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jueves, 25 de septiembre de 2025

15 de Elul - Tomjei Tmimim - Historia de 3 Tmimim Jsidim y su encuentro con Reb Moshe Fainstein

En los días oscuros de la Revolución Rusa, cuando el régimen bolchevique decretó la guerra contra toda manifestación de vida religiosa, la Yeshivá Tomjei Tmimim en Lubavitch se convirtió en un blanco especial de persecución. El estudio de Torá fue prohibido por ley, y cualquiera que fuera sorprendido enseñando estudiando podía ser encarcelado o desterrado a Siberia.

Sin embargo, los bojrim de Tomjei Tmimim, guiados y alentados por el Frierdiker Rebe —Rabí Iosef Itzjak Schneersohn—, no se doblegaron. Continuaron estudiando en sótanos húmedos y en graneros apartados, mudándose de un lugar a otro cada vez que la policía descubría su paradero. Muchos de ellos aceptaron sobre sí mismos auténticas misiones de mesirut nefesh: impartían clases de Torá a niños en la clandestinidad, organizaban Minianim ocultos y transmitían las enseñanzas de jasidut en las condiciones más adversas.

De aquella fragua de fuego salieron jóvenes que crecieron y maduraron hasta convertirse en auténticos Tmimim: hombres de Torá, de Irat Shamaim y de entrega sin límites. Años más tarde, algunos de ellos salieron de la Unión Soviética y llegaron a Estados Unidos, llevando consigo la impronta de esa educación forjada bajo persecución.

Bajo indicación directa del Rebe, tres de esos jasidim —Reb Moishe Katzenelenbogen, Reb Motel Kasliner y Reb Yankel Notik— fueron a visitar al gran Posek de la generación, Rabí Moshe Feinstein.

Al verlos entrar en su sala, Rabí Moshe quedó impresionado. Él sabía muy bien que bajo el régimen comunista la vida judía era casi imposible; lo había experimentado en carne propia durante su breve paso como rabino en Lublin. Por eso, encontrarse con un grupo de jóvenes nacidos después de la Revolución, de apariencia abiertamente judía y formados en Torá y jasidut, le resultaba casi inconcebible. Su asombro se multiplicó cuando escuchó de sus bocas jidushim profundos de Torá.

Incluso uno de los más jóvenes, Berl Vilenkin, compartió una enseñanza extraída del mismísimo Igrot Moshe. Sorprendido, Rab Moshe le preguntó de dónde había conseguido aquel libro prohibido en la URSS, y Berl le contó cómo había llegado a sus manos gracias a que unos "turistas olvidaron" algún que otro volumen en Moscú. Emocionado, el Posek le regaló un set completo de Igrot Moshe, que aún hoy se conserva en la casa de Reb Berl Vilenkin en Kfar Jabad.

Rab Moshe, cada vez más intrigado, les preguntó entonces:
—“¿Cómo lo lograron? ¿Cómo pudieron formar una nueva generación de Ierei Shomaim, valientes en Torá, en temor al Cielo y en jasidut? ¡Es algo que desafía toda lógica!”

Los tres jasidim, frutos de Tomjei Tmimim, le dieron cada uno una respuesta.
Reb Moshe Katzenelenbogen dijo:
—“ Los Farbrenguens. Nos juntábamos y hacíamos farbrenguens y con eso nos fortalecíamos mutuamente; así nos mantuvimos, y mantuvimos viva la llama”.

El anciano Reb Motel Kasliner respondió con firmeza:
—“¡Tenemos un Rebe!”

Y el tercero, Reb Yankel Notik, con la serenidad de una verdad interior que no necesitaba explicaciones, susurró:
—“No entiendo la pregunta… ¿Teniamos otra opción? ¿cómo podría ser de otra manera?”

Fue precisamente esta última respuesta la que más conmovió a Rab Moshe Feinstein. La simplicidad y claridad de aquel jasid lo impactaron profundamente: para un verdadero Tomim, la existencia misma de la pregunta era incomprensible, porque vivir con el Rebe y con la misión que él da no admite otra realidad.

Así se reveló que los alumnos de Tomjei Tmimim, formados en clandestinidad y forjados en Mesirut Nefesh, fueron capaces de mantener el judaísmo en las condiciones más oscuras y, décadas después, impresionar y emocionar al gran Posek de la generación en la ciudad de Nueva York

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