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viernes, 31 de marzo de 2023

¿Cómo logramos algo así?

Recientemente se publicó una carta de Reb Jatche Feiguin, uno de los secretarios del Frierdiker Rebe en Europa. Allí escribe la siguiente historia que escuchó directamente del Frierdiker Rebe.

El Alter Rebe tenía un Josid que por cuestiones de negocios solía viajar por las cercanías de Karlin. El Alter Rebe le dijo que se detenga allí la próxima vez y observe al Tzadik Reb Aharon Karliner.

Complacido por tener la oportunidad de hacer algo en nombre del Rebe, el Josid se dirigió a Karlin y encontró un lugar para dormir.

Al salir, notó que algunos jasidim corrían y les preguntó: "¿Hacia dónde se apresuran?"

"El Rebe ha estado ayunando estos últimos tres días y va a cortar su ayuno", respondieron.

"Dado que cortará su ayuno frente a los Jasidim, tengo la oportunidad de observarlo en este momento", pensó el josid, "y podré cumplir con las instrucciones del Rebe." Entonces, sin demora, los siguió hasta el Beit Hamidrash de Reb Aharon.

Después de lavarse las manos para Hamotzi y comer un poco de Jalá, se sirvió el primer plato. Reb Aharon comenzó a comer, pero dejó la comida inmediatamente, apartó el plato y exclamó con ira: "¡Está demasiado salada! ¿Quién preparó esta comida?"

Al escuchar la conmoción, la Rebetzin vino a ver qué pasaba. Dirigiéndose a su Rebetzin, el Tzadik preguntó "¿Vos preparaste esto?"

"Sí...", fue la respuesta.

"Está muy salado, incomible; motivo suficiente para darte el divorcio!", tronó el tzadik.

Todos los presentes quedaron atónitos. Esto era tan poco característico del Rebe.

Uno de los jasidim más veteranos decidió probar el plato que se sirvió y luego le dijo: "Rebe, sí, hay un poco de sal extra en la comida, pero no está tan salada como para justificar un divorcio."

Al escuchar estas palabras, el Rebe comenzó a bailar de alegría.

El Josid del Alter Rebe no sabía cómo reaccionar. Estaba desconcertado, le pareció un Shpil (una dramatización cómica que se estila realizar en) Purim. Así que decidió relatar algunos otros aspectos que notó, como el hecho que Reb Aharon ayunó durante tres días y luego comió una comida frente a los jasidim.

Al escuchar esto, el Alter Rebe preguntó: "Y ¿qué pasó en la Seudá?"

Al no tener otra opción, el josid relató lo que presenció, pensando para sí mismo, evidentemente, el Rebe había sentido que algo fuera de lo común había ocurrido.

Sintiendo la inquietud del josid por lo que había notado, el Alter Rebe le explicó. Reb Aharon vio un decreto severo que regía contra cierta comunidad. Iban a ser expulsados y desterrados de sus hogares y medios de subsistencia. Sería una calamidad para ellos. Para evitar este decreto ayunó durante tres días. Pero fue en vano, el decreto se mantuvo.

El Tzadik hizo una Seudá y dijo que la comida de la Rebetzin era incomible y por lo tanto estaba en planes el divorcio. La Rebetzin estaba representando a esa comunidad judía, cuyas acciones (u omisiones) causaron tanta angustia al Cielo que se decretó que merecían ser desterrados de sus hogares, por lo que dijo que se divorciaría de la Rebetzn.

Pero luego el anciano Josid argumentó: "Coincidimos que está salado pero no está tan salado como para que justifique un divorcio." En otras palabras, aunque esa comunidad pecó y merece ser reprendida, una reprimenda es suficiente y no hay necesidad de dar el paso drástico de divorciarse, es decir, que sean desterrados de sus hogares.

Estas palabras penetraron en el Shamaim y el decreto fue anulado y el Tzadik comenzó a bailar de felicidad.

Al escuchar esto, el Josid se dio cuenta de que no había entendido y había prejuzgado las acciones de Reb Aharon. Dirigiéndose al Alter Rebe, le preguntó: "Y ¿por qué no vemos algo así con el Rebe?"

"Logramos estas mismas cosas al decir un Maamar Jasidut", respondió el Alter Rebe.


Reb Jatche concluye su carta: "Te escribo esto porque escuché que hay cierta ruptura y discordia en tu comunidad, quiero que sepas que veo que le está causando angustia al Rebe, ya que en el Maamar reciente agregó algo sobre negar el odio infundado." Agregó todo un párrafo del famoso Maamar de Hejaltzu, que aborda este tema.

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