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lunes, 8 de julio de 2019

Una carta a través del pensamiento

R' Isroel Deren, siendo entrevistado por JEM para My Story

Él miraba por la ventana el paisaje de la ciudad de Amherst, Massachusetts (en Estados Unidos). Un profundo sentimiento de melancolía llenaba su corazón. Frente suyo divisaba la enorme sala de conciertos.  "Isroel," pensó, "mañana te espera allí tu fracaso, tu frustración" con lágrimas cayendo de sus ojos.


Era el verano de 1974, Rab Isroel y su esposa Aviva Deren fueron enviados por el Lubavitcher Rebe a Amherst, una ciudad universitaria en Massachusetts, para trabajar con los estudiantes judíos e inculcarles la luz del judaísmo.

Rab Deren quiso marcar la apertura del Beit Jabad con un evento impresionante, que su repercusión llegue a todos los residentes locales. Decidió llevar a cabo un concierto en la sala de conciertos del Centro de Artes, que se había inaugurado recientemente en la universidad, trayendo al famoso cantante judío estadounidense Theodor-Meir Bickel, una reconocida estrella de Broadway en aquella época.

Rab Deren no escatimó en la publicación del evento. Imprimió anuncios llamativos y los publicó en los medios locales. Mucha esperanza puso en el concierto, que sería una exitosa oportunidad para todo el gran trabajo por delante.

Pero dos horas antes de Shabat todo se dio vuelta. El emocionado rabino Deren llamó a la oficina de venta de entradas para averiguar cuántos boletos ya se habían comprado. "Espere un momento", dijo el empleado, y luego de un momento, el rabino Deren escucha la respuesta que lo desconcertó: "Ochenta y siete entradas."

Rabí Deren estaba convencido de que había un error. "No, me refiero al programa del domingo", dijo.

"Sí, me refiero a ese espectáculo", respondió el empleado con determinación.

Rabí Deren no podía creerlo. Significaba esto un fracaso total del evento. Fue el Shabat más amargado de su vida. Cuánto más intentara reprimir su preocupación, no lo lograba. Ese Shabat por por la tarde es que estaba parado en el segundo piso del nuevo Beit Jabad, y divisaba desde allí la sala de conciertos, con el corazón roto.

De repente, se acordó de una historia con el famoso Mashpia, Reb Mendel Futerfas, uno de los miembros del movimiento clandestino jasídico que preservó la chispa del judaísmo en la Unión Soviética. Había sido arrestado por las autoridades y condenado a ocho años de prisión y trabajos forzados en un campo de trabajo forzado en Siberia.

Un día, Reb Mendel sintió que su sufrimiento ya desbordaba. Estaba quebrado y agotado del trabajo duro, del hambre y del frío. La soledad y el desapego de su familia y del Rebe destrozaban su espíritu. En tiempos normales, pensó, le escribiría en un momento así una carta al Rebe. Pero desde aquí ni puedo enviar una carta. Siendo así, le enviaré una carta en el pensamiento. El Jasid se ciñó su Gartel, se preparó mentalmente como corresponde y 'escribió' una carta al Rebe en sus pensamientos.

Pasaron los años. Reb Mendel pudo abandonar aquel infierno y reunirse con su familia, que vivía en Londres. Se sorprendió al escuchar de su esposa que (en aquel momento en que envió la carta al Rebe,) había recibido una carta del Rebe (en la casa de su familia,) en la cual el Rebe confirmaba que había recibido la carta de Reb Mendel. El Josid le explicó a su familia que él sólo en su mente había enviado una carta.

El rabino Deren reflexionaba en esa historia y pensó: Si yo fuera un verdadero josid, habría actuado como R. Mendel. Ahora le enviaría una carta al Rebe y le escribiría: "¡Rebe! Me has enviado aquí para Lekadesh Shem Shamaim (santificar el Nombre del Cielo), y sucederá todo lo contrario, por favor, Rebe, ¡sálvame!"

El domingo por la mañana no arrancó mejorando. Había invitado a los dignatarios y colaboradores a un desayuno previo, pero la empresa de catering se equivocó en la dirección... De alguna manera logró resolverlo, y al final de la comida salió para la sala de conciertos, listo para lo peor.

Al llegar a la esquina de la calle se encuentra con un panorama asombroso: varias y largas colas frente a las boleterías. Una gran multitud había venido a sacar entradas para el espectáculo. El rabino Deren se frotaba los ojos. Tuvo que pellizcarse para asegurarse de que no estaba soñando.

Se recuperó rápidamente y los saludó con una amplia sonrisa. Más de mil personas asistieron al evento, y fue un éxito, en todos los sentidos. Un logro mayor de lo que podría haberse esperado.

Entre los participantes se encontraba la abuela del rabino Deren, que había venido especialmente de New York. Al final del espectáculo, se apresuró a regresar a New York, ya que ella, junto a los padres de Rab Deren tenían programado un Yejidut con el Rebe con motivo del matrimonio de su hija.

En Yejidut, el Rebe saludó y bendijo a la novia y al novio, y luego la abuela le contó al Rebe sobre el concierto en Amherst.

El Rebe se echó hacia atrás y comenzó a hacer preguntas sobre cada detalle del evento. Finalmente preguntó: "Nu, ¿cuántas personas asistieron?"

La abuela respondió: "¡Más de mil!"

"¡Más de mil!" El Rebe repitió, y comentó inmediatamente, "Y ayer Isroel estaba tan Mará Shjorá! (con un estado de ánimo tan decaído/cabizbajo)".

Cuando salieron del Yejidut, la familia llamó al rabino Deren y le contó acerca del comentario del Rebe. Le preguntaron: "¿Llamaste a la secretaría del Rebe y le contaste acerca de tus preocupaciones?"

"No", les respondió. "No escribí una carta física ni llamé por teléfono... Envié la 'carta' sólo en mi mente, y parece ser que el Rebe la recibió..."


(Contado por Rab Deren a My Encounter, JEM)

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