AdSense

lunes, 10 de enero de 2022

MAJSHABÁ MOELET - Historia con el Frierdiker Rebe



Nací en Moscú, Rusia, durante la era soviética, cuando ser un judío observante implicaba un gran desafío. Sin embargo, mis padres, Mordejai Dov y Jaya Sara Teleshevsky, perseveraron.

Cuando se acercaba el momento de inscribirme en un jardín de infantes, a mi padre ni siquiera se le pasó por la cabeza la idea de anotarme en una escuela no judía. Por supuesto, no había ninguna escuela judía de ningún tipo; estaban prohibidas e ilegales. Pero asistir a una escuela del gobierno comunista significaba transgredir el Shabat, y Di-s libre de hacer tal cosa. Sin embargo, ¿cuántas veces, semana tras semana, podría ausentarme en Shabat fingiendo estar enfermo? ¿Cuántas veces antes de que las autoridades escolares se dieran cuenta y mis padres fueran penalizados por practicar el judaísmo?

Sin saber qué hacer, mi padre quiso ponerse en contacto con el Rebe, pero todo el correo estaba censurado y cualquier sospecha de disensión de las políticas gubernamentales podría llevarlo a Siberia. Entonces, en lugar de eso, mi padre encontró a alguien que estaba huyendo del país y le pidió que se pusiera en contacto con el Rebe en Latvia (Letonia). (Durante ese tiempo, a fines de la década de 1920 y principios de 1930, el Rebe vivía en Riga después de ser liberado de la prisión soviética por el delito de promover la observancia de la Torá, y se lo podía localizar allí).

“Quiero que me des tu palabra”, le dijo mi padre al hombre, “que si ves al Rebe, le digas que no quiero que mis hijos vayan a una escuela no judía. Quiero que sigan siendo judíos."

El hombre se lo prometió y se dieron la mano. Y, de hecho, hizo lo que le pidió mi padre porque poco tiempo después mi padre recibió un mensaje del Rebe. No sé cómo se las arregló para enviarlo, pero el mensaje decía que mi padre debía ir a las autoridades y decirles que quería irse de Rusia.

Mi padre entró en pánico, porque pensó que si hacía tal cosa, terminaría en el próximo tren a Siberia. Pero cuando el Rebe te dice que hagas algo, un jasid debe hacer a un costado sus miedos. Entonces mi padre se dirigió a la oficina del gobierno y les dijo: "Quiero irme de Rusia."

"¿Qué? ¿Estas loco?" fue la respuesta. "¡Vete a tu casa!"

Mi padre se sintió muy aliviado de que el funcionario le dijera "a casa" y no "Siberia"... pero todavía se enfrentaba al mismo dilema: qué hacer con mi educación.

Encontró a otro hombre dispuesto a llevarle un mensaje al Rebe, pero la respuesta fue la misma: "Ve a las autoridades y diles que quieres salir de Rusia."

Mi padre volvió a solicitar su pedido y así siguió hasta que, en el séptimo intento, ¡finalmente le dieron los papeles de salida! Cuando los recibió, ni siquiera quería pisar su casa; simplemente le envió un mensaje a mi madre para que vinieran directamente a la estación de tren, con mi hermano y conmigo.

Ahora, tengo que decir que las mujeres tienen más confianza y fe en Di-s que los hombres. La prueba es mi madre, quien, la primera vez que ella escuchó lo que dijo el Rebe, inmediatamente fue y empacó dos valijas para estar lista para partir. Por eso, tan pronto como recibió la noticia, nos agarró a todos nosotros junto con las valijas, dejando todo lo demás atrás, y salió corriendo.

En 1932, después de que llegamos a Riga, mi padre asistió a un farbrenguen del Rebe en en el cual Rebe habló sobre el poder del pensamiento. Esta charla está impresa en la primera página del Likutei Diburim, donde cita al Rebe diciendo: “El pensamiento tiene un efecto… Hace una diferencia práctica. Solo pensar en alguien de una manera positiva y profunda, esto mismo hace y genera algo."

Al escuchar esto, mi padre le preguntó al Rebe: "¿Y qué recibe de esto la persona en quien se piensa?"

"Se beneficia enormemente", respondió el Rebe.

Luego hizo una pausa y después de un rato agregó: "¿Dónde estuviste el último Sucot?" Mi padre entendió que el Rebe había estado pensando en él en ese entonces y que esos pensamientos nos sacaron de Rusia.

Al principio, tanto mi hermano como yo estábamos inscritos en escuelas judías en Riga, pero llegó un momento en que el Rebe envió a mi padre a Finlandia, donde la comunidad judía necesitaba sus aptitudes como Jazan y Shoijet. Sin embargo, después de que llegáramos allí, descubrimos que no había escuelas adecuadas para nosotros, por lo que mi padre le preguntó al Rebe qué hacer. "Envíalos de regreso a Riga", fue la respuesta del Rebe, y tuvimos que regresar allí para vivir con personas que aceptaron acogernos. Afortunadamente, nuestros abuelos también estaban en Riga.
Jana (derecha) junto a
su hermano y madre en Riga

Mientras todavía asistíamos a la escuela en Riga, una noche tuve un sueño en el que escuché a alguien, que luego llegué a creer que debía ser el Rebe, hablándome y diciéndome que mis papeles vencen y que tenía que irme a casa. Después de tener este sueño tres noches seguidas, me di cuenta de que era importante y se lo conté a mis abuelos. Dijeron que era hora de que mi hermano y yo nos fuéramos. Así que abordamos un tren para Estonia y luego un barco para Finlandia, sorprendiendo a nuestros padres cuando aparecimos en su puerta.

La semana siguiente, esto fue en julio de 1941, Hitler invadió Riga y mis abuelos, junto con otros 60.000 judíos que vivían allí, fueron asesinados por los nazis.

Pienso que debido a que mi padre nos había enviado a Riga siguiendo las instrucciones del Rebe, el Rebe no descansaría hasta sacarnos de allí a salvo. Siento que le debo mi vida, y no ha habido nada que el Rebe me haya pedido que haga después que no haría.

Permanecimos en familia en Finlandia hasta 1946, cuando el Rebe ayudó a llevarnos a Nueva York, donde había trasladado su sede. Una vez que estuvimos en los Estados Unidos, el Rebe me ayudó a encontrar un candidato compatible para matrimonio. Me envió a enseñar en una pequeña escuela en Buffalo, Nueva York, y cuando conocí a mi esposo Aharon allí, el Rebe me dio su consejo y Brajá para casarme con él.

Después de un tiempo, fuimos nombrados Shlujim del Rebe, sirviendo en varios lugares de Nueva York y Massachusetts. Al final, terminamos en Filadelfia, donde abrimos un Beit Jabad, y mi esposo dirigió una escuela judía hasta su prematuro fallecimiento en 1977. Durante nuestras tres décadas de servicio, ambos estuvimos igualmente dedicados al Rebe; no nos movíamos ni un centímetro. sin su conocimiento y aprobación. Y esto nos ha servido de mucho.

La Sra. Jana Popack y su difunto esposo, el rabino Aharon Popack, sirvieron como Shlujim de Jabad durante tres décadas, desde 1948 hasta 1977, la mayor parte de ese tiempo en Filadelfia, Pensilvania. Fue entrevistada en abril de 2012.

No hay comentarios:

Publicar un comentario