AdSense

martes, 23 de mayo de 2023

Un Madrij resuelve un problema en el campamento dando una importante lección

Los Madrijim del campamento de verano estaban perplejos. Todos los aparatos electrónicos habían desaparecido, como si se los hubiese tragado la tierra...

Para entender que fue lo que pasó, tenemos que remontarnos unos treinta años atrás, en algún lugar en Italia, un enorme complejo, una casa de veraneo (quinta de verano) ubicada entre la gran ciudad de Milán y la ciudad de Rímini. El dueño de esta finca, un Yehudi cuya riqueza se estimaba en cientos de millones, solo unos años antes de que suceda nuestra historia, se había recuperado de cierta enfermedad incurable, luego de que los médicos le habían pronosticado lo peor. En el apogeo de su grave enfermedad, este hombre rico, recurrió al Rebe de Lubavitch (a través de los Shlujim de Jabad en Italia), quien le pidió que observara meticulosamente las tres Tefilot del día y, milagrosamente, este hombre millonario se recuperó, contra todas las probabilidades. Continuó viviendo después de eso unos veinte años más y, a pesar de sus vastos negocios, dedicaba unas cuatro horas consecutivas todos los días a la Tefilá, con una devoción y una Kavaná que causaba asombro entre los que lo rodeaban. Cada año, el acaudalado ponía esta enorme estancia a disposición y para beneficio de grupos de niños, estudiantes jóvenes judíos de toda Italia, que no estudiaban todo el año en escuelas judías, y dedicados voluntarios los colmaban de Torá e Irat Shamaim, en combinación con actividades divertidas para intercambiar fuerzas y energías durante el verano, lo que vendría a ser los famosos campamentos "Gan Israel". 

A este campamento venían de todo Italia, pero particularmente de la gran ciudad de Milán y la cercana ciudad de Rímini, ambas al norte de Italia. Naturalmente, surgieron fricciones entre los grupos de jóvenes, feroces discusiones y competencias entre ambos. Quienes tenían más éxito, quienes eran mejores, los de Milano o los de Rímini.

Los Madrijim trabajaron incansablemente para hacer las paces entre los bandos e intentaban inculcarles la cualidad de Ahavat Israel y el respeto al prójimo, pero, en concreto, los resultados no siempre eran satisfactorios. 

El campamento llegó a su fin y los jóvenes de Rímini se iban y regresaban a sus hogares un poco antes, mientras que los demás niños, los de Milán se quedaron aquel día en un parque cercano. Tan pronto como regresaron del parque, los jóvenes de Milán descubrieron que faltaban varios aparatos electrónicos de sus bolsos y equipaje. La sospecha recayó sobre sus compañeros del campamento, los residentes de Rímini.

Como fuera mencionado, los Madrijim estaban desconcertados. En ese momento sentían un gusto amargo de fracaso en el Jinuj después de casi todo un mes inculcándoles Midot, valores y tradiciones judías, invirtiendo muchísimas fuerzas, físicas y económicas. La preocupación era aún más grande pensando en el Jilul Hashem que saldría de este incidente y no sabían qué hacer. [La opción de] ir a buscarlos a los jóvenes de Rímini y hurgar en sus bolsos no era una opción, en absoluto. No se podía culpar a todos, y además no alcanzaban con el tiempo para hurgar y revisar cientos de bolsos y valijas. 

De repente, uno de los Madrijim, de los más experimentados, se levantó, como recuperando el sentido. Rápidamente tomó un taxi que lo llevó a toda velocidad directamente a la estación de tren de Rímini. Después de esperar alrededor de media hora, llegó el tren con todos los participantes del campamento de verano que bajaban felices y contentos, al encuentro de sus padres que tanto los esperaban después de un mes sin verse. El Madrij se dirigió a los niños y a los padres con un anuncio dramático: "¡Atención! ¡Queridos chicos! Me acaban de informar que agentes antisemitas tramaron un complot vil contra ustedes y metieron maliciosamente algunos objetos de valor que no son suyos en los bolsos de algunos de los niños aquí presentes, y quieren difamarlos, escracharlos e incluso denunciarlos [dejando una muy mala imagen, etc.] Estoy seguro," continuó el Madrij a oídos de todos los chicos sorprendidos, "que se trata sólo de una falsa trama. Me han informado a su vez que la policía está en camino para revisar todos los equipajes, y debemos demostrar que toda esta trama es exagerada y sin fundamentos." 

Pasaron apenas unos minutos, y todos los presentes se sentaron para inspeccionar todos los bolsos, para verificar si tenían algún elemento que no era suyo. De repente dos estudiantes "descubrieron" que los antisemitas optaron por poner todo lo robado en sus valjas. Estos dos jóvenes, acompañados por sus padres le entregaron todos los aparatos (celulares, juegos electrónicos, consolas/computadoras, etc) al Madrij y le agradecieron por salvarlos de este 'humillante complot'... 

El Madrij volvió inmediatamente al campamento y le devolvió a todos los chicos de Milán todo lo que les habían robado unas horas atrás, mientras que todos los demás Madrijim se deleitaban fascinados de la exitosa maniobra para encontrar a los ladrones, en una forma honrosa, dignamente. 

Pasaron treinta años desde entonces. Aquel Madrij, Beri Lazar, creció hasta convertirse en el Rabino Berel Lazar. el Sheliaj y Rabino principal de todo Rusia. Hace muy poco tiempo, Rab Berel Lazar pasó un Shabat en una de las ciudades en Italia. Al dar una visita a la Sinagoga local (y disertar allí), uno de los presentes se le acercó y se identificó como uno de esos dos jóvenes y le dijo: "Puede que ni te hayas percatado hasta ahora, pero yo junto con mi compañero entendimos muy bien tu truco y maniobra que hiciste. No me voy a olvidar nunca cómo lograste, con tu idea tan genial, salvarme de la vergüenza frente a todos mis amigos y familiares. Tu noble acto tuvo un impacto tan profundo que decidí aprender más sobre judaísmo y desde entonces hasta hoy en día sigo el camino de la Torá y las Mitzvot", terminó diciéndole emocionado.

Otro de los presentes, que también conocía la historia muy de cerca, termina completando la historia con el siguiente comentario:
 "Sabelo, que de todos los cientos de chicos que participaron de aquel campamento que organizaron ustedes, fueron justo esos dos jóvenes, los que aparentemente los desilusionaron a ustedes luego de todo lo que dedicaron e invirtieron, fueron los únicos que terminaron siendo completamente observantes de Torá y Mitzvot!"

Para darnos una lección:  Tenemos prohibido desilusionarnos, y 'tirar la toalla' de sea quien sea que posee una Neshamá Yehudi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario