AdSense

domingo, 18 de mayo de 2025

La Hajlatá Tová de un joven de 16 años - Lag Baomer


Era la primera noche de Shabat después de la terrible tragedia ocurrida en la tumba de Rabí Shimón Bar Iojái en Merón, en la noche de Lag Baomer del año 5781[2021]. En la casa de la familia Zakbaj, en Bnei Brak, reinaba un profundo silencio mientras se sentaban alrededor de la mesa de Shabat, con el corazón desgarrado por la pérdida de su hijo Menajem, de apenas 24 años.

Al llegar el momento de recitar el Birkat Hamazón, todos pensaron lo mismo: en la firme decisión que Menajem había tomado años atrás: recitar siempre el Birkat Hamazón de adentro de un Sidur.

Era una costumbre familiar que, en Rosh Hashaná, cada miembro tomaba una Hajlatá (buena resolución) y la compartía con los demás. A los 16 años, Menajem decidió comprometerse a decir siempre el Birkat Hamazón de un Sidur. "Nos esforzamos en conseguir el Etrog más hermoso y en cumplir las Mitzvot con Hidur (de la mejor manera posible)", solía decir. "Pero el Birkat Hamazón es una Mitzvá de la Torá, y al recitarlo de memoria es fácil olvidar palabras, o perder la concentración. Por eso, hay que hacerlo de un Sidur."

Y así lo cumplió fielmente. “Si no había Sidur, Menajem no se lavaba las manos para comer”, recuerda su padre, el rabino Meir Zakbaj, director espiritual de la Yeshivá Peer Moshe en Petaj Tikvá. Dos semanas antes del desastre, la familia habían ido a un lugar donde no había Sidur. Menajem les dijo que en ocho años jamás había dejado de cumplir con su decisión. Buscó con insistencia, hasta que encontró un Sidur y pudo recitar la Brajá.

Esa misma noche de Shabat, la familia decidió lanzar una iniciativa para fortalecer a todo Am Israel: imprimieron veinte mil ejemplares de *Birkat Hamazón. Muchas personas adoptaron la misma resolución de Menajem: de decir la Brajá siempre desde un Sidur. “Hasta hoy hemos impreso cincuenta mil ejemplares”, cuenta el rabino Zakbaj. “La demanda sigue creciendo. Recientemente imprimimos otros tres mil libritos. Son pequeños, prácticos, y muchísima gente los usa”.

La tragedia de Merón conmovió profundamente a la comunidad judía global. Un yehudi que vive en el exterior decidió reunir donantes para escribir un Sefer Torá en memoria de cada una de las víctimas. Se puso en contacto con la familia Zakbaj para que eligieran al Sofer que escribiría el Sefer y decidieran a qué lugar sería ingresado.

El rabino Zakbaj pensó en un amigo suyo, Sofer Stam, y le pidió que asumiera la tarea en mérito del alma de su hijo. Pero su amigo ya estaba comprometido con otra escritura. Sin embargo, le recomendó a otro colega: Reb Efraim Ginz, quien, según dijo, tenía una hermosa escritura y estaba disponible.

El rabino Zakbaj pidió una muestra de su Ktav y quedó muy impresionado. Llamó entonces al rabino Ginz para confirmar el encargo y contratarlo. La voz del Sofer se quebró del otro lado de la línea. “Debo contarte una historia”, dijo.

Y comenzó su relato:

“Cuando escuché sobre el accidente, fui a visitarlos a la Shivá a vuestra casa. Allí me conmoví profundamente al ver el proyecto del Birkat Hamazón en mérito del alma de vuestro hijo, y decidí también asumir el compromiso de recitarlo solo desde un Sidur.

Dos semanas después, me acerqué a un comerciante de Sofrut y me ofrecí para escribir un Sefer Torá. Le llevé una muestra de mi escritura. A los pocos días me respondió que, aunque mi letra era buena y mi experiencia se notaba, el acabado necesitaba mejorar. ‘Cuando consigas un nivel de acabado adecuado, consideraré darte el encargo’, me dijo.

Volví a la oficina muy abatido. Había soñado con empezar ese trabajo y traer Parnasá a mi hogar, pero se me escapaba de las manos. Estaba hambriento, me lavé las manos y comí un sándwich. Cuando quise recitar el Birkat Hamazón, descubrí que no había ningún Sidur en la oficina. Solo había tinta y pergaminos. Pregunté a mis compañeros si alguno tenía un Sidur, pero nadie tenía.

Estuve a punto de recitarlo de memoria, pero recordé el compromiso que había asumido. No me rendí. Revolví toda la oficina. Abrí cada armario, cada cajón, buscando en vano un Sidur. Hasta que, de repente, vi un pergamino. Sobre él estaba escrito, en escritura de Sofrut, todo el texto del Birkat Hamazón.

Le agradecí a Hashem desde lo más profundo de mi corazón. Mientras recitaba desde ese pergamino, no podía dejar de maravillarme con la belleza de la letra y su acabado. Sentí que del cielo me habían enviado ese 'birkón' para enseñarme cómo mejorar mi escritura.

Tomé una hoja de pergamino para Sefer Torá y comencé a imitar la caligrafía. Trabajé con todas mis fuerzas durante tres días, hasta escribir una hoja entera, con un nivel excelente.

Una hora antes de que me llamaras, terminé esa hoja… y te la envié. Quedaste impresionado con la letra… y enseguida me contrataste y encargaste el Sefer Torá en memoria de tu hijo.”


“Está escrito en los libros que el Birkat Hamazón es una Segulá para la parnasá”, concluye el rabino Zakbaj. “Y aquí lo vemos claramente: quien se cuida de recitarlo como es debido, recibe una buena Parnasá. Tal como ocurrió en esta historia.”


Menajem Zakbaj ע"ה diciendo Birkat Hamazón leyéndolo de un Sidur


El Sefer Torá que se inauguró Rosh Jodesh Kislev 5783 (2023) en Kiriat Herzog, Bnei Brak en su memoria




Fuente: Sijat Hashavua Emor 5785

No hay comentarios:

Publicar un comentario