Historias conmovedoras del milagro reciente: el rescate sanos y salvos de todos los secuestrados que permanecían con vida
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Rev Avi Ohana, el padre de Yosef Jaim, que tuvo el mérito de ver a su hijo regresar del cautiverio, relata en una emotiva entrevista en Kan Morashá sobre el milagro inconcebible, la fuerza que provino de la Emuná y aquello que sostuvo a su hijo durante dos años en los túneles.
Iosef Jaim es egresado de las instituciones de Jabad en Kiriat Malají, y la comunidad de Jabad de la ciudad lo acompañó y alentó durante todo el proceso.
“Estoy en las nubes”, dijo Avi Ohana con voz temblorosa por la emoción. “Durante dos años no dormí del dolor, y ahora no duermo de la alegría. Este milagro es algo que está por encima de la naturaleza. Cuantos más días pasan, más comprendo su magnitud. Se cumplió el versículo: ‘Aunque camine en el valle de la sombra de la muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo’.”
Cuando se le pide que cuente sobre el milagro, su voz se quiebra: “No se puede explicar. Solo digo ‘¡Gracias a Hashem!’ todo el día.”
Cuenta que, en cierto momento, su hijo fue bajado junto con otros siete secuestrados a un pozo angosto y profundo. “No podían sentarse, solo pararse y apoyarse contra la pared. No había oxígeno. Solo por eso, jas veshalom, podrían haberse muerto. Fue literalmente ‘Y Iosef fue arrojado al pozo’. Iosef en el pozo.”
Según sus palabras, solo quien tiene fe puede comprender la magnitud de la bondad divina: “Nos enfrentamos a descendientes de Amalek, al mal sin límites. Pero Hakadosh Baruj Hu, no nos abandonó. Como en Sdom: primero sacó a los justos, y luego destruyó la ciudad. Así también aquí: después de sacar a todos, veremos la venganza de Hashem.”
Sobre la pregunta de qué fue lo que lo sostuvo a Iosef Jaim durante el cautiverio, el padre dice: “Una sola cosa - la familia. El pensamiento en su padre, su madre, sus hermanos, sus amigos. Eso fue lo que le dio fuerza.”
Y relata un momento especialmente conmovedor: “Un día, Hamás les dio una pequeña radio para hacelos escuchar el Corán, y él logró [en cierto momento que estaban distraídos sus captores] captar la señal de Galéi Tzáhal (la radio del ejército israelí). De repente me oyó hablar. Se dijo a sí mismo: ‘¡Mi papá está vivo! ¡Me está esperando!’. Eso le dio una nueva vida.”
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Días antes de Sucot, cuando aún no se sabía nada oficialmente sobre el regreso de su hijo ni había señales concretas de esperanza, el padre, con fe simple y total emuná, fue y compró un set especial de Dalet Minim para su hijo Iosef Jaim. Lo hizo con la firme convicción de que ese mismo Sucot podría entregárselo personalmente, y que su hijo tendría el mérito de recitar con sus propias manos la bendición sobre las 4 especies. Y así fue BH: la emuná pshutá de un padre judío se transformó en realidad.
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