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jueves, 28 de septiembre de 2023

La Sucá Flotante

En el año 1915, el gobernador del distrito de Kiev en Ucrania era el general Dernatalin, un odioso antisemita de origen alemán.

A medida que se acercaba la fiesta de Sucot, el general buscó formas de interferir con la preparación de la festividad por parte de los judíos que vivían en su distrito.

Estaba familiarizado con la tradición judía de comer y estar en la Sucá que construían en sus patios.

Luego de deliberar y consultarse con el círculo de sus conocidos, decidió tomar un curso de acción malévolo.

Aproximadamente una semana antes del inicio del Jag, hizo pública una proclamación de que estaba prohibido construir Sucot en el distrito de Kiev. La Sucá constituía un riesgo de incendio, fue la razón oficial proporcionada. Se amenazó con castigos severos a quienes transgredieran el decreto.

Los agricultores del distrito recibieron órdenes además de no traer madera ni ramas a la ciudad los próximos días.

La ciudad de Kiev estaba alborotada; ¡Quién se imaginaría tal cosa! ¿Impedirle a toda la comunidad judía que celebre la fiesta de Sucot conforme la Halajá?!

Ese mismo día se organizó una delegación, entre ellos uno de los ciudadanos judíos más pudientes, un exitoso hombre de negocios y un conocido y talentoso abogado. Pidieron una reunión urgente con el gobernador. Pero el general Dernatalin, al darse cuenta de por qué se convocaba la reunión, se negó siquiera a reunirse, dando una vaga excusa.

La opinión abrumadora entre la comunidad, muy indignada, era la de no ceder ante el decreto. Pero transgredirlo también era imposible. No se podía construir una Sucá en el interior, ni ocultarla de alguna manera.

La policía incrementó su vigilancia. Cualquier cosa que pudiera interpretarse como un posible inicio de la construcción de una sucá era inmediatamente detenido por ellos.

Los ricos de la ciudad y sus dignatarios convocaron una reunión para encontrar una solución. De repente habló el dueño de la compañía naviera local. "Muchos barcos navegan por el río Dniéper", dijo. "Construyamos una sucá enorme en uno de los barcos, y todos los ciudadanos serán invitados a comer allí."

Después de pensarlo un poco, el abogado comentó que esta idea no implicaba una transgresión del edicto del gobernador. Después de todo, él prohibió construir sucot en el terreno de su distrito, no habló nada de sobre el agua. También descartaba el motivo del decreto: el riesgo de incendio, ya que no era una amenaza en el agua como lo era en tierra.

Los participantes en la reunión quedaron encantados con esta solución. Tomaron la decisión de seguir adelante con el plan en total secreto, para que ni un susurro llegara al general. No tenían dudas de que haría todo lo que estuviera en su poder para obstruirlos.

Dos días antes del comienzo del Jag se preparó uno de los barcos y se construyeron dos enormes Sucot. Se construyó una sucá en la sección de Primera Clase, destinada a los ricos de la ciudad. Se construyó otra sucá en la sección de segunda clase para todos los demás judíos.

Las sucot fueron construidas 100% acorde a la halajá. El personal del barco hizo que las cocinas fueran kosher. Se prepararon enormes cantidades de comida para la multitud esperada. El propietario hizo saber que las comidas serían gratuitas para cualquiera que quisiera pueda cumplir la mitzvá de "Leishev basucá" (morar en la sucá).

La treta se mantuvo en secreto hasta el día víspera de Sucot. Sólo entonces comenzó a circular el rumor sobre la Sucá construida en un barco, que el pueblo judío de Kiev estaba invitado a observar la mitzvá de habitar en la sucá.

Varias horas antes del comienzo del jag, la policía descubrió la sucá en el barco. Se quedaron mirando asombrados la enorme sucá, sin saber cómo reaccionar. Las órdenes que les dieron no contenían instrucciones sobre lo que sucediera en el río Dnieper. Tampoco tenían justificación para ordenar el desmantelamiento de aquellas sucot por considerarlo un riesgo de incendio.

El jefe de policía corrió hacia el gobernador para informarle del inesperado giro de los acontecimientos. El general Dernatalin, atónito, no podía creer lo que oía. Exigió ir a ver por sí mismo la Sucá construida a la orilla del río.

Se hizo de noche y multitudes de yehudim se dirigieron hacia el río para observar la Mitzvá de la Sucá acorde a la halajá.

La comida festiva comenzó con suma alegría, hasta que comenzaron los susurros "¡Dernatalin está aquí!"

Este último estaba fuera de sí de furia. Amenazó con enviar a todos los que estaban allí a Siberia.

En ese momento, el rabino de Kiev dio un paso al frente, y se levantó para hablar. "Señor, honorable Gobernador", dijo, "debe saber usted que no hay nada, nada, que pueda hacer que un judío traicione o falte a  su religión. No hay poder en el mundo que sea capaz de arrancar de nuestros corazones las Mitzvot de la Torá que recibimos del Creador hace más de tres mil años. Nuestra sagrada Torá nos ordenó sentarnos en una Sucá, y aunque hemos estado en exilio cerca de dos mil años, no abandonaremos sus mandamientos."

El general escuchó atentamente las palabras del rabino. Cuando el rabino terminó su emotivo discurso, el general se acercó y, para sorpresa de todos los presentes, le estrechó la mano. Inmediatamente después se fue silenciosamente, junto con los agentes de policía.

Ese Sucot fue celebrado por el pueblo judío de Kiev con una alegría extraordinaria. Celebraban el Yom Teb en sí, como así también la victoria sobre aquellas personas que quisieron impedirles cumplir las Mitzvot y, en cambio, fueron vencidos.

A partir de ese día se notó un cambio en el gobernador. Dejó de causar problemas a la comunidad. Incluso anuló decretos anteriores que había dictado contra ellos.


Fuente:  Yerachmiel Tilles, de AscentOfSafed.com.

miércoles, 20 de septiembre de 2023

El verdadero motivo del viaje

Durante varios meses, la cuestión de conseguir una Visa cernía en el aire. ¿Podrán los padres del novio, viviendo en Eretz Israel, conseguir el permiso de las autoridades estadounidenses para viajar a la boda de su hijo que se suponía tendría lugar allí?

Esto sucedió cuando Rab Itzjak Twersky, el hijo del Rebe de Rajamastrivka, Rab Yojanan Tversky, se comprometió en enlace con la hija del Rebe de Skver, que vivía en Estados Unidos. El hecho que Rabí Yojanan sea ciudadano nacido en Rusia generó grandes dificultades para obtener la visa, debido a las frías relaciones entre los países en aquel entonces.

La espera por la visa retrasó la fijación de la fecha de la boda. Cuando pasaron varios meses, el padre de la novia decidió que era imposible demorar más y debía fijarse una fecha para la boda. Para alegría de todos, poco antes de la boda, los afortunados padres recibieron las tan esperadas visas y lograron llegar a Estados Unidos.

Antes de la boda, los padres fueron con el novio a visitar al Lubavitcher Rebe para recibir su bendición. Rab Yojanan tenía ya conocido tempranamente al Rebe. El abuelo del Rebe, Reb Meir-Shlomo Yanovsky, sirvió como Rabino en Nikolayev, la ciudad donde nació el Rebe. Durante la Primera Guerra Mundial, el Rebe de Rajmastrivka tuvo que huir de su pueblo hasta Nikolayev, el Rebe de vez en cuando había ido a visitar a su abuelo y así fue como se conocieron.

Los invitados fueron llevados a la oficina del Rebe y la conversación se desarrolló cordialmente. El Rebe bendijo a los padres y al novio. Durante la conversación, el Rebe le dijo al Rebe de Rajmastrivka: "Hay un judío aquí en Nueva York cuyo apellido es Landsman y es profesor en la universidad. En su pasado fue observante de la Torá y las Mitzvot, pero cuando llegó a los Estados Unidos abandonó el camino y los hábitos del judaísmo." El Rebe le reveló entonces a Rab Yojanan que había intentado hacer regresar a este judío a una vida de Torá y Mitzvot, sin éxito.

"¿Está usted dispuesto a actuar respecto a este asunto?" le preguntó el Rebe, a lo que Rab Yojanan respondió afirmativamente. El Rebe agarró el teléfono y marcó el número de la casa del profesor Landsman. "El Rab Twersky de Nikolayev está aquí y desea encontrarse contigo", le dijo el Rebe. "¿Cuándo te parece cómodo el encuentro?" El profesor respondió que el viernes pasado el mediodía sería un momento adecuado. El Rebe le dio la dirección de la casa (donde se hospedaba el Rebe de Rajmastrivka) y organizó el encuentro entre ellos.

Efectivamente, el viernes por la tarde, el profesor Landsman se presentó en la casa donde se hospedaba Rab Yojanan. Inmediatamente después del cálido re-encuentro, ambos comenzaron a hablar acerca de los acontecimientos de la guerra y cómo lograron escapar de ella, siendo ambos sobrevivientes que vivían en la misma ciudad.

"¿Qué te trajo a los Estados Unidos?", le preguntó Landsman. Rab Yojanan le habló acerca de la boda de su hijo que está por realizarse en Nueva York. El profesor sacó una chequera del bolsillo de su traje y emitió un cheque como regalo de bodas. "No aceptaré el cheque antes de que terminemos nuestra conversación", le dijo el Rebe al sorprendido profesor. "¿Qué sucede? ¿Hay algún problema?", se preguntó.

Rabí Yojanán no respondió y comenzó a hablar con el hombre sobre su estado y situación en el cumplimiento de la Torá y las Mitzvot. "¿Qué pasa con el cuidado del Shabat?" le preguntó el Rebe. "Esto es difícil para mí", se justificó el profesor. "En invierno, vuelvo tarde de la universidad, cuando el Shabat ya comenzó, y si no me presento a trabajar , mi sustento se verá afectado."

"¿Y qué pasa con el Kashrut?", siguió preguntando Rab Yojanán. Landsman respondió que si hubiera un almacén cerca de su casa que vendiera productos kosher, se le haría más fácil, pero para conseguir productos kosher tiene que ir muy lejos, y el esfuerzo le resulta difícil. Y así, en cada asunto judío que Rab Yojanan planteaba, el profesor tenía una excusa preparada de por qué no lo cumplía.


De repente, el Rebe estalló en llantos, lágrimas de emoción: "En Rusia dimos nuestras vidas por cuidar la Torá y las Mitzvot", exclamó todo sacudido. "¡Podrían habernos disparado! ¡Enviarnos a la helada Siberia por muchos años! Y, sin embargo, entregamos nuestras almas por preservar la Torá y las Mitzvot, a pesar de todas las dificultades."

"Y cuando finalmente llegamos a un país donde hay libertad de expresión y religión, y todos pueden cumplir Mitzvot sin dificultad, precisamente ahora buscan excusas por qué no cumplir las Mitzvot?!"

El profesor estaba muy conmocionado con estas palabras. Lágrimas comenzarono a brotar de sus ojos. "Rab,", sollozó, "le prometo que volveré a cumplir las Mitzvot."

En aquellos próximos minutos, el Rebe lo guió sobre cómo podría manejarse para observan las mitzvot en la práctica y le ofreció soluciones para enfrentar los desafíos que implicaba la observancia del Shabat y el Kosher.

Cuando terminaron la conversación, el Prof. Landsman sacó el cheque nuevamente y quiso entregárselo al Rebe: "Sólo cuando escuche del Lubavitcher Rebe que has vuelto a cumplir Torá y Mitzvot, aceptaré tu regalo." respondió el Rebe.

Tres semanas después, sonó el teléfono en el hogar donde se hospedaba Rab Yojanan, que todavía se encontraba en Estados Unidos. La voz del Rebe de Lubavitch se escuchaba del otro lado de la línea.

"Seguro piensa usted que ha venido a los Estados Unidos para casar a su hijo", le dijo el Rebe. "Debe saber que usted ha llegado hasta aquí para traer a este judío de regreso a sus fuentes y raíces. ¡Landsman ya cumple Torá y Mitzvot!"


Fuente: Sijat Hashabua #1916, Haazinu 5784 (Según la historia del rabino Najman-Yosef Tversky, nieto del Rebe de Rahmastrivka)

Carta del Rebe para Rosh Hashaná 5743 - Rosh Hashaná que cae en Shabat

Carta Rebe Rosh Hashana 5784 - 

Lo atraparon al Berdichever - Rosh Hashaná 5784


El Shul estaba colmado de una palpable sinceridad y emoción cuando el Tzadik Rab Levi Itzjak de Berditchev encabezaba la Tefilá del primer día de Rosh Hashaná. Cuando comenzaron el Piyut “LeE-l orej din” (Al Todopoderoso que dispone el juicio), la congregación lloraba, preparándose para el juicio. La voz del Rebe se volvió cada vez más ahogada por las lágrimas, y cuando llegó a las palabras: לְקוֹנֶה עֲבָדָיו בְּדִין - “Para Aquel que adquiere a Sus sirvientes en el juicio”, se quedó inmóvil, con el rostro pálido, en silencio, como si estuviera en otro mundo.

Momentos más tarde, el color volvió a su rostro y el Rebe exclamó con alegría: “Al que adquiere a Sus siervos en el juicio… al que tiene compasión de Su pueblo… al que vela por aquellos que lo aman… al que apoya a sus sinceros en el Día del Juicio!”

¿Qué pasó? Después del rezo, el Rebe explicó:

"Vi al Satan en el Shamaim, cargando bolsas de pecados. Muchas bolsas. Las cosa pintaban mal. De repente, su ojo atento divisó a un judío pecando en Rosh Hashaná, así que dejó sus bolsas y fue a recoger este pecado gigante y suculento. Mientras el Satan estaba ocupado, aproveché la oportunidad para revisar sus paquetes. “¿Cómo se puede responsabilizar a Yidn por estos pecados? Después de todo, ¡consideren su pobreza y sufrimiento! Consideremos también la absoluta ignorancia de Torá. Todas estas circunstancias del galut han llevado a que los yehudim se vuelvan insensibles al pecado. ¿Se los puede culpar? Los pecados se derritieron en mis manos y cuando el Satan regresó, sus sacos estaban vacíos.

"¡Ladrón!" tronó. "¡Devuélvelos de inmediato!" Y, conociendo las leyes del robo, añadió: “¡Y tienes que pagar el doble de lo que robaste!” Le expliqué que ya no tenía pecados para devolver, y mucho menos duplicarlos. "En ese caso, tengo derecho a venderte como esclavo."

Me ofreció al primer Malaj (ángel) que encontró. "¿Qué? ¿Por qué querría asumir la responsabilidad de poseer a un judío en Golus?" se burló el ángel. "Tendré que ocuparme de él en circunstancias tan difíciles." Así dijo cada ángel, hasta agotar sus opciones y ofrecerme al mismo Todopoderoso, quien accedió. “Sí, yo creé a este judío y lo quiero como mi sirviente. Me comprometeré a cuidarlo y protegerlo.”

“Y así”, concluyó Berditchever, “ahora que Hashem ha aceptado, todos podemos ser Sus siervos. ¡Todos nuestros pecados serán disueltos y nuestras necesidades satisfechas!”

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¿Pero quién quiere ser un sirviente/esclavo?

Por irónico que parezca, ser un siervo de Hashem es en realidad la forma más liberadora de vivir.

Una de las razones por la cual se toca el Shofar en Rosh Hashaná es recordarnos Matan Torá, donde la Torá escribe que hubo un "sonido de Shofar muy poderoso". Rosh Hashaná es un momento para aceptar sobre nosotros mismos “Naase Venishmá” tal como lo hicieron nuestros antepasados.

La Torá nos brinda una perspectiva muy clara respecto a cada área de la vida. En lugar de estar limitados por la lógica humana, nos elevamos para ver el mundo desde el punto de vista de la Torá. Al seguir la Torá, toda nuestra vida se realza. Nos mantenemos por encima de las modas pasajeras y evitamos un sinfín de errores y confusiones porque seguimos el mejor plan posible. Esta es la verdadera libertad.

La Torá fue entregada en Shabat, y esto no es casualidad. Shabat también eleva y realza al yehudi; nos saca de lo mundano y nos eleva a nosotros y a todo lo que nos rodea a un mundo y atmósfera de Shabat Kodesh. Cuán afortunados somos de tener un regalo que literalmente nos desconecta y separa del mundo en el que vivimos durante la semana. Las “restricciones” del Shabat nos liberan.

Ser un עֶבֶד es bastante bueno. Pero hay más.

En Rosh Hashaná coronamos a Hashem como Rey y nos sometemos a ser Sus súbditos. Nuestros Sabios dicen: "El עֶבֶד de un rey, es un rey." Todo el mismo ser de un siervo representa a su amo, de modo que, cuanto mayor sea su amo, mayor es él.

Aceptar y asumir ser sirvientes de Hashem no sólo nos libera, como lo haría incluso si tuviéramos un gran e importante amo y patrón, sino que nos otorga el estatus único de realeza. De hecho, cuanto mayor sea nuestra sumisión a Hashem, más nos convertimos en un vehículo para Su realeza. Cuanto menos independientes seamos, más permitimos que Hashem brille a través de nosotros. Y cuando el Rey se expresa y refleja a través nuestro, es mucho más fácil superar desafíos y obstáculos.

Este año Rosh Hashaná cae en Shabat. Claramente, este año Hashem nos está dando una medida adicional de inspiración y fuerza para dejar de lado todas las pretensiones y permitirnos convertirnos en Sus súbditos y elevarnos.

Como servidores de Hashem, tenemos derecho también a esperar que Hashem satisfaga todas nuestras necesidades. Los siervos de Hashem merecen estar sanos, tener tranquilidad, disfrutar de Najes de sus hijos y contar con una Parnasá en abundancia.

Deséndole a todos los lectores de los Jasidishe Maises un Ketibá Vajatima Tová Leshana Tová Umetuká!


Fuente: de un artículo de Reb Mordejai Lipsker

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