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domingo, 29 de agosto de 2021

La Teshuvá de Rab Saadia Gaón



Hace unos 1000 años atrás, vivió un gran líder y maestro llamado Rab Saadia Gaón (882–942). El Gaón (como se titulaba en aquel entonces a los principales sabios de la Judería Babilónica) tenía varios cientos de alumnos, todos ellos con una gran sed por aprender. Incluso un movimiento casual o una palabra de su venerado maestro les proporcionaba una lección de vida.

Una mañana de invierno, dos de sus alumnos estaban caminando por las montañas cuando escucharon un ruido del otro lado de una colina. Cuando se acercaron a la cima vieron, para su gran sorpresa, a su maestro sentado en el suelo cubierto de nieve, llorando, rezando y realizando otros actos de Teshuvá. ¿De qué podrá necesitar arrepentirse un Tzadik (persona perfectamente justa) como su maestro? ¿Pudo haber cometido algún pecado, Di-s libre? Salieron apresuradamente del lugar. Pero más tarde ese día, no pudieron contenerse y le preguntaron a su maestro de qué se trataba el suceso que habían presenciado.

“Hago eso todos los días”, les dijo. “Todos los días me arrepiento y le suplico a Di-s que perdone mis defectos y fallas en mi servicio a Él.”

"¿Fallas?" ellos preguntaron. "¿De qué fallas habla el Gaon?"

“Permítanme contarles una historia”, dijo Rab Saadia. "Algo que me pasó hace un tiempo".

“En un momento de mi vida, decidí que todo el honor y la atención que recibía de los que me rodeaban estaba interfiriendo con mi servicio al Creador. Se debe servir a Di-s con alegría, y sin completa humildad, la alegría es imposible. Así que decidí pasar varios meses en un lugar donde nadie me reconociera.

“Me vestí con ropas sencillas y comencé mi exilio autoimpuesto, vagando de pueblo en pueblo. Una noche estaba en una pequeña posada manejada por un anciano judío. Era un hombre muy amable y sencillo, y hablamos un rato antes de que me fuera a dormir. Temprano a la mañana siguiente, después de haber rezado shajarit me despedí de él y volví a emprender viaje.

“Lo que no sabía es que varios de mis alumnos me habían estado buscando, y varias horas después de que saliera de la posada aparecieron, siguiéndome el rastro. ¿Has Visto a Rab Saadia Gaón? le preguntaron. Tenemos motivos para creer que estuvo aquí.

“'¿Rab Saadia Gaon?' respondió el anciano judío desconcertado. '¿Qué estaría haciendo el gran Rab Saadia en una posada como la mía? Rab Saadia Gaon en mi posada? Nahh.... ¡Seguro que se están equivocando! ¡Aquí no había ningún Rab Saadia Gaon!

“Pero cuando los jóvenes me describieron y le explicaron acerca de mi exilio y mi 'disfraz', el anciano judío se agarró la cabeza y gritó: '¡Oy! ¡Rab Saadia! ¡Rab Saadia estuvo aquí! ¡Tienen razón! ¡Oy, Oy! 'y salió corriendo, se subió a su carreta y comenzó a apurar a su caballo a que fuera lo más rápido posible en la dirección que yo había tomado.

“Al poco tiempo me alcanzó, saltó de su carruaje y cayó a mis pies, llorando: 'Por favor, perdóneme, Rab Saadia. Por favor perdóneme. ¡No sabía que era usted!

“Lo hice levantarse y sacudirse (la tierra), y luego le dije: 'Pero mi querido amigo, me trataste muy bien, fuiste muy amable y hospitalario. ¿Por qué te disculpas? No tienes nada por qué disculparte.'

“'No, no, Rabino', respondió. Si hubiera sabido quién era usted, lo hubiera atendido y servido de una manera completamente diferente!'

“De repente me di cuenta de que este hombre me estaba enseñando una lección muy importante en el servicio a Di-s, y que el propósito de mi exilio se había cumplido. Le di las gracias, lo bendije y regresé a casa.

“Desde entonces, todas las noches, cuando digo Kriat Shemá Al Hamitá, repaso en mi mente cómo serví a Di-s ese día. Entonces pienso en ese viejo posadero y me digo a mí mismo: '¡Oy!  Si hubiera sabido acerca de Di-s al principio del día lo que sé ahora, ¡lo habría servido de manera completamente diferente! '

"Y eso es por lo que me estaba arrepintiendo esta mañana."


Fuente: Chabad.org

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