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jueves, 30 de octubre de 2025

Simjat Torá - Maise de las Hakafot con el Rebe

Cuenta Rab Levi Bukiet [Chicago, Illinois]:

A comienzos de la década de 1980 llegué a Brooklyn para pasar los últimos días de Sucot junto al Rebe. Era la mañana de Hoshaná Rabá. Esa mañana, el Rebe repartía el tradicional lekaj en su Sucá, y la gente hacía fila para recibir un pedacito y tener un breve encuentro con él.

Delante de mí en la fila estaba un joven vestido al estilo hippie: jeans gastados, camisa arrugada y una mata de cabello despeinado. Detrás de mí, un jasid de Satmer, un hombre distinguido, Rosh Yeshivá en la ieshivá de Satmar en Williamsburg.

Cuando el joven de aspecto descuidado se acercó, el Rebe le preguntó:
—¿Dónde vas a estar esta noche para las hakafot? —

El joven respondió:
—No tengo planes de ir a ningún lado, ni esta noche ni ninguna otra.

El Rebe le dijo con una sonrisa llena de calidez:
—Sería para mí un gran honor y privilegio si vinieras esta noche a las Hakafot conmigo, en el Shul.

El muchacho agradeció la invitación, pero no se comprometió.
—Lo voy a pensar —dijo, y se alejó.

Yo era el siguiente en la fila. Recibí mi lekaj del Rebe sin incidentes. Detrás mío venía el jasid de Satmar. Al acercarse al Rebe, me di vuelta y escuché cómo el Rebe se dirigía a él:

—Veo que te estás preguntando por qué insisto tanto con ese joven para que venga esta noche a las hakafot. ¿Qué conexión tengo yo con él?

Y continuó:
—La respuesta está claramente explicada en el Seifer "Tehilá leMoshé".

El Rebe hizo una pausa y agregó:
—¿Sabes a qué me refiero con Tehilá leMoshé?

El jasid respondió que no lo sabía.
El Rebe sonrió.
—¡Fue escrito por uno de tus Rebes!

El jasid, evidentemente intrigado, sólo pudo encogerse de hombros, sin entender.

Entonces el Rebe repitió:
—Te preguntas por qué le ruego a ese joven que venga esta noche. ¿Qué vínculo tengo yo con él?

Y comenzó a relatar la enseñanza en detalle. Hice un gran esfuerzo por escuchar y comprender, y más tarde la escribí de la mejor manera que recordaba.

[Antes que nada, una breve introducción: el libro Tehilá leMoshé fue escrito por Rab Moishe Teitelbaum, conocido como el Ismaj Moshe, quien vivió a comienzos del siglo XIX. Alumno del Jozé de Lublin, fue rabino en Przemysl y luego Rebe en Ujhely, Hungría. Sus descendientes se convirtieron en los grandes líderes jasídicos de las comunidades de Sighet y Satmar. La enseñanza que el Rebe mencionó proviene de su comentario sobre el Tehilim, Tehilá leMoshé.]

Esto fue lo que escuché decir al Rebe, de pie en la entrada de su sucá, dirigiéndose al Rosh Yeshivá de Satmer: 
“El Ismaj Moshé escribe una historia maravillosa, llena de detalles. 
Reb Itzikel de Drohovitch —padre del famoso Reb Mijel de Zlotchov, discípulo del Baal Shem Tov y del Maguid de Mezritch— tuvo una vez un encuentro con Rashi en los planos superiores, en el Shamaim.

Rashi le preguntó a Reb Itzikel: ‘¿Por qué hay tanto alboroto en lo Alto acerca de la grandeza de tu hijo? ¿Qué hizo Reb Mijel para merecer tanta alabanza?’

Reb Itzikel respondió: ‘Mi hijo estudia Torá con absoluta pureza Leshem Shamaim, solo por amor al Cielo. 
 
‘¿Pero acaso no hay muchos que hacen lo mismo?’, replicó Rashi, sin conformarse.

 ‘Mi hijo ayuna y se priva de los placeres del mundo.’

 ‘¿Acaso no hay muchos que también lo hacen?’

 ‘Mi hijo da grandes sumas de dinero a los pobres’, dijo Reb Itzikel.

Pero Rashi seguía sin estar satisfecho. ‘¿No hay muchos que hacen lo mismo?’, insistió.

Finalmente, Reb Itzikel respondió:

 ‘Mi hijo ha acercado a muchos judíos a su Padre en el Cielo. Ha transformado a muchos baalei teshuvá, haciéndolos retornar al servicio a Hashem.’”

“Cuando Rashi escuchó esa respuesta, quedó finalmente satisfecho. Comprendió por qué los ángeles en el cielo se maravillaban tanto de la grandeza de Reb Mijel.”

Durante todo el tiempo que el Rebe hablaba —unos pocos minutos—, el jasid de Satmar escuchó con gran respeto. Cuando el Rebe terminó, el jasid le agradeció y dijo suavemente en ídish:
— Ij hob guit farshtanen. —entendí muy bien.

Mientras se alejaba, el Rebe sonrió y le deseó:
—Gut Yom Tev, que tengas un buen Yom Tov.


Hay un pequeño epílogo a esta historia.

Después de que terminaban las hakafot formales en 770 y el Rebe se retiraba, muchos jasidim permanecían allí hasta el amanecer, bailando, cantando y celebrando la alegría de la Torá con el entusiasmo característico de los jasidim.

A la mañana siguiente, entre los presentes que seguían bailando, de pronto vi a aquel muchacho joven de ropa sencilla y cabello despeinado a quien el Rebe había invitado personalmente la tarde anterior.

Parece que, al final, no pudo resistir la invitación del Rebe.

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Mensaje para nosotros, en vísperas de Simjat Torá:

Simjat Torá es el día en que no se estudia con la mente, sino que se baila con el alma. Bailamos con la Torá cerrada, sin abrirla, porque hoy la alegría no depende de cuánto sabemos ni cuán profundo comprendemos, sino de a quién pertenecemos. Cada judío, sabio o simple, estudioso o recién llegado, se une en un mismo círculo, abrazando la Torá y siendo abrazado por ella.

El Rebe nos enseñó con este gesto que la verdadera simjá —la alegría de Simjat Torá— está en invitar, en incluir, en despertar la chispa divina del otro. Así como Rashi se maravilló por aquel que acercó a otros a Di-s, también los ángeles se alegran cuando un judío logra que otro vuelva a bailar con la Torá.

Esta noche, cuando tomemos la Torá en nuestros brazos, recordemos que su grandeza no está en las letras que contiene, sino en la unión que provoca. La Torá es de todos, y cuando bailamos con ella, ella baila con nosotros.

Y este año, esa alegría de bailar todos juntos cobra un significado aún más profundo. Baruj Hashem, vimos el milagro del regreso de los secuestrados a sus hogares en Eretz Israel. Vuelven a abrazar a sus familias, y también ellos podrán volver a bailar y alegrarse con la Torá.

Que sus lágrimas se transformen en danzas, y sus heridas en pasos de esperanza. Que el corazón de todo Am Israel lata como uno solo, en una sola ronda de fe y de unidad.

Porque en Simjat Torá, literalmente, bailamos todos juntos: un solo pueblo, con una sola Torá y un solo corazón.

Y que esta alegría compartida sea la preparación y el anticipo del baile más grande de todos: ¡el baile con la Torá que nos transmitirá Mashíaj Tzidkeinu, pronto, en nuestros días, en Yerushalaim Ir HaKodesh!

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