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lunes, 21 de abril de 2025

La consulta halájica que recibió el Beis Halevi (4 copas de leche?) y un mensaje muy actual

Era la víspera de Pésaj, y las calles estaban llenas de movimiento. Las familias corrían de un lado a otro, limpiando sus casas, comprando Matzot, y preparando cada detalle para el Séder.

En medio de ese bullicio, un hombre humilde se acercó a la casa del gran Rav Yosef Dov Soloveitchik, el Beis Halevi. Con pasos vacilantes y una voz baja, le preguntó:

—Rebe, una pregunta halájica. Quería saber si se puede cumplir la Mitzvá de las cuatro copas del Séder con leche en lugar de vino.

El Rav lo miró con atención. En vez de responder de inmediato —como quizás se esperaba para una pregunta tan sencilla—, frunció el ceño, como si meditara algo muy profundo.

—Mmm... Es una buena pregunta —dijo finalmente el Rav—. Tendré que examinar algunos libros y analizar bien la Halajá. Por favor, déjeme su nombre y dirección, y en cuanto tenga una respuesta, lo buscaré.

El hombre asintió, agradeció al Rav y se fue.

Uno de los alumnos del Rav, que había presenciado toda la escena, no pudo contener su sorpresa.

—Rebe... con todo respeto, ¡esa es una pregunta muy simple! Todos sabemos que no se acostumbra usar leche para las cuatro copas, pero tampoco es una gran cuestión halájica... ¿Por qué le dijo que tenía que estudiar sobre eso?

El Beis Halevi le sonrió, se puso su abrigo y se dirigió a la puerta.

—No era una pregunta de Halajá lo que escuché —dijo con voz suave—. Era un grito silencioso de necesidad. Si ese hombre está preguntando si puede usar leche en el Séder, eso significa que ni siquiera tiene dinero para vino. Y si piensa usar leche, entonces tampoco tendrá carne para la comida [porque no se puede mezclar carne con leche en la mesa del Seder].

—¿Y a dónde va ahora, Rebe? —preguntó el alumno, aún más intrigado.

A buscar la respuesta —dijo el Rav con una sonrisa—. En el mercado. Para comprarle vino, carne y todo lo que necesita para su Séder.

Así el Rav fue personalmente a ayudar a ese hombre, sin humillarlo, sin que siquiera tuviera que pedir Tzedaká. Porque a veces, el corazón del sabio entiende lo que la boca no puede decir.

*
Al margen del mensaje que deja esta historia, contiene además una importante enseñanza para la época (y los avances) que estamos viviendo

En tiempos como los nuestros, donde las respuestas están a un clic de distancia y donde la IA (Inteligencia Artificial) puede responder a casi cualquier pregunta en segundos, esta historia nos recuerda algo fundamental:

Un rabino de carne y hueso, con un corazón sensible y una mente atenta, no solo escucha las palabras que se dicen — también percibe lo que no se dice. Entiende el dolor detrás de la pregunta, la necesidad oculta entre líneas, la situación humana que ninguna inteligencia artificial puede captar del todo.
La inteligencia artificial puede dar una respuesta correcta, pero el Rab puede dar una respuesta con alma. Puede ofrecer compasión, apoyo, una sonrisa... o incluso salir corriendo al mercado para resolver un problema que no fue formulado en palabras.

Por eso, aunque vivamos en un mundo moderno, nunca debemos reemplazar el valor del contacto humano, de un líder que conoce a su gente, que siente con ellos, y que entiende que a veces, la verdadera respuesta no está en un libro, sino en el corazón.

La lección que aprendió el sastre

Había una vez un sastre humilde que se ganaba la vida con reparaciones y costuras simples. Un día, un hombre rico se enteró de su existencia y le encargó un traje importante. El sastre trabajó diligentemente y entregó el traje a tiempo, impresionando al hombre rico con su talento.

La noticia del sastre se corrió rápidamente, y pronto se convirtió en un nombre reconocido en su rubro. Un ministro del gobierno se enteró de su fama y lo llamó a su finca para que confeccionara un traje especial con una tela muy valiosa, importada especialmente del extranjero.

"He adquirido esta tela por un precio muy alto", le dijo el ministro al sastre. "Espero que confecciones con ella un traje muy especial."

"Soy un especialista en mi materia", respondió el sastre con confianza. "No tiene de qué preocuparse."

El sastre volvió a su casa y trabajó diligentemente en el traje. Finalmente, lo terminó y se lo llevó al ministro.

El ministro se midió el traje y su rostro se puso rojo de rabia. "¡Qué traje horrible!", exclamó.

Los guardias que oyeron esto agarraron al sastre y lo arrojaron fuera del palacio, sin olvidar arrojarle el traje que había cosido para su amo.

El sastre regresó a su hogar completamente destruido. Su esposa le dijo: "El único consejo que te puedo dar es que vayas del Rab, del Tzadik."

Aceptó la sugerencia de su esposa y fue a ver al Rebe[en ciertas fuentes está citado Reb Elimelej de Lizensk] El sastre le contó al Rebe toda la historia y sus sentimientos antes y después.

El Rab le sugirió un consejo simple: "Ve a tu casa, descose toda la prenda por completo, y vuelve a coserla de inmediato. Lleva la prenda renovada al ministro y pídele que se la vuelva a probar."

El sastre intentó preguntarle una explicación, pero el Rebe le dijo: "No lo pienses dos veces, no tienes nada que perder de todos modos."

El sastre regresó a su casa, deshizo el traje y lo cosió de nuevo. Con el nuevo producto, regresó a la finca del ministro. Para su sorpresa, el ministro aceptó volver a medirse el traje, y para su asombro, el entusiasmo del ministro fue enorme.
"¡Este traje es perfecto!", exclamó el ministro. "¡Gente! ¡Mis felicitaciones al sastre!"

El sastre estaba confundido. "Pero... es exactamente el mismo traje...", pensó para sí.

No pudo evitar regresar a ver a su Rebe para preguntarle qué había detrás de su consejo aparentemente extraño.

"¿Qué pasó?!", preguntó el sastre.

El Rab sonrió. "No fue difícil de entender tu historia", dijo. "La primera vez que cosiste el traje del ministro, lo hiciste con orgullo y pensando en el honor y el dinero que recibirías. El orgullo no cae bien a los ojos de la gente, y por lo tanto, el traje tampoco halló gracia a los ojos del ministro."

"Entiendo...", dijo el sastre.

"Estaba convencido de que si lo cosías de nuevo, la misma prenda, esta vez con esta humildad y modestia, con לב נשבר, hallaría gracia a todo quien lo viese", continuó el Rab. "Y así fue."

El sastre se dio cuenta de la sabiduría de este Tzadik y se sintió agradecido por la lección que había aprendido.

*

La parashá de esta semana comienza con las palabras "Vaikrá el Moshe", donde la letra Alef de la palabra Vaikrá aparece en la Torá como una letra pequeña. Según nuestros Sabios, esto nos enseña la humildad de Moshe, quien a pesar de sus grandes virtudes, se mantuvo humilde.

En contraste, en el libro de Dibrei Haiamim (último libro del Tanaj, la letra Alef del nombre de Adam aparece grande, destacando sus virtudes como creación directa de Di-s. Sin embargo, esto también nos recuerda que el orgullo y la autosuficiencia pueden llevar al pecado, como sucedió con Adam y el árbol del conocimiento.

La Torá nos enseña que las letras deben tener un tamaño medio, ni muy grandes ni muy pequeñas. Esto nos recuerda que debemos conocer nuestras virtudes, pero no enorgullecernos de ellas. Moshe, el profeta más grande y humilde de la tierra, nos enseña que la humildad es fundamental.

Cuando reconocemos que nuestras cualidades y habilidades son un regalo de Hashem para cumplir con nuestro propósito, podemos comportarnos con humildad y merecer el afecto de Hashem. Como se relata en el comienzo de la Parashá, "Vaikrá el Moshe", Hashem llama a Moshe con afecto, destacando su humildad y dedicación.


Fuente: Rab Nejemia Vilhelm. Mamtak Leshabat

Carta del Rebe para todo Bnei Israel 5735 - Publicada en español para Pesaj 5785

Carta Rebe Pesaj 5785-2025 

Maamar en español publicado para Pesaj 5785 - Venaja Alav Ruaj Hashem 5725

Maamar Venaja Alav Ruaj Hashem 5725 

martes, 8 de abril de 2025

11 de Nisan - Maise de Rab Lipsker - Shlijut más allá de la lógica

El Rabino Sholom Ber Lipsker, Sheliaj del Rebe en Bal Harbour, (Florida, Miami) quien estableció magníficas y poderosas instituciones de la Torá, donde miles de yehudim se acercan a la luz de la Torá, cuenta la siguiente historia:

"En nuestra zona vivía un judío muy rico llamado Mordejai (Mel) Landau, que nos apoyaba mucho económicamente.

Un día del año 1974, recibo una llamada del jefe de secretarios del Rebe, el rabino Hodakov. Me preguntaba cómo estaba el señor Landau. Le dije que todo está bien con él y que lo veo a menudo. "¿Se pone Tefilín?" Preguntó el rabino Hodakov y yo respondí que ese era un tema que ya lo había conversado con él varias veces, pero él dijo que no creía en eso y se niega rotundamente a ponerse los Tefilín.

"En ese momento escuché en el teléfono la voz del Rebe: "Zol zen leign mit im Tfilin haint" [preocuparse que le coloquen los Tefilín hoy].

"Salté de la silla. Me puse de pie y estaba realmente temblando. La voz de Rebe... 

"De aquí en adelante, la conversación teléfonicacontinuó de la siguiente manera. El Rebe hablaba con el rabino Hodakov y le indicaba qué decirme, como si yo no hubiera escuchado las palabras, y el rabino Hodakov repetía las palabras y las explicaba con más detalle.

"El rabino Hodakov repitió y dijo que debía ponerle Tefilín, y yo le dije que ya había intentado varias veces influenciarlo para que se los pusiera, pero no está dispuesto de ninguna manera. Ahí el Rebe dijo: "Pravn noj amol, m'fort oifn Ohel" [Intentar una vez más, estamos yendo al Ohel]. Y el rabino Hodakov volvió a repetirlo: "Dile que el Rebe está yendo al Ohel, es un momento oportuno para ponerse los Tefilín."

"Toda esta conversación superaba mi capacidad de entendimiento. Una persona que hasta ahora no se había puesto un Tefilín porque no para él no tenía sentido, ¿se pondría los Tefilín porque le dijeron que el Rebe estará yendo al Ohel y por eso es un momento oportuno?! Ni siquiera conoce la palabra 'Ohel', por supuesto que no tiene idea de lo que significa ir al Ohel, y por qué sería este un momento oportuno...

El Rebe continuó diciendo: "Sheine Tfilín" [Tefilín bellos]. El rabino Hodakov volvió a repetir y explicar que debía llevarle Tefilín hermosos, pero yo le expliqué que no me era posible conseguir Tefilín nuevos y elegantes de un día para el otro. En aquel entonces, no había Tefilín Mehudarot disponibles en nuestra área, ya que la gente aquí no eran observantes y se contentaban con Tefilín más simples. Por lo tanto, tendría que traer Tefilín desde New York, lo que me llevaría unos dos días. A esto el Rebe dijo: "Eigene" [los suyos], y el rabino Hodakov repitió: "Tienes contigo tus propios Tefilín".

"Sheine Sheidlaj" [cajitas elegantes], el Rebe continuó diciendo, y el rabino Hodakov repitió: que las cajas del Tefilín se vean bien, y el Rebe terminó diciendo: "Modia Zain" [que informe luego], y el rabino Hodakov repitió las palabras: "Después de que le coloques Tefilín, notifica acerca de ello."

"Llamé inmediatamente al Sr. Landau, le pregunté cómo estaba y me invitó a ir a saludarlo y tomar algo a su casa.

"Corrí al negocio de Judaica local, dije que necesitaba cajas grandes de Tefilín, pero el vendedor dijo que no vende las cajas por separado, sino solo junto con los Tefilín. Pregunté por el precio de un par de Tefilín, el vendedor me dijo 60 dólares, le pagué y dejé esos Tefilín allí en el mostrados mientras me llevaba solo las cajas... Corrí a la casa de Landau, él estaba de buen humor y dijo que acababa de terminar un partido [juego de deporte] con un amigo.

Le dije: "Escucha, ¿Qué tal si te pones los Tefilín?". "Ya te lo dije, no estoy para eso", respondió, pero no me detuve: "Es un muy buen día para ponerse los Tefilín, el Rebe está viajando al Ohel a rezar en el Tzion (donde se encuentra enterrado) su suegro. "¿Qué es el Ohel?" me preguntó. "Un cementerio", respondí. "¿Y el Rebe va allí?", preguntó de nuevo. "Sí", dije, "y el Rebe desde allí genera y proyecta grandes milagros. El Rebe responde a quienes acuden a él y le piden bendición con las palabras: 'Lo mencionaré en el Tzion', y hoy es el día en que el Rebe va allí."

"Ok", dijo Landau, "vamos, pongamos entonces."

"Cuando salí de su casa, telefoneé inmediatamente a 770. Cuando me presenté, el secretario, el rabino Kvint, me dijo que estaba esperando mi llamada. Le informé que Mordejai se había puesto Tefilín. En ese momento, el Rebe ya estaba en el Tzion, acompañado por el rabino Krinsky. En el automóvil del rabino Krinsky había un dispositivo telefónico, que estaba destinado para cuando el Rebe se dirija al Ohel, a través del cual mantenía  conversaciones durante las horas que permanecía el Rebe en el Ohel, y a veces transmitía instrucciones y respuestas que recibía del Rebe allí mismo durante su permanencia en el Ohel, y también recibía solicitudes y mensajes que la gente pedía darle al Rebe encontrándose allí.

"El rabino Kvint llamó al rabino Krinsky y le transmitió mi mensaje, y luego el rabino Krinsky contó que entró al Ohel y le comunicó al Rebe la noticia de que Mordejai se había puesto Tefilín, en ese momento el rostro del Rebe expresó gran emoción y satisfacción.

"Debemos entender que nuestro intelecto es muy limitado. Cuando andamos con él, nuestras capacidades están limitadas. Nos preguntamos: ¿Cómo podemos llevar a cabo tal tarea? Es demasiado grande para nosotros. El hombre no está dispuesto a ponerse Tefilín, y no parece lógico que lo que lo convenza sea si escucha que el Rebe viaja al Tzion. Pero la verdad es que si el Rebe nos dijo que hagamos algo, ¡es señal de que tenemos el poder para hacerlo y lograrlo! No es nuestro poder. No son nuestras explicaciones acerca de la virtud de ponerse los tefilín las que convencerán a un judío de ponerse un Tefilín, sino el 'empuje y otorgamiento de fuerzas' que otorga el Rebe.

"Hubo muchos casos como este, en los que pensé que de ninguna manera podría llevar a cabo la tarea que se me había puesto sobre los hombros, pero dado que el Rebe me dijo que lo hiciera, fui en contra de mi propia lógica y se hicieron cosas que posiblemente no podría haber llevado a cabo con mis propias fuerzas.

"Debemos saber que se nos han dado poderes inusuales, pero debemos obedecer y no hacer sólo lo que entendemos y sentimos que somos capaces de hacer, y como explica el Frierdiker Rebe:
יַעֲזֹב רָשָׁע דַּרְכּוֹ וְאִישׁ אָוֶן מַחְשְׁבֹתָיו
 "Que el hombre malvado deje su camino y el hombre inicuo sus pensamientos" - así como el hombre malvado debe dejar sus malos caminos, también debe el 'אִישׁ אָוֶן' - el hombre de voluntad fuerte dejar sus pensamientos, "y no decir 'Ij zog azoi', 'Ij halt azoi' [yo digo, yo sostengo, yo opíno], porque todo "Ij" ["yo"] y ego es fuente de mal y causa separación de corazones.

domingo, 30 de marzo de 2025

2 de Nisan - Maise: Una noche de milagros

Durante los días turbulentos de la Revolución Bolchevique en Rusia, el Rebe Rashab, Rabí Shalom-Dovber de Lubavitch, quinto Rebe de Jabad, se había trasladado a Rostov tras el estallido de la Primera Guerra Mundial. En el invierno de 1920, cuando las sombras del comunismo se cernían sobre la ciudad, el Rebe se recluyó en su hogar y no permitió la entrada de nadie.

Sin embargo, en Purim, la angustia de los jasidim se transformó en esperanza. Se les informó que el Rebe celebraría un breve Farbrenguen, pronunciaría un Maamar de Jasidut y, luego, cada uno regresaría a su casa. Con expectación y reverencia, los jasidim entraron en silencio a su hogar, iniciaron la Seudá y aguardaron ansiosos su llegada.

Cuando el Rebe apareció, su rostro reflejaba una paz especial. Tomó un poco de Mashke y, con voz firme dijo: "Lejaim!". Al instante, los jasidim percibieron un cambio en su expresión. Con palabras llenas de inspiración, los animó a estar Besimjá. Luego, sacó una suma de dinero y ordenó traer abundante Mashke. Invitó a todos los presentes a levantar sus copas, decir "Lejaim" y cantar con alegría desbordante.

En aquellos tiempos, las restricciones eran severas: salir de casa más de tres horas por la noche estaba prohibido, al igual que cualquier tipo de reunión. Beber en grupo y recolectar donaciones se consideraban delitos graves. Sin embargo, en aquella noche de Purim, en la casa del Rebe, la luz de la alegría y la fe desafiaban la oscuridad de la opresión.

Todos sintieron la magnitud de aquel momento y la cercanía única con el Rebe. Con entusiasmo desbordante, elevaron sus voces en un canto poderoso que resonaba incluso en la calle. En aquel instante, era como si hubieran olvidado dónde estaban. El Mashke fluía como agua, la alegría se desbordaba y el Rebe dirigía la atmósfera con una intensidad espiritual inigualable.

Su rostro reflejaba una conexión con otro mundo, y sus palabras ardían como llamaradas de fuego. Esa noche, los jasidim fueron bendecidos con un torrente de enseñanzas jasídicas y revelaciones como nunca antes habían experimentado.

De repente, en medio de la euforia, un jasid irrumpió en la sala con noticias realmente preocupantes: los bolcheviques estaban haciendo inspecciones por la ciudad y pronto llegarían a la casa del Rebe. Un escalofrío recorrió a los presentes, pero el Rebe permaneció impasible. Sin vacilar, continuó pronunciando sus santas palabras y ordenó que nadie se moviera. "Cuando canten, sigan cantando en voz alta", instruyó con determinación.

El miedo se apoderó de los familiares del Rebe. La Rebetzn intentó hacer que los jasidim bajaran la voz. Su hijo, Rabí Yosef-Itzjak (el futuro Rebe Rayatz), también estaba profundamente preocupado por lo que pudiera ocurrir. Pero el Rebe disipó todas las inquietudes con su inquebrantable serenidad.

Entonces, comenzó a recitar un profundo Maamar jasídico. En plena recitación, se escucharon golpes estruendosos en la puerta. Sin interrumpirse, el Rebe indicó que la abrieran y, sin voltear siquiera, continuó con su Maamer. A pesar del pánico, un jasid se dirigió a los bolcheviques y les informó con naturalidad: "En este momento, el Rebe está hablando". Los soldados preguntaron cuándo podían volver, y les respondieron: "En unas horas, cuando termine sus asuntos."

En un giro milagroso, los bolcheviques aceptaron la respuesta, se dieron la vuelta y abandonaron la casa, dejando tras de sí una atmósfera cargada de asombro y gratitud.

Pasaron algunas horas y, de repente, alguien volvió a golpear la puerta. Esta vez, los jasidim comprendieron que los bolcheviques regresarían para registrar la casa. No necesitarían buscar demasiado: sobre la mesa estaban las botellas de Mashke y una bandeja con el dinero recolectado para la recaudación de fondos organizada por el Rebe, pruebas innegables de "delitos penales" según el régimen.

El pánico se apoderó de los presentes. Con rapidez, Rabí Yosef-Itzjak cubrió la bandeja con una servilleta, pero el Rebe la apartó con determinación. Mirándolo fijamente, le dijo: "Yosef-Itzjok, ¡no tengo miedo! La paz estará con nosotros. No hablo de una paz oculta o encubierta, sino de una paz íntegra y abierta."

Los bolcheviques irrumpieron en la casa e inspeccionaron cada habitación. Cuando intentaron entrar en la sala de Yejidut, Rabí Yosef-Itzjak sintió un escalofrío de temor, pero el Rebe lo tranquilizó con palabras firmes: "Allí se anularán por completo." Luego añadió: "Hay que decir Jasidut para disipar la Klipá." Sin dudarlo, comenzó a recitar el profundo Maamar "Reshit Goim Amalek".

Mientras hablaba, repitió en varias ocasiones que era crucial prestar atención, pues estaba tratando un asunto Pnimi, algo que rara vez se revelaba. Los jasidim, sintiendo la gravedad del momento, agudizaron su concentración y absorbieron cada palabra con reverencia.

Durante la inspección en la sala de Yejidut, uno de los soldados bolcheviques aprovechó el caos para robar una pequeña caja de tabaco que estaba destinada para el Rebe para Pésaj. Reb Yaakov Landau, quien más tarde sería el rabino de Bnei Brak, notó el robo y no pudo quedarse en silencio. Con valentía, se dirigió al comandante del grupo y denunció el acto, exigiendo que la caja fuera devuelta. Como jasid leal, no podía permitir que un objeto sagrado del Rebe quedara en manos impuras.

El soldado ladrón, sorprendido al ser descubierto, no tuvo más opción que devolver la caja. Pero cuando la sacó de su regazo, ya estaba rota e inutilizable.

Milagrosamente, a pesar de haberlo tenido todo ante sus ojos, los bolcheviques ignoraron la reunión de los jasidim y los objetos sobre la mesa. Sin más, salieron y se dirigieron a la casa vecina. A través de una ventana, algunos jasidim observaron con atención sus movimientos.

De repente, vieron al soldado que había robado la caja sacar su pistola y examinar la boca del cañón. En ese instante, un disparo accidental resonó en la noche. La bala le atravesó el cuerpo, y cayó muerto en el acto. Sus compañeros, conmocionados, se vieron obligados a cargar con su cuerpo y retirarse.

Dos semanas después, el 2 de Nisán, el Rebe Rashab dejó este mundo y fue enterrado en Rostov, marcando el final de una era y el comienzo de un legado eterno.


Fuente: Otzar Hajasidim, Sijat Hashabua #1995

martes, 11 de marzo de 2025

Mensaje de Purim con anécdota divertida

El Frierdiker Rebe le recomendó a Reb Jatche (Yejezkel) Himelstein que se convirtiera en el Rov (Rabino) de una ciudad en particular. Sin embargo, Reb Jatche, conocido por su humildad, respondió: "No me siento digno de ser un rabino, hay ciertas Halajot (leyes) en Joshen Mishpat (asuntos monetarios) que no entiendo completamente."

El Frierdiker Rebe sonrió y le contó una historia. 
"En cierto Purim, un hombre había bebido demasiado Mashke y se quedó profundamente dormido en un banco. Algunos jóvenes traviesos lo vieron allí y quisieron divertirse un poco...encontraron una ropa (disfraz) de un galaj (cura) y se lo pusieron mientras dormía.

Cuando el hombre se despertó, todavía algo borracho, se miró y se sorprendió al ver que llevaba puesto el atuendo de un cura. '¿Qué es esto?', se preguntó. '¡No puede ser! Soy judío, no soy un cura!"

Aún con la mente nublada, el hombre pensó: "Pero.. si a fin de cuentas tengo puesto ropas de cura, debo ser un galaj!" No estaba seguro, así que decidió hacer una prueba. "Abriré un libro de los galajim y veré si puedo leerlo. Si puedo, soy un galaj. Si no, no lo soy."

Abrió el libro y vio que no podía leer nada, ya que estaba escrito en latín. "Definitivamente no soy un galaj", dijo. Pero luego siguió considerándolo: "¿Por qué estoy usando ropa de cura si no soy un galaj?"

Llegó a una conclusión divertida: "Soy un galaj, y probablemente la mayoría de los curas tampoco saben leer esto. No soy un inútil, y si ellos pueden ser curas sin saber leer, yo también puedo ser un galaj..."


El Frierdiker Rebe concluyó con una enseñanza valiosa: "Aprende de esta historia que no debes pensar que otros son más sabios o capaces que tú. Todos tenemos nuestras debilidades y limitaciones. Lo que diferencia a aquellos que logran el éxito es que no permiten que sus deficiencias les impidan avanzar hacia sus metas."

***

Al compartir esta historia con otros, me enteré de que el Frierdiker Rebe tenía un mensaje más profundo: 
Cuando se te asigna una responsabilidad, es común que la 'humildad' te haga sentir incapaz. Pero el Frierdiker Rebe le estaba diciendo: "Mira a aquellos que sí han logrado grandes cosas. ¿Crees que siempre tuvieron el talento para triunfar? No, perseveraron y tuvieron éxito de todos modos."

En otras palabras, aunque te falte claridad en ciertas áreas, con el tiempo y la perseverancia, podrás adquirir ese conocimiento. [El Frierdiker Rebe quería que Reb Jatche aceptara el desafío de convertirse en un Rov, y que no se dejara llevar por la idea de que no era digno.]

Además, hay un tercer mensaje en esta anécdota:

El Frierdiker Rebe destacaba que la posición o el cargo que ocupas puede influir sobre tu comportamiento, pero no te define como persona. Las ropas o el título que tengas no te convierten en alguien, es el esfuerzo y la dedicación lo que te lleva a crecer y a alcanzar tus metas.

Fuente: Reb Sholom Avtzon