AdSense

lunes, 30 de junio de 2025

Cuando el Rebe Anterior no le quiso otorgar la Brajá que pedía

Cuando los nueve bojurim Lubavitchers llegaron a Montreal desde la Europa aún herida por la guerra, no todos los recibieron con entusiasmo. Había quienes dudaban de la viabilidad de establecer una ieshivá en esas condiciones. Pero entonces apareció el jasid y tzadik, Rab Yojanán Twersky, conocido como el Tolner Rebe, quien los acogió con calidez y les abrió las puertas de su hogar con estas palabras: “¡Mi casa es la de ustedes!”.

El rabino Twersky, quien había llegado a Montreal en el año 5694 (1934), era fundador de la congregación Kahal Jasidim Kehilas Dovid. Educado en Estados Unidos, hablaba el idioma del país con soltura, y tenía gran influencia en la comunidad judía local. No escatimaba esfuerzos en ayudarlos: los acompañó personalmente de una oficina gubernamental a otra, gestionaba lo que fuera necesario y, sobre todo, se preocupó de que los bojurim se sintieran acogidos en su nuevo entorno.

“Siempre estuvo a nuestro lado”, recordaba años después el rabino Guerlitzky. “Y no lo hizo por lástima, sino por el profundo respeto que sentía”.

El Rebe Rayatz expresó su aprecio por estos actos de entrega. En una ocasión, durante una audiencia privada (iejidut) con el Rebe en Nueva York, el Rab Twersky pidió una brajá: “Que no tenga dificultades en el servicio a Hashem”.

El Rebe Rayatz no accedió [a darle tal Brajá]. “Para eso fuimos creados —respondió—: para servir a Hashem luchando contra la inclinación al mal, sabiendo que hay recompensa y castigo”.

“Pero, ¿acaso no decimos cada mañana en la Tefilá”, preguntó el Rabino Twersky con humildad, “que no nos traigas a prueba ni desafío?”.
["וְאַל תְּבִיאֵנוּ... לֹא לִידֵי נִסָּיוֹן"]

El Rebe Rayatz explicó con dulzura: “Allí mismo pedimos también[e inmediatamente]: 
"וְלֹא לִידֵי בִזָּיוֹן"
‘Y no nos avergüences ni nos hagas caer en manos del desprecio’. El sentido es que el desafío no debe llevarnos, Jas Veshalom, a la caída o al escarnio. Pero las pruebas son necesarias, y debemos pasarlas. Lo que pedimos es la fuerza para superarlas, y así no ser avergonzados”.

---
Moraleja

De aquí aprendemos una enseñanza fundamental en el camino del jasid: no huir de los desafíos, sino enfrentarlos con fuerza interior, sabiendo que cada prueba es una oportunidad de elevarse. “Hashem no nos da una prueba si no nos da también la fuerza para superarla”. Y así, con la ayuda de Hashem, y con la inspiración de los tzadikim, podemos convertir cada oscuridad en luz, y cada obstáculo en un escalón hacia una conexión más profunda con Hashem.

No hay comentarios:

Publicar un comentario