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jueves, 25 de enero de 2024

Moishe M. y Moishe A.

Una vez, un jasid viajó con un problema grave a lo de Rab Dovber, el segundo Rebe de Jabad Lubavitch conocido como el Míteler Rebe. Estaba alquilando una posada al poritz (terrateniente) local y estaba a punto de ser desalojado ya que no podía pagar sus deudas. El poritz no estaba dispuesto a esperar más y el judío corría peligro no sólo de perder su medio de vida, sino también su hogar.

El jasid entró en la habitación del Rebe para una audiencia privada y le contó la situación. Le pidió al Rebe que le escribiera una carta a un rico hombre de negocios llamado Moshe A. Este hombre era amigo personal del poritz y, por lo tanto, sería un buen intermediario potencial.

El Rebe accedió y escribió la carta. El jasid se fue, carta en mano, seguro de que su situación cambiaría pronto. Sin embargo, cuando miró la carta, quedó sorprendido: estaba dirigida a la persona equivocada. En lugar de estar dirigida al rico y distinguido Moshe A., la carta estaba dirigida a Moshe M., que era tan pobre como él mismo...

El Rebe debe haber cometido un error, pensó el jasid, porque ¿qué podría hacer Moshe M. por él?

El jasid se dio la vuelta y regresó directamente a la residencia del Rebe y le dijo al asistente: "Debo volver a entrar, a hablar con el Rebe. Él me dio la carta, pero cometió un error y necesito que la arreglen."

"Lo siento", respondió el Gabai. "No puedes volver a ver al Rebe tan pronto. Hay muchos otros esperando ser recibidos."

"Pero no lo entiendes", protestó el jasid. "Este es un asunto de suma importancia y no puede esperar ni un día. No le quitaré mucho tiempo. El Rebe sólo tiene que cambiar algunas palabras. Verás, ¡está dirigida a la persona equivocada!"

La conversación fue escuchada por el hijo del Rebe, Reb Najum, quien se acercó y comentó: "Un Rebe no comete errores." El jasid se dio vuelta y se fue, meditando en las palabras que acababa de escuchar: "Un Rebe no comete errores." Se tomó esto en serio y decidió ir al día siguiente a ver a Moishe M. y presentarle la carta del Rebe.

Cuando llegó a la humilde cabaña de Moshe M., le contó sobre su audiencia con el Rebe y le mostró la carta. Moshe M. quedó confundido por la petición de que intercediera. "Me encantaría poder ayudarte, pero ¿qué puedo hacer exactamente? No tengo nada que ver con el poritz."

Pero el jasid, que estaba convencido de que el Rebe debía haber tenido algo en mente, fue persistente. Finalmente, Moshe M. accedió, aunque, por supuesto, no se podía decir que supiera lo que estaba aceptando.

En mitad de la noche se oyen golpes en la puerta. Moshe M. se despertó y se dirigió hacia la puerta. "¿Quién está ahí?" preguntó.

"¡Abra, por favor! Soy yo, el Conde", fue la respuesta.

Moshe M. abrió la puerta y, para su sorpresa, allí estaba el poritz, el mismo hombre al que planeaba visitar al día siguiente, empapado y temblando de frío.

"Por favor, pase, señor mío", dijo; y al cabo de una hora le proporcionó al poritz ropa seca, comida, vodka y té.

El poritz explicó que esa tarde se encontraba en lo profundo del bosque cuando lo sorprendió una tormenta inesperada. Esta casa había sido la primera que encontró cuando abandonó el bosque, y así fue como terminó sienoo huésped en lo de Moishe M.

Inmediatamente Moishe M. vio la Divina Providencia en la situación inusual, y cuando todos se fueron a dormir, estaba muy ansioso de presenciar cómo se desarrollarían los acontecimientos.

A la mañana siguiente el poritz se levantó tan sano y recuperado como antes y se dispuso a regresar a su casa. Dirigiéndose a su anfitrión, le dijo: "Estoy muy agradecido por todo lo que has hecho por mí y me gustaría recompensar tu amabilidad. ¿Qué puedo hacer por ti?"

Moshe M. respondió: "Por favor, señor, sólo haber tenido el honor de ayudarlo es todo el pago que necesito."

El poritz no aceptó un no como respuesta y reiteró su  petición de pagarle al judío. Cuando le hizo la oferta por tercera vez, Moshe habló:

"Señor, tengo un hermano que alquila una de las posadas en la propiedad de Su Señoría. Debido a las dificultades financieras de los últimos años, no ha podido pagar el alquiler y perderá el contrato de arrendamiento de la posada. ¿le podría pedir a Su Señoría que reconsidere su caso?"

El poritz se mostró inmediatamente receptivo a la petición. "Amigo mío, eres un buen tipo, estoy seguro de que tu hermano lo es también como tú. No sólo renovaré su contrato de arrendamiento, sino que también le perdonaré la deuda del alquiler pasado.

"Y sabes, es una gran suerte que me estés hablando de eso justo hoy. Estaba planeando darle el contrato de arrendamiento de esa propiedad al pariente de un buen amigo mío. Mi amigo Moshe A. me habló recientemente acerca de un pariente suyo. Necesitaba un puesto y mañana planeaba ocuparme del asunto."

Momentos más tarde, allí mismo, esos dos jasidim conversaban acerca de la maravillosa Hashgajá Pratit que tuvo lugar, tal como lo previó el Míteler Rebe. Si la carta hubiese sido dirigida al Moshé "correcto" y no al "equivocado", la situación habría tenido un final muy diferente e infeliz para el jasid. Vieron que, efectivamente, "un Rebe no comete errores."

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Fuente: Ampliado y complementado por Yerajmiel Tilles de LeChaim Weekly #1597.

[Cabe aclarar que existe en diversas otras fuentes esta historia relatada con el Tzemaj Tzedek.]

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