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martes, 2 de julio de 2019

Guimel Tamuz - Maise: Mensaje desde el cielo



A las 3 AM, en el año 1973, tenía lugar el primer encuentro de los Abrams con el Lubavitcher Rebe. Era poco antes de su matrimonio, y ambos tuvieron un Yejidut ("encuentro personal") con el Rebe. Así comenzó una relación de larga data entre el Fiscal Principal de Nueva York, el Sr. Robert y su esposa, la abogada Diana con el Rebe.

Ambos se habían consultado con el Rebe respecto a diversas áreas de sus vidas, se sirvieron de su inteligencia y visión clara, y recibieron sus Brajot. Sin embargo, a pesar de la gran apertura que sentían hacia el Rebe, no compartieron la angustia personal que los agobiaba durante mucho tiempo.

Cuando se casaron, ya no eran jóvenes. Su hija, Rachel, la tuvieron cuando ella tenía ya treinta y nueve años. La niña creció y anhelaba una hermana pequeña, pero pasaron los años y nada. En un momento dado, los médicos que trataban a Diana dijeron que se negaban a continuar con el tratamiento, ya que a su edad avanzada podría poner en peligro su vida. La Sra. Abrams se resignó tristemente con la situación con la consciencia de satisfacerse con su única hija.

La sorpresa se produjo en Hoshana Raba del año 1984. Como de costumbre, el Rebe estaba de pie durante varias horas en la entrada a la Suká de madera en el patio, donde miles de mujeres pasaban y recibían una rebanada de Leikaj (torta de miel) con una Brajá para un Shaná Tobá Umetuká.

La Sra. Abrams pasó por el Rebe, recibió una mirada radiante y recibió su rebanada de Leikaj con una bendición para un año bueno y dulce. Ya había pasado, dejando el lugar para la próxima en la fila, cuando el Rebe le indicó que regresara. El Rebe le dio otro pedazo, diciéndole: "¡Esto es para una nueva adición en la familia!"

La mujer quedó congelada en su lugar, en shock. Ni 'Amén' pudo pronunciar. ¿Cómo conocía el Rebe su anhelo tan oculto? E incluso si lo supiera, ¿cómo se cumpliría su bendición, cuando ella ya tenía cuarenta y nueve años?

Seis semanas más tarde, la Sra. Abraham comenzó a sentir señales que normalmente no les hubiera puesto atención, pero la bendición del Rebe la llevó a acercarse al médico. Este era escéptico, e incluso cuando la prueba confirmó lo increíble, afirmó que aparentemente había habido un error. Sin embargo, un nuevo análisis lo confirmó: la pareja serían padres de otro niño.

Pasaron los meses y en buena hora se dirigió la pareja al hospital de maternidad. Su hija, Rachel, se quedó en casa. De repente, suena el teléfono. Rachel responde y escucha al secretario del Rebe preguntando acerca de su madre. "¡Ella acaba de irse a tener!" Respondió ella con entusiasmo.

Robert y Diana Abrams con la nueva integrante
de la familia con el Rebe
Resultó que, justo en ese momento, una niña llamada Binyamina estaba viniendo al mundo, llamada así por el padre de Robert, Benjamin.

El cierre del círculo tuvo lugar en Hoshana Raba, 1986. Binyamina, apodada Becky, fue llevada al Rebe para recibir el pedazo de Leijak. La cara del Rebe, nuevamente radiante al decirle: "¡Veo que trajiste la nueva adición a la familia!" Diana murmuró un gracias, pero el Rebe señaló hacia arriba y respondió: "No fui yo..."

Los Abraham's creen que las bendiciones del Rebe continúan acompañándolos. Una señal así Diana vio años más tarde, cuando visitó a su hija Rachel, quien vive en Israel; a causa de los cálculos renales que sufría su yerno. La suegra aprovechó sus contactos para que los mejores médicos examinaran al yerno, pero el problema no se resolvía.

Cuando abordó el avión de regreso a Nueva York, ella estaba triste. Ella había venido con un gran deseo de ayudar, más no tuvo éxito. Oh, cuánto le faltaba ahora la cálida sonrisa del Rebe, pensó. Si ella pudiera consultarle y recibir su bendición...

Un suspiro salió de su boca, que fue oído por un Lubavitcher Josid, que acababa de pasar, mientras le ofrecía a los pasajeros ponerse Tefilin, y él le preguntó cortésmente que le explicara su suspiro, y ella le contó lo qué le molestaba.

El Jasid le dijo que el Rebe no había abandonado su rebaño y que incluso hoy en día uno puede comunicarse con él con el pensamiento, escribiendo una carta y enviándola al Ohel, o dirigiéndose al Ohel. Le contó unas cuantas historias para demostrar sus palabras. La Sra. Abrahams escuchó atentamente, pero no se convencía al respecto.

Antes de irse, el Jasid le ofreció escuchar la voz del Rebe de su reproductor de música. La Sra. Abrahams aceptó delicadamente, se puso los auriculares y presionó el botón de encendido. Recordaba bien la experiencia especial de lo que era un Farbrenguen, ya que tuvo la posibilidad de participar.

En el audio se oía la voz del Rebe que terminaba una Sijá. Luego el público comenzó a cantar un Nigun. Ahí es cuando ella escucha al Rebe hablarle a un hombre que se le acercó. Para su sorpresa, ella reconoció la voz de su marido. Y de repente escucha al Rebe preguntar: "¿Cómo está su hija Rachel?" Ella tenía escalofríos. ¡De las miles de horas registradas y grabada de los Farbrenguens del Rebe, estaba sonando ahora justo el fragmento en el cual el Rebe habla con su esposo y le preguntaba por su hija!

"Eso es exactamente lo que necesitaba", concluye la señora Abrahams. "Estaba deseando un momento con el Rebe, y lo recibí de la manera más maravillosa, a diez mil metros de altura. Estaba feliz, sentí que no tenía de qué preocuparme, que todo iba a ir bien. Y efectivamente, todo se resolvió de la mejor manera."



Fuente: (Harabi Shelí - Sijat Hashabua Koraj 5779)

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