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lunes, 2 de enero de 2017

DIDAN NOTZAJ! - La Historia Parte 3


Tomando medidas

Al mismo tiempo, varios ricos y donantes de Jabad trataron de negociar un acuerdo con Bery Gurary. Sus esfuerzos fallaron. Gurary sostenía que los libros eran su propiedad personal. Los Lubavitchers no podían estar de acuerdo. Para ellos, su postura representaba un acto descarado para apropiarse de libros pertenecientes a la comunidad judía.
En un sentido aún más amplio, la demanda de Bery Gurary de adueñarse de la biblioteca atacaba la base de la relación Rebe-Josid y el fundamento mismo de la comunidad Lubavitch en todo el mundo.

¿Qué debe hacer Agudas Jasidei Jabad? El Rabino Yehuda Krinsky intuyó que el siguiente paso dependía de ellos. Aquí estaba un hombre que había tomado ilegalmente cientos de libros antiquísimos, vendiéndolos como cualquier mercadería ordinaria. Algunos ya se habían vendido y estaban en las manos de coleccionistas aquí y en Europa. Todos los libros podrían irse en cualquier tiempo y serían irrecuperables.

A continuación, se le pidió a Bery Gurary que aparezca ante un tribunal judío, pero se negó. El Rabino Krinsky consultó Autoridades rabínicas de la ley judía quienes le aconsejaron que se puede apelar a una corte gubernamental si la justicia no se efectuará en un tribunal judío.
Por asesoramiento jurídico, los Lubavitchers decidieron obtener una orden de restricción temporal en la esperanza de que esto resuelva el asunto.
A esta altura, era verano, y muchos jueces federales de la Corte Federal del distrito de Brooklyn (Tillary Street) estaban de vacaciones. El Rabino Krinsky decidió trabajar con Nathan Lewin, un prominente abogado de WashIngton, D.C. El lunes 29 de julio, fueron al  palacio de justicia de Brooklyn. Antes de considerar cualquier legalidad, el juez le pidió a Bery Gurary que trate el asunto con los tribunales judíos. Gurary se negó, dejando sin otra alternativa a Agudas Jasidei Jabad que la de continuar con la orden de restricción.

Un mensajero de la corte fue despachado inmediatamente a Bery Gurary informándole de la orden de restricción impidiéndole que vendiera más libros. Aquellos que estaban en su posesión fueron entonces colocados en una cuenta de depósito en garantía en una bodega aduanera bajo la supervisión de abogados.
Rabino Krinsky esperó ansioso que Gurary devuelva los libros, pero él no lo hizo.

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