; pero terminó el Davenen y nada... Todos se fueron a prepararse para Yom Tov.

El niño quedó desconcertado, había esperado en silencio todo el davenen para escuchar el shofar y nada. Entonces se apresuró hacia lo de su abuelo y con su sonrisa más grande le pide a su querido abuelo que por favor le toque el shofar.

Su abuelo respondió: "Hoy no tocamos el shofar, pero mañana lo tocaremos muchas veces."

"¡Pero hoy quiero escucharlo!", suplica.

"Sí, lo entiendo," respondió el Minjas Elozor, "pero hoy no tocamos el shofar."

El joven está confundido y molesto y comienza a llorar y patalear, "¡quiero escuchar el shofar!"

Al ver que el niño llora sin cesar, el Minjas Elozor decidió tocarlo por una vez.

Al escuchar el sonido del shofar, el niño dejó de llorar, le agradeció a su zeide y siguió su camino.

Al día siguiente, antes de que se tocara el shofar, el Minjas Elozor se levantó para decir algunas palabras como era su costumbre. Y dijo: “Ribono Shel Olam,  debo confesar, ayer pequé. Está escrito en el Shuljan Aruj que uno no debe tocar el shofar el día víspera de Rosh Hashaná. Sin embargo, mi precioso nieto insistió continuamente y persistió por que lo tocara, hasta que comenzó a llorar, así que me di por vencido. ¿Cómo puede rechazar uno la súplica de su querido hijo?"

Ahogado de dolor, el Munkatcher exclamó: “Entonces, Hashem, me dirijo a Ti. Tal vez según el juicio y las cuentas que tengas frente a Ti, la ley establece que no seamos dignos y merecedores de que toques el Gran Shofar. Sin embargo, Tus hijos que Te son tan queridos están suplicando continuamente que toques ese Shofar. ¿Cómo puede Nuestro Abinu Shebashamaim rechazar la súplica y ruego de Su amado hijo?!"


Que su súplica y grito sean aceptados y que tengamos el mérito de la llegada de Moshiaj rápidamente en nuestros días.



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