AdSense

domingo, 21 de agosto de 2022

Un secreto por setenta años - Maise para el 20 de Av


"Lamentablemente, este bebé tiene los días contados", dijeron los médicos a los jóvenes padres, que acababan de convertirse en padre y madre, tras el nacimiento de su primogénito. "No podrá sobrevivir más de unas pocas semanas."

Fue en el mes de Tamuz 5691 (1931), en la ciudad de Nikolayev en Ucrania. Reb Shimon y su esposa Sharona Kuperman tuvieron su hijo primogénito, pero a los pocos días, la alegría de los padres fue opacada y reemplazada por una grave preocupación; se descubrió que el tierno bebé padecía un grave problema en el corazón.

Ya al momento del nacimiento, el bebé se puso azul. Más tarde se hizo evidente que un error de una partera sin experiencia causó complicaciones durante el parto y le generó terribles contratiempos al feto.

En las pruebas que le realizaron, los médicos encontraron un soplo en su corazoncito. Los soplos en el corazón se clasifican de uno a seis, según su fuerza e intensidad. La calificación del soplo de Baruj era la más alta... La mayoría de los soplos que se escuchan en los primeros días luego del nacimiento no son motivo de preocupación y generalmente desaparecen, pero en este caso persistió durante varios días.

El bebé permaneció internado durante mucho tiempo. Las pruebas repetidas realizadas por los médicos revelaron que sus chances de sobrevivir eran extremadamente escasas. Los médicos no le ocultaron esto a los padres. Su pronóstico era sombrío. Decían claramente que sus días estaban contados. Los flamantes padres estaban muy nerviosos y consternados, no podían soportar el estrés y el dolor.

Cuando el bebé salió del hospital, le hicieron el Brit Milá y lo llamaron Baruj. El Brit se realizó con éxito, pero los padres recordaban las duras palabras de los médicos, que a medida que el bebé creciera, el problema en su corazón empeoraría.

Los padres procedían de familias jasídicas, se criaron con la Emuná en los Tzadikim. Habían escuchado de la grandeza y Kedushá del Rab Levi-Itzjak Schneerson, el rabino de Yekatrinoslav (actualmente Dnipro). La madre decidió llevar a su pequeño hijo con ella y pedirle una salvación.

Las ciudades Nikolayev y Yekatrinoslav no están cerca. Incluso en las condiciones actuales, el viaje dura unas ocho horas. Es fácil suponer que en aquellos días el camino tomaba más tiempo y las condiciones de viaje eran peores. Pero la madre estaba decidida a salvar a su tierno bebé.

Después de un viaje largo y difícil, la señora Kuperman llegó a Yekatrinoslav y fue a la casa del Rab, en la calle Mironova. La puerta la abrió un hombre cautivante, que infundía Kabod, y la invitó a pasar.

La mujer se sentó y estalló en llantos. Con dificultad logró desahogar lo que tenía en su corazón. El Rab Levi Itzjak la bendijo e incluso le aseguró que el bebé sobreviviría y mejoraría. La madre volvió alentada. Ella siempre decía que el Rab Levi-Itzjak le otorgó un Bitajón muy fuerte de que todo saldría bien y esto calmó las preocupaciones de los padres.

Efectivamente, ocurrió el milagro. En contra de todas las predicciones de los médicos, el bebé se fue recuperando hasta quedar completamente sano. Fue bendecido con talentos y muy inteligente, y después de hacer Aliá a Israel se desempeñó como profesor de matemáticas en la Universidad Hebrea y también enseñó Yahadut en el Instituto Lev en Jerusalem.


La hermana de Baruj, la señora Miriam Burstein de Tzfat, cuenta la segunda parte de la historia:

Nací después que mi hermano, Baruj. Una vez, cuando yo era niña, escuché a mis padres conversando en su habitación. Mi habitación estaba contigua a la de ellos, y algo en el tono de la conversación me empujó a esforzarme por escuchar. Estaban conversando acerca de la historia del nacimiento de mi hermano, y luego se escucharon susurros en un tono más bajo. En retrospectiva, ese sería el susurro más fuerte que he escuchado en toda mi vida...

Mi padre, que no había estado presente en aquel encuentro de mi madre con Rab Levi-Itzjak, pidió escuchar de nuevo cuáles fueron exactamente las palabras que le dijo. Mi madre dijo que se había puesto a llorar y contado al Rab el delicado problema de salud y lo que los médicos dicen, que Baruj no tiene posibilidades de vivir más allá de unas pocas semanas.

Ella continuó contándole que Rab Levi-Itzjak desestimó las palabras de los médicos y dijo: "Nu, él podrá vivir con eso setenta años...". ("Nu, Er Vet Kenen Lebn mit Dem Zibetzik Yor") Mis padres estaban debatiendo el significado de estas palabras. No lo vieron como un mero número aleatorio que soltó.

En ese momento me di cuenta de que había oído un secreto que no debería haber oído. Escuché de primera mano el gran secreto que toda persona  en el mundo quisiera saber: cuántos años uno vivirá...

Mi madre no le contó esto a nadie en el mundo, y por supuesto no se lo contó a mi querido hermano Baruj. Tampoco le revelé nunca a ella que había escuchado este secreto. Lo guardé muy para mis adentros y traté de reprimirlo.

A medida que se acercaba el año setenta de mi hermano, la preocupación y ansiedad en mi corazón aumentó. Lo quería mucho, y no quería creerlo. Asistí a su fiesta de cumpleaños número setenta, pero mi corazón estaba ansioso y preocupado.

Desafortunadamente, poco después de cumplir sus setenta años, le diagnosticaron la enfermedad maligna. Comenzó una serie de tratamientos, pero cuando creíamos que estaba consiguiendo superar la enfermedad, su corazón se detuvo. Falleció Rosh Jodesh Kislev 5763 (2003). Mi querido hermano vivió una vida saludable, sana y alegre durante setenta años, ¡tal cual como lo dijo Rab Levi-Itzjak!

Fue solo después de la Halevaya, durante la Shive, que liberé de mi corazón el secreto que había atesorado durante décadas.

Fuente: Sijat Hashabua, Ekev 5782





No hay comentarios:

Publicar un comentario